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TRIBUNA / Bailando con lobos

Mario González incide en este artículo de opinión en la legislatura que nos espera, tras una amnistía concedia a los independentistas y que sólo obedece, según han reconocido, a intereses personales del PSOE y su presidente. El siguiente capítulo serán las comisiones parlamentarias para controlar a los jueces. 

TRIBUNA / Bailando con lobos

Ayer volví a ver ‘Bailando con Lobos’ -una de mis películas favoritas- y con el primer fotograma asocié el título de la película con lo que está sucediendo en España en estos momentos: que está bailando con lobos. Con los lobos del PSOE que miran únicamente por su espacio de poder obligándose -que no obligados- a desbordar las líneas del terreno de juego como única forma de retenerlo cuatro años más para poder seguir alimentando a todos los parásitos que se esconden detrás de las siglas del partido; con los lobos del PP que perseguían exactamente lo mismo y por las mismas razones, y que sin duda lo hubiesen hecho si hubiesen tenido la oportunidad y, finalmente, con los lobos independentistas –cada vez más hambrientos- que lejos de poder saciarse en sus dopados pero pequeños territorios, vienen a comerse a ese ‘Resto de España’ que sigue votando, erre que erre, a una PPSOE que les traiciona siempre, siempre, siempre. Que nadie se queje: ¡tenéis lo que merecéis!

A robarle la cartera a ese ‘Resto de España’ se llega con cosas como la ley de amnistía defendida ¡en Soria! por umpa lumpas como Carlitos Martínez o Luisito Rey a los que ahora su ministro Puente les ha dejado en ridículo al asegurar que la amnistía solo obedece a poder cerrar otra legislatura para el PSOE porque de lo contrario no la hubiesen planteado.

Otra legislatura de latrocinio –matizo yo- porque está claro que, si no te lo estas llevando, no necesitas hacer este tipo de jugarretas. Así de claro. Ahora les molesta sobremanera que les señalen en las redes sociales: pues no haber vendido a vuestros paisanos al PSOE.

Otra palanca serán las comisiones parlamentarias contra el Lawfare que acompañan a la proposición de ley de amnistía ya que, una vez controlados los jueces –todos, no solo los tribunales superiores-, qué justicia podrá esperar ese ‘Resto de España’ cuando vuelvan a meterle mano sin consentimiento y en manada. Ninguna justicia. Ninguna.

La Constitución no es un adorno en lo alto del árbol de navidad del ordenamiento jurídico, sino un contrapeso y un límite al Poder Legislativo que, de otra manera, tendría un poder omnímodo.

El Principio de Separación de Poderes señala que el ejercicio de la potestad jurisdiccional, es decir, juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, le corresponde en exclusiva a un Poder Judicial independiente (117 CE).

Por eso precisamente, la misma no contempla -ni puede contemplar sino es previamente modificada- la institución de la amnistía, porque eso supondría la injerencia directa del Poder Legislativo en el Poder Judicial.

El Parlamento -depositario, que no dueño, de la soberanía nacional- no puede alterar por tanto las sentencias dictadas por los Juzgados y Tribunales declarando su nulidad, cualquiera que sea su motivación. Justificarlo, además, en que se hace para cerrarle el paso a la ultraderecha choca frontalmente con el pluralismo político que se declara en el 1.1 CE (“España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”). ¡Menuda democracia de las narices!

La nefanda PPSOE había dejado hecho girones, con sus tropelías, el inicial estado de derecho que alumbró la oscura Transición y lo había hecho contado con la callada aquiescencia de un CGPJ que ha tragado con todo. Sin embargo, ahora chillan porque les llega el turno de poner sus barbas a remojar con lo del ‘lawfare’. De aquellos polvos, estos lodos. No obstante, esto de la amnistía supera todos los límites y nada de lo que se diga puede justificarla porque todos sabemos que, en el fondo, lo que subyace es un precio político para que unos políticos puedan quedar exentos de responsabilidad por sus actos, contrarios a la Ley y al Orden Público, a cambio de que otros políticos puedan retener el Poder a escala nacional.

Esta es la papeleta que tiene el TC y la que tendrá también el TJUE. No es una cuestión baladí porque si el TC da por buena la constitucionalidad de la amnistía, estará paralelamente dando por mala a la Constitución del 78 y, por ende, a su propio papel como intérprete de la misma. Las ‘ganaderías jurídicas’ de la PPSOE instauradas en el seno del TC impiden un pronunciamiento fundado únicamente en Derecho, así que lo más sensato será esperar a que se pronuncie un TJUE que, con su resolución, también se juega convertir el Derecho de la Unión en papel mojado. ¿Todavía quedan jueces en Madrid? ¿Todavía quedan jueces en Luxemburgo? Lo sabremos en 2024. ¡Hagan sus apuestas antes del ne va plus!

Fdo: Mario González Casado. Abogado. Mautiko Abogados.

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