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Castilla y León

¿Qué celebra Castilla y León el 23 de abril?

Castilla y León celebra este 23 de abril el Día de la Comunidad envuelto en la polémica por la expansión de los actos festivos a todas las provincias y con el desconocimiento de una parte de sus habitantes de la importancia que tuvo la revuelta de los comuneros.

El 24 de abril de 1521, en Villar, conocida hoy como Villalar de los Comuneros, se cierra uno de los capítulos de la historia de España que cambiarán el curso de la misma.

Hacía cuatro años que el futuro Emperador Carlos I se había nombrado Rey de Castilla, estando aún viva su madre la Reina Titular de Castillla Juana de Trastámara, lo que hizo recelar desde un primer momento a la nobleza castellana.

En los Reinos de España, las Cortes eran quienes ostentaban el poder Real y los Reyes tenían que pedir autorización a las mismas para prácticamente todo.

A pesar de que sus abuelos, los Reyes Católicos Isabel y Fernando habían conseguido disminuir el poder de la nobleza y las ciudades, estos aun mantenían grandes parcelas de poder.

Castilla iba a sufrir, como ninguna otra parte de España, las guerras de Carlos y sus aspiraciones imperiales, que supusieron un enorme agujero económico en las arcas de este Reino.

La llegada de Carlos a Castilla fue tomada como un Golpe de Estado.

A esto se sumó que el Rey Carlos no hablaba español cuando llego a sus Reinos y que trajo consigo un sinfín de nobles y clérigos de Flandes a la Corte.

El Rey Carlos solicitó dinero a las Cortes para sus guerras en Europa, a lo que las mismas se opusieron en un primer momento.

Estas consiguieron la promesa de que no se usaría dinero de Castilla para menesteres fuera del Reino y que no daría cargos en la Corte a extranjeros. Tal promesa del futuro emperador no se cumplió y Carlos consiguió 400.000 ducados que se llevó a Frankfurt, gracias al voto favorable de los representantes de las ciudades, a pesar de la prohibición de éstas a ese sentido de voto, dejando como regente del Reino a Adriano de Utrecht.

Todo esto, sumado a la ocupación que hicieron los Flamencos de los puestos que, por derecho, correspondía a los castellanos, hacían que el germen de la rebelión estuviera naciendo.

Pero ¿Quiénes eran los Comuneros de Castilla?

El imaginario popular ha hecho a Juan Bravo, Juan Padilla y Francisco Maldonado héroes populares, incluso se tomó como propia una supuesta bandera castellana morada, usada igualmente por el régimen impuesto en el año 31, que cometió uno más de los errores históricos que hemos arrastrado hasta nuestros tiempos.

Jamás existieron pendones morados en Castilla, ya que el color de sus banderas era carmesí, que posiblemente con el paso del tiempo, quedarían en una tonalidad parecida al morado.

Juan Padilla

Nació en Toledo un 10 de noviembre de 1490, en una de las familias Hidalgas de la ciudad, que ostentaba el cargo de Capitanes de la misma. Casado con María Pacheco, miembro de la muy Noble familia de los Mendoza, al fallecer su padre se hizo cargo de la Capitanía de Toledo.

El germen de la revuelta en Juan Padilla, es posible que se diera por la negativa del Rey Carlos a concederle uno de los cargos que, por herencia, creía tener derecho a ostentar.

María Pacheco tuvo gran parte de culpa en este empuje revolucionario, debido a que su marido era de inferior rango a ella y no quería perder más posiciones en el escalafón social.

 En las Cortes celebradas en 1520, fue uno de los que se opuso a la concesión que el Rey había solicitado de dinero para financiar sus campañas en Europa.

Juan Bravo

Perteneciente a una de las familias de la baja nobleza, Bravo nació en Atienza, Guadalajara, donde su padre era el Alcaide de la Fortaleza. Su madre, era María de Mendoza, por lo que era primo de María Pacheco, la esposa de Juan Padilla.

Se casó con Catalina del Rio y por ello entró a formar parte del patriarcado de la Ciudad de Segovia.  

Juan Bravo quedó viudo y caso por segunda vez con María Coronel,  hija de un rico converso que era regidor de Segovia.

Tras la noticia de la “traición” del procurador a cortes Rodrigo de Tordesillas, este fue ahorcado y los sublevados se hicieron con la ciudad, siendo Juan Bravo quien organizara militarmente la misma.

