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TRIBUNA / Los Tres Cerditos y la Gran Marranilla

Ángel Coronado elabora una fabula en este artículo de opinión a partir de las declaraciones del vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo, en las que aseguraba que el PP entregó la cultura a la izquierda.

TRIBUNA / Los Tres Cerditos y la Gran Marranilla

Como se nos entere Santonja se va usted a enterar. ¿Cómo que la cultura se la entregó el PP a la izquierda? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo la Cultura es algo, un objeto, una cosa, una cosa que se tenga como se tiene una cosa y en el bolsillo, un llavero, un pantalón, una moneda, un sombrero, algo para poder cogerlo y entregarlo? ¿Dónde coño? ¿Cómo coño? ¿Dónde, Santonja? ¿Cuándo, Santonja? ¿Qué sucedió? Santonja, cuéntanoslo, por favor, Santonja, cuéntanoslo.

Santonja calla. Será en la escuela, digo yo. Y con esta excusa, el maestro se sentó, se puso las gafas y empezó la clase de Historia. Como en el cuento de los tres cerditos, hubo un tiempo atrás en la que tres cerditos, amigos entre sí, decidieron hacer su historia. A saber cuál de los tres la hizo mejor, pero los niños aprendieron que los tres perdieron la segunda guerra mundial contra el lobo feroz. En principio todo lo contrario. Primero dos y algo después el tercero, atacaron con ferocidad. Divisiones acorazadas en ataque tenaza y relámpago. Estucas en picado y samuráis suicidas Arroyaban con todo, como si hozasen con la jeta buscando raíces y encontrándolas. Pero luego se les torcieron las cosas y, patas arriba, fueron abiertos en canal y hechos torreznillos. Y la Gran Marrana quedó sobrecogida.

¿La Gran Marrana?

Quedó sobrecogida, pero recobrándose al final, le dio por el culo al lobo, a la zorra y a las gallinas.

¿De verdad?

Y entonces el maestro se quitó las gafas y sin decir palabra se puso a pintar garabatos en la pizarra. Luego se volvió a sentar y con las gafas ya puestas, dijo señalando con el dedo al enorme garabato: ésta es la Historia de cómo la Gran Marrana ganó su guerra y de cómo luego ni ganó ni perdió la mundial sino que la ganó y la perdió del todo y al mismo tiempo. Nadie se lo ha podido explicar. Haciendo con las paletillas lo que no sabían los jamones y pataleando con los jamones mientras tocaba el piano en tanto que a los tres cerditos les abrían en canal. Y mientras la Gran Marrana tocando el piano…

¿Pero cómo? (todos los niños a una) ¿Pero cómo? Pero cómo coño, decimos nosotros, ya mayores, también.

Y entonces el maestro se quitó las gafas de nuevo y sin decir palabra se puso a pintar más garabatos. Y luego, ya sentado, dijo señalando con el dedo a la pizarra: ésta es la Historia de cómo la Gran Marrana siguió ganando batallas eligiendo a los obispos, paseándose bajo palio en la catedral por la gracia de dios y dando coces con las botas mientras tocaba el piano.

Y así hasta que, pasados los años, muchos años, como setenta u ochenta si no algunos más, y sin querer, rejuvenecida, estéticamente recompuesta, Marranilla de Buen Ver, jamón jamón, entregó la cultura a la izquierda, jamón, jamón. Y repetimos como antes: como se nos entere Santonja se va a enterar usted, que quien fue a Sevilla perdió su silla.

¡La cultura ya no es nuestra, la cultura ya no es nuestra!, lloriqueaba la Gran Marranilla rejuvenecida, estéticamente recompuesta, la de Buen Ver. Y dicen que se consoló sentada en su butaquita de tal manera que, bien sentada y en su propio móvil tipo IPad, visionó lo que previamente rodó acompañada de una legión de pequeños lechoncillos.

¿La Gran Marranilla?

Sí señorito, sí. Visionó lo que rodó. A la Gran Marranilla, la de Buen Ver la ocurrió que por si fuesen pocos, fue y parió. Jamón. Como Santonja llegue a saberlo, usted se entera. Jamón.

Pero Santonja no nos lo cuenta. Desde hace cuatro días no nos cuenta nada. Hemos investigado por nuestra cuenta, pero tampoco. De los tres cerditos, ya digo, ni rastro. Con esto de los torreznillos, mira por dónde, se oyen gruñidos y gruñiditos inquietos. La Gran Marranilla Bien vista parió según sabemos. La esperanza está en los lechoncillos. Todos bien de salud, pero escondidos. Lo mejor que pueden hacer con la que está cayendo, que ya vendrán tiempos mejores y puedan salir a la calle como señoritos a pasear, qué carajo.

A todo esto se había terminado la clase de Historia y todos los niños jugueteaban disfrutando de los veinte minutos de recreo. El profesor aprovechó la ocasión para darnos noticias a los mayores. Sigue allí, nos dijo. Parece inconsciente, inconscientemente desvanecido. Constantes vitales en calma. Tensión normal. Sístoles acompasadas y ligero titubeo diastólico, todo sin mayor importancia. Temperatura normal. Apenas febrícula y aparentes pesadillas sin muestras de sonambulismo ninguno, tal como parecen indicar farfulleos ininteligibles pero moderadamente sonoros entre ronquidos y ronquiditos, Jamón, jamón.

Y a usted se lo repetimos de nuevo. Como se entere Santonja se va usted a enterar. Y dicen que una vez hubo pasado todo, los lechones ya creciditos y la Gran Marranilla rejuvenecida, estéticamente recompuesta (la Bien Vista), eran felices y comían perdices saliendo y entrando de su zahúrda como señoritos, cada uno con su IPad, lejos ya de la macrogranja fatal.

Fdo: Ángel Coronado

 

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