TRIBUNA / Contra la barbarie. En recuerdo de Marcelino Camacho
Regino Paramo, con el recuerdo de Marcelino Camacho como político honesto, se ha lanzado a la arena de la batalla electoral, insistiendo, por razones exclusivamente prácticas, en la conveniencia para los partidos progresistas integrados en Sumar de votar al PSOE en las provincias con poca o ninguna posibilidad de obtener un escaño en el Congreso de los Diputados.
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TRIBUNA / Contra la barbarie. En recuerdo de Marcelino Camacho
Desde que escuché por primera vez a Marcelino Camacho fui permanente seguidor de su persona y, con él, de Comisiones Obreras y de Izquierda Unida por la absoluta confianza que despertó en mí con su claridad de juicio y con su ejemplar honestidad, con la firmeza que brillaba en sus intervenciones gracias a la seguridad que comunicaba de creer en lo que decía, de ser fiel a la verdad.
Desgraciadamente, la práctica de la política en España por los dirigentes del PP desde el aterrizaje de Aznar como su líder, ha sufrido de continuo, siempre que ese partido ha estado en la oposición (y, cosa inaudita, incluso estando en el poder), la bronca por la bronca, la costumbre del insulto al oponente, la negación interesada de lo evidente, la intención de destruir al contrario en vez de intentar el diálogo; y siempre con la sensación de que su discurso nacía del convencimiento de que el país les pertenecía por derecho natural, de que la muerte del dictador no podía modificar por las buenas las estructuras de poder tanto tiempo impuestas por aquel odioso régimen. En una palabra, demostrando siempre su falta de creencia en el sistema democrático y sus civilizados modos. No revelo ningún secreto al afirmar que ni el PP ni Vox (sus militantes, pero sobre todo sus dirigentes) no han creído nunca en la democracia.
Pero debe reconocerse que, a pesar de esa clara desafección a la democracia liberal que supuso la transición política, el PP no traspasó abiertamente, hasta después de Rajoy, los límites formales del juego democrático. Sujetaron con cadenas al monstruo que ahora, con Vox y el cobarde acercamiento del PP a sus postulados, ha despertado en nuestro país.
La mentira (ahora se llama bulos) domina todos sus discursos, se cuestionan todas las instituciones públicas, se impide el limpio funcionamiento del poder judicial apelando a cualquier insensata excusa. Y se anuncia con arrogancia la inmediata derogación de las leyes que, aunque tarde, suponen una cierta protección de los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Incluso se niega el derecho a recuperar los restos de familiares enterrados en vergonzantes cunetas hace ya más de ochenta años. Y se promete un recorte de las pensiones de los jubilados en vez de proponer una mejora de las más reducidas.
He sentido la necesidad de expresar estas ideas al leer el brillante artículo que publica hoy, 18 de julio de 2023 (87 años después del alzamiento militar del fascismo contra la Segunda República), Ricardo Mínguez en El Mirón: Verdad, Justicia, Igualdad.
Es un aviso del verdadero peligro que para el conjunto del país supondría una victoria electoral de PP y Vox, una victoria de ese monstruo que nos devolvería a los tiempos en que Marcelino Camacho pasaba sus noches en la cárcel por defender los derechos que la dictadura negaba a los españoles, por defender la democracia.
He analizado los resultados de las últimas elecciones locales y, tal como resume Ricardo Mínguez, he encontrado, solo en Aragón y Castilla y León, lo siguiente: en Soria, en Ávila, en Salamanca, en León, en Teruel y en Huesca los votos de Izquierda Unida y Podemos (solos en Soria, Huesca y Teruel, o juntos en las restantes capitales) no alcanzaron el mínimo necesario del 5% de los votos para poder optar a un concejal.
En Soria y Teruel, de haber concurrido unidos habrían logrado un concejal. En todas estas provincias se eligen dos (en Soria) o tres diputados al Congreso, lo que se traduce en la práctica imposibilidad de obtener un solo diputado, con la consecuencia de la pérdida de votos para una posible, y necesaria, mayoría de diputados del bloque de progreso. Estos son los datos:
Soria: 659 votos IU (3,78%) 807 votos Podemos (4,63%). Total: 1.466 votos (8,40%)
Ávila: 1.398 votos en candidatura única (4,84%)
Salamanca: 3.321 votos en candidatura única (4,81%)
León: 2.010 votos en candidatura única (3,44%)
Teruel: 819 votos IU (4,55%) 175 votos Podemos (0,97%). Total: 994 votos (5,50%)
Huesca: 1.149 votos Podemos (4,68%)
O sea, que en las anunciadas condiciones de parecidos resultados para los dos bloques de izquierdas y derechas, el sano empeño de los votantes de izquierdas de hacerlo a favor de Sumar en los anteriores municipios puede significar, como bien advierte Ricardo Mínguez, la pérdida de seis diputados de izquierdas (incluyendo aquí al PSOE), o, lo que sería terrible, incluso la pérdida de la mayoría de diputados progresistas frente a la actual coalición de la barbarie que representan PP y Vox.
Quiero creer que en la dirección de campaña de SUMAR se es consciente de esta realidad numérica con mayor detalle del que aquí se expone, por lo que sería de desear que en los municipios en que se confirme la práctica imposibilidad de obtener un escaño se recomiende votar, con o sin pinzas, al partido socialista como única forma de asegurar un futuro gobierno de PSOE más SUMAR.
Si así no se hace y el resultado fuera tan demencial como el obtenido en Soria por Izquierda Unida y Podemos en las elecciones locales gracias a acudir por separado, de nada valdrían lamentos o reproches: se habría facilitado, probablemente, la vuelta del país a los años más oscuros de nuestra moderna historia. Ni el recuerdo de Marcelino Camacho, ni la memoria de cuantos lucharon contra la dictadura franquista y el fascismo merecerían tan absurdo comportamiento.
Fdo: Regino Páramo