Francisco Maldonado

Señor de pequeño consejo del Maderal, en Zamora, nació en Salamanca en 1480. Recibía un tributo en dinero, especies y trabajo, teniendo la facultad de nombrar justicia y al escribano, daba el visto bueno a las ordenanzas y proponía al beneficiario de la iglesia.

Las motivaciones de Maldonado para entrar en guerra contra Carlos venían de mucho más atrás. Los Reyes Católicos dieron  el derecho a los concejos de defender sus derechos ante los tribunales en detrimento de los Señores.

Francisco Maldonado fue el encargado, junto a su primero Pedro Maldonado, de dirigir la milicia Salmantina.

El inicio de la Revuelta

El levantamiento de la ciudad de Segovia, con el asesinado de su procurador (representante en cortes en junio de 1520) fue seguido por revueltas en Toledo, León, Cuenca, Guadalajara, Salamanca, Palencia y Zamora. Incitados, la violencia de los ciudadanos es dirigida contra los recaudadores de impuestos, las autoridades locales y el Poder Real.

En Burgos se ocupan fortalezas y la casa de ciertos nobles, huyendo las autoridades; en Guadalajara los procuradores son expulsados de sus casas y estas reducidas a cenizas; en Toledo se ocupa el Alcázar. Expulsados los procuradores, los ciudadanos nombran a sus propios delegados.

El Rey Carlos nombró a Adriano de Utrecht que tomara las medidas para sofocar la rebelión.

Adriano pensó en dar un castigo ejemplar a Segovia, queriendo con ello que las demás ciudades se retractaran de su violenta insurrección. Igualmente, Tordesillas debía ser puesta bajo el control Real, ya que allí vivía la Reina Juana, a la que los conjurados se dirigieron con la esperanza que esta tomara el Trono, del que era titular.

En Medina del Campo se encontraba la artillería y las tropas Imperiales se dirigieron hasta allá para tomarla, pero los ciudadanos se negaron a su entrega, por lo que los soldados incendiaron la ciudad. Este hecho, extendió la revuelta por todo el Valle del Duero y resonó por toda Castilla.

Padilla formaba parte activa del levantamiento desde Toledo.

Desde allí acudió con las milicias en auxilio de Segovia, y junto a Juan Bravo, regidor de la Ciudad, las de Salamanca con los Maldonado, los Guzmán en León y el Obispo de Zamora Antonio Acuña, combatieron a las tropas Imperiales.

El 29 de junio de 1520, en Avila, se constituyó la Junta de comuneros, de la que fue nombrado Capitán General  Juan Padilla. Desde allí partieron a Tordesillas a ver a la Reina Juana, pero no consiguieron un apoyo explícito a su causa, pero si les dijo: “Avisadme de todo y castigad a los malos, que en verdad os tengo mucha obligación”.

Adriano cambió la estrategia a seguir. En lugar de un enfrentamiento a campo abierto, algo que sabía tenía perdido de antemano, optó por dividir a Castilla. Se atrajo a su causa a la Alta Nobleza y a los comerciantes más pudientes, y procuró igualmente llevar a su causa a varias de las ciudades. Pero esto tendría un precio, que sería la concesión de algunas demandas Comuneras y nombró a dos nobles castellanos para ejercer de virreyes junto al de Utrecht.

Esto sirvió para que Burgos, cabeza de Castilla, se desvinculara de la Junta. La estrategia de quien sería el futuro Papa Adriano estaba dando sus frutos.

La rivalidad entre los Comuneros provocaron la sustitución de Padilla por Pedro Girón, pero este se pasa al banco Imperial y Juan Padilla debe volver a Valladolid con un ejército toledano. El movimiento comunero, que había sido empezado por los señores, comerciantes y baja nobleza, se estaba convirtiendo en una revuelta popular cargada de violencia, por lo que las ciudades y los grandes señores fueron acercándose al bando del Rey Carlos.

Ante la negativa de Juana de aceptar la propuesta comunera y recuperar el trono en el que su hijo Carlos se había sentado, los Comuneros pensaron en una negociación con el bando Imperialista.

Pero la mecha estaba demasiado prendida como para apagarla y fue imposible detener a los habitantes de las ciudades que, con inusitada violencia, habían tomado como suya la rebelión de los nobles. Por ello, la gran mayoría fue pasándose al bando del Rey Carlos.

Da comienzo la verdadera guerra. El ejército imperial tomó Burgos y Tordesillas, donde se encontraba la Reina Juana, y se lanzaron contra Torrelobatón donde se encontraban los Comuneros. Padilla tuvo que abandonar el castillo y se quiso refugiar en Toro, pero no llego a tiempo.

El 23 de abril