¿Soria moderna? Un bochorno insoportable
Leonor del Río da en este artículo de opinión un buen tirón de orejas a los responsables de las obras de "humanización" de las travesías, al menos en el entorno de la estación del Cañuelo y en la singular rotonda de la calle Almazán. Alguien debería atender a sus críticas.
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¿Soria moderna? Un bochorno insoportable
Son muchos los artículos publicados sobre la triste realidad de las nuevas avenidas en que iban a transformar las carreteras que atravesaban Soria: avenida de Valladolid y calle Eduardo Saavedra. No voy a insistir en el desastre que han creado para quienes utilizamos nuestro propio vehículo, sea por trabajo, necesidad o por simple ocio; nos obligan a duplicar recorridos y a digerir la mala l. que a diario nos hacen destilar; lo siento, que Dios me perdone, pero así es. Ni voy a lamentar que no se atiendan las razonables propuestas de mejora planteadas por asociaciones o profesionales del urbanismo, que algo sabrán del asunto. Sólo voy a mostrar con unas cuantas fotografías la vergüenza que sentí al recorrer el camino que va de la estación del tren (ahora autobús) a mi domicilio. Y sospecho que esa sea la tónica general de las obras. Vaya vuelta de vacaciones. Me pregunto si la rabia y la desesperación que siento serán pecado.
La primera en la frente. Nada más salir de la estación apenas pude evitar caer con mi maleta al acercarme al paso de peatones: una acera con tal pendiente transversal que es imposible caminar por ella (por suerte siempre aparece algún amable joven). No quiero pensar en el aterrizaje del desafortunado conductor de una silla de ruedas que llegue a la estación por esa acera.
Observo el nuevo solado de las aceras. ¡Virgen santísima! peor calidad de ejecución ni en el último pueblo del país. Baldosas con pésima colocación y sin juntas (¿qué pasará cuando llueva en invierno y hiele?), bordes de baldosas picados para disimular la mala colocación, banda negra acanalada (¿para invidentes?) a lo largo de las aceras con cambios de dirección en ángulo para evitar cortes en las baldosas. Pero ¿con qué empresa se han contratado las obras? Qué vergüenza, qué tristeza, nuevas y flamantes aceras indignas de la ciudad.
Continué el paseo y llegué a la rotonda de la calle Almazán. Ya en su día lamentamos la tala, se supone que necesaria, aunque ahora ya lo dudo, de un precioso cedro. Su pareja se salvó de la quema, pero lo que están haciendo con él es su muerte “en diferido”. Madre del Amor hermoso, qué crimen el ridículo murito que han colocado para ocultar sus raíces. Y a la vez una rampa bordeada por unos taludes terrizos que la invadirán sin contemplaciones.
Y con santa ira me pregunto: ¿quién ha sido el desgraciado que ha redactado el proyecto de tales engendros? ¿Quién es el irresponsable ingeniero que dirige las obras? ¿Cobrará su sueldo sin sonrojarse, o trabajará con los ojos y la mente vendados? ¿Qué empresa es la autora de tal cúmulo de desmanes? ¿Será posible que el director de las obras las certifique en vez de ordenar su demolición y reconstrucción con la calidad debida? ¿Será posible que el ministerio de Transportes, el locuaz señor Puente, pague esas obras en vez de despedir a todo el equipo responsable de las mismas? Ah, y ¿dónde está el Ayuntamiento humanizador? ¿También se ha puesto la venda, como en la “quinta planta”? ¿No son conscientes de la vergonzante imagen que dará la Soria moderna que pregonan sus próceres? ¿Dónde estás, Alcalde?
Una oportunidad perdida para que Soria contara con unas calles principales modélicas por su utilidad y por la calidad de su ejecución. Una esperada inversión del Estado en manos de unos irresponsables que parecen tolerar cualquier atropello al buen hacer profesional. Y unas empresas constructoras que tienen buen cuidado de que su nombre no aparezca en las obras.
En fin, un auténtico bochorno para Soria, una vergüenza que perdurará y que padeceremos “sorianos y forasteros”.
P.D. Si alguien se siente injustamente ofendido o insultado en lo que he escrito, tendré mucho gusto en presentarle públicamente mis excusas siempre y cuando, previamente, se digne a explicar en los medios de comunicación las bondades de lo criticado.
Fdo. Leonor del Río