Cuando se castiga a los que cumplen con el déficit
Se cerraba el año 2014 con el esperado discurso del Rey Felipe VI y el balance de tres años de legislatura del presidente del Gobierno, con pronósticos optimistas sobre la recuperación económica que llegará con el Nuevo Año, marcado en el calendario por las citas electorales.
Y también con la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera que ha dejado en mala praxis el discurso oficial sobre el compromiso que debían asumir las comunidades autónomas para reducir su fuerte endeudamiento. El Gobierno ha decidido perdonar los intereses de los últimos tres años a las comunidades que acudieron al Fondo de Liquidez Autonómica sin que haya previsto ninguna compensación o premio para las que no necesitaron hacerlo, como Castilla y León, porque pudieron seguir financiándose en el mercado. Se entiende perfectamente el malestar de las comunidades solventes ante una decisión del Gobierno que premia a las comunidades que no han cumplido los objetivos de déficit público y castiga a las que sí lo hicieron, merced al sacrificio de sus conciudadanos. El Gobierno abona el mal ejemplo para todos los ciudadanos, que ven que si gestionan sus cuentas con rigor conseguirán mucho menos de lo que lo han hecho de forma descontrolada. La realidad del caso evidencia una vez más que el discurso político tiende a dramatizarse a conveniencia y, por supuesto, que la praxis política está presidida por un sentido recurrente de “geometría variable”, que siempre tiende a considerar inadmisible en otros lo que uno mismo hace con toda naturalidad.
