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Un año excepcional en lo meteorológico

Si la pandemia mundial no hubiera irrumpido en nuestras vidas, 2020 habría sido el año de confirmación de la crisis climática global. Nunca habíamos tenido tantas tormentas tropicales nombradas en el Atlántico, ni temperaturas tan altas en Siberia o, este verano, en muchas ciudades españolas, que acabaron batiendo sus registros máximos históricos.

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Estos son solo unos ejemplos de los muchos fenómenos de impacto que ha deparado el año, y que los expertos de Meteored, Francisco Martín, José Miguel Viñas y José Antonio Maldonado, analizan a continuación.

En España desde que comenzó el año 2020 nos hemos visto afectados por trece borrascas con gran impacto, ocho de ellas antes de octubre y las dos últimas en diciembre, prácticamente seguidas (Dora el 3 de diciembre y Ernest el día 9).

Dora y Ernest han dado origen a un brusco y generalizado descenso de temperaturas, lluvias cuantiosas en gran parte de la mitad norte que han provocado desbordamientos de ríos y nevadas copiosas en los sistemas montañosos y en extensas zonas de la meseta castellano leonesa.

Desde la temporada 2017-18, el llamado Grupo Suroeste, compuesto por AEMET (España), Meteo-France (Francia), IPMA (Portugal) y RMI (Bélgica), da nombre a las “borrascas con gran impacto” que pueden afectar a los países que representan.

El primero de los cuatro servicios meteorológicos que observa que puede verse afectado por una de esas borrascas le asigna el nombre que le corresponde en la relación establecida.

Tanto a Dora como a Ernest fue AEMET quien las denominó.

La próxima tendrá por nombre Filomena y ya veremos cuál de los cuatro países será el primero en entender que le va a afectar. No sabemos cuándo llegará, pero dada la inestabilidad que viene caracterizando a la atmósfera no tendría nada de extraño que estuviese al caer.

En el presente año, y concretamente en el pasado verano, España vivió dos episodios que pueden considerarse como “olas de calor”.

Uno entre el 25 de julio y el 2 de agosto, que fue extraordinario, y el otro entre el 6 y el 10 de agosto. En el primero de ellos se batieron numerosos récords. A continuación enumeramos algunos:

Temperaturas máximas absolutas:

Burgos: 38 ºC. El anterior era de 37,8 ºC (1982)

San Sebastián: 42,2 ºC. El anterior era 40,4 ºC (1995)

Temperatura media de las máximas:

Almería: 33,2 ºC. El anterior era de 32,8º C (1990)

Badajoz: 38,4 ºC. El anterior era de 37,7 ºC (2016)

Cáceres: 37,1 ºC. El anterior era de 36,4 ºC (1989)

León: 30,7 ºC. El anterior era de 30,4 ºC (19479

Orense: 34 ºC. El anterior era de 33,8 ºC (1989)

Pontevedra: 29,3 ºC. El anterior era de 29,2 ºC (1990)

Salamanca: 34 ºC. El anterior era de 33,2 ºC (2015)

Valladolid: 33,8 ºC. El anterior era de 33,2 ºC (2015)

Zamora: 34,5 ºC. El anterior era de 33,9 ºC (2015)

Temperatura media de las mínimas:

Badajoz: 19,8 ºC. El anterior era de 19,6 ºC (2016)

Córdoba: 21,7 ºC. El anterior era de 20,7 ºC (2015)

Granada: 20,9 ºC. El anterior era de 20,7 ºC (2015)

En las temperaturas, ¿cómo se puede calificar el año 2020 en España?

Lógicamente, como aún no ha finalizado y diciembre está siendo relativamente frío, aún no se puede dar una calificación definitiva, teniendo en cuenta, además, que las diferencias entre un año y otro varían por pequeñas diferencias.

Hasta el final de noviembre, el año 2020 estaba entre los tres más calurosos del presente siglo.

Probablemente, descenderá algo en esa calificación, pero no será gran cosa. Sin duda, el presente año merecerá el calificativo de muy caluroso.

El año 2020 enseñó pronto su talante extraordinario a nivel meteorológico, al menos en España.

A finales de enero, la borrasca Gloria se alió con un potente anticiclón ubicado sobre las Islas Británicas para generar “un temporal destructivo e histórico en el Mediterráneo”, recuerda Francisco Martín, meteorólogo de Meteored y Coordinador de la RAM. Aunque si tenemos que hablar de ciclones, en este caso tropicales, no podemos obviar la temporada de huracanes en el Atlántico.

Según Martín, “ha sido muy hiperactiva y probablemente será una de las 10 más catastróficas y dañinas de los últimos años”. A continuación, el experto repasa la condición anómala de estos fenómenos.

Una temporada de huracanes sin precedentes

El pasado 30 de noviembre finalizó oficialmente la temporada de huracanes en el Atlántico, un período de auténtico récord, que ha cumplido con creces la previsión de una temporada más activa de lo normal.

Algunos, de hecho, la han calificado como ‘hiperactiva’. Hasta ahora, se han formado 30 tormentas tropicales con nombre, incluidos 13 huracanes y 6 huracanes mayores, cuando la media es de 12 tormentas tropicales con nombre, seis huracanes y tres huracanes importantes.

Con estos números, la temporada 2020 ha superado a la mítica de 2005 que poseía el récord anterior con 28 tormentas tropicales.

Dado el gran número de tormentas nombradas, se ha tenido que recurrir por segunda vez en la historia (tras 2005) a las letras del alfabeto griego para complementar la lista oficial de 21 nombres, que terminó con Wilfred el 18 de septiembre, pero no cesando la actividad hasta llegar a la letra Iota, a mediados de noviembre de 2020.

Hay que hacer notar que 2020 marcó el quinto año consecutivo con una temporada de huracanes en el Atlántico superior a lo normal, y esta tendencia está también soportada por aguas oceánicas cada vez más cálidas en un mundo que se calienta.

La presencia de La Niña ha favorecido e impulsado a la superactiva estación 2020, generando entornos favorables.

Cambio de rutinas

La COVID-19 ha alterado nuestra rutina de forma drástica influyendo en ámbitos inimaginables.

Uno de ellos, sobre todo en el primer y más drástico confinamiento, fue el medioambiental. Entre los meses de marzo y mayo la actividad se redujo al mínimo y así se evidenció la imprenta que dejamos en nuestro entorno.

“El parón obligado por la pandemia nos ha enseñado de forma clara lo mucho que influimos en la calidad del aire”, señala José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored. “Nuestro objetivo debe ser mejorar la calidad del aire en nuestras ciudades como vimos que pasó en primavera, pero sin pandemia”, añade el experto.

Nuestra salud depende de ello, y también la del planeta que parece estar, igualmente, en un proceso febril.

2020 ha supuesto un antes y un después en la evolución del clima en Siberia, ni las peores proyecciones climáticas planteaban un repunte de temperaturas como el observado”, destaca Viñas. Este año ha sido especialmente anómalo allí, “algo gordo está pasando cuando en Siberia se habla de calor e incendios”. José Miguel Viñas analiza a continuación estos dos hechos extraordinarios.

.- Uno de los hechos más notables de este 2020 (“el año de la pandemia”) fue la reducción de la contaminación atmosférica experimentada en las grandes ciudades del mundo, debido al confinamiento de la población y a la drástica disminución del tráfico en las calles. 

Los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) –particular barómetro de la calidad del aire urbano– cayeron de media alrededor de un 60% con respecto a los valores habituales durante los meses de marzo y abril, lo que marca un hito sin precedentes desde que empezó a medirse la concentración de NO2, a principios de los años 90.

 

 

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