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Velilla de Medinaceli estudia la evolución desde el Bronce Medio hasta el Bronce Final

La excavación arqueológica, financiada por la Junta de Castilla y León, se extiende en seis hectáreas 

Los trabajos de excavación arqueológica iniciados este verano en el cerro de La Coronilla, de Velilla de Medinaceli, se enmarcan como una primera fase de un proyecto de investigación más amplio, planificado en tres etapas, y cuyo objetivo es estudiar la evolución desde el Bronce Medio hasta el Bronce Final, así como los cambios que se produjeron en el tránsito de este a la Edad del Hierro en la zona del Jalón.

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El delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Soria, Manuel López, ha visitado esta mañana los trabajos arqueológicos que están desarrollándose mediante este proyecto de investigación, dirigido por Marian Arlegui y José Javier Fernández, que ha sido aprobado y financiado, en esta primera campaña, por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, con 8.990 euros, y que también cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Arcos de Jalón y la autorización de los propietarios del terreno.

El cerro de La Coronilla, que se localiza al norte de la localidad de Velilla de Medinaceli, es una de las elevaciones destacadas de la zona (1.777 metros) y se corresponde con el extremo adelantado de un borde de páramo que es bañado en su base al este por el río Blanco y de noroeste a sureste por el arroyo menor Mingo Rando.

Las abruptas laderas del yacimiento delimitan una plataforma de planta triangular de seis hectáreas de superficie, que destaca como un otero elevado 177 metros sobre el curso del río Blanco y unos 162 metros sobre la actual localidad de Velilla de Medinaceli. En los tres lados de dicho triangulo, 239 metros de lado nororiental; 321 metros en el lado del mediodía y 399 metros en el de poniente, se conserva, con el perfil triangular habitual, lo que sin duda corresponde a una muralla cubierta por su propio derrumbe.

El perímetro de la muralla tuvo, además de una puerta principal, tal vez al norte, otras menores que facilitaban el acceso y salida del recinto. Una de ellas, hacia el este, se ha localizado en la prospección del perímetro. Esta comunicaba con una zona de altura intermedia, abastecida de agua por el nacimiento de dos arroyos en donde es probable se situaran los campos de cultivo.

En esta primera campaña, cuya preparación se inició en los primeros días julio y que está previsto concluir el día 17, se han determinado dos áreas de excavación. La mayor de ellas se ha trazado perpendicularmente a la muralla, incluyéndola, y adentrándose en el interior del poblado, en previsión de que el derrumbe de la muralla haya sellado estructuras domésticas. Paralelamente, se trabaja en sondeos menores para evaluar el potencial del espacio interior.

YACIMIENTO CLAVE

El gran tamaño del yacimiento, el monumental desarrollo que tuvo su muralla, así como los fragmentos cerámicos de recipientes conservados en el Museo Numantino, resultado de diversas prospecciones arqueológicas, han hecho evidente que el yacimiento era clave para la comprensión de un momento impreciso de la Edad del Bronce Pleno / Final en una zona de trascendencia para la comprensión, no solo de la propia evolución cronológica de este poblado concreto, sino también del desarrollo de la Edad del Bronce que desembocará con continuidad y ruptura en la culturas de la Edad del Hierro en una zona, la del Alto Jalón, clave en sus relaciones con el Valle Medio del Ebro, el norte de Guadalajara y la provincia de Soria.

La cuenca del río Blanco está clasificada de gran potencial hídrico por la abundancia de sus reservas acuáticas subterráneas, existiendo numerosas surgencias, tradicionalmente utilizadas por la población a lo largo del tiempo. En general, en toda la comarca del Jalón, la permeabilidad del suelo hace que exista una gran circulación subterránea que carga las aguas de elementos minerales, como los salinos, útiles para el curtido de pieles y en el templado del acero que dieron fama al río Jalón ya en época histórica. La sal en Salinas de Medinaceli y en los próximos yacimientos de Guadalajara, en Imón o Sigüenza, por citar los más próximos, tuvieron una importancia señalada en la Edad del Hierro. Los directores del proyecto suponen, a falta de estudios, que en la Edad del Bronce estos afloramientos o yacimientos salinos tuvieran también una importancia decisiva.

Una vez concluyan los trabajos de campo, se iniciará el estudio de los hallazgos arquitectónicos y de cultura material, así como de realización de las analíticas que resultaran pertinentes, con el objeto de concretar la cronología de la ocupación del cerro y el conocimiento del marco ambiental del entorno y los modos de vida de sus ocupantes.
  

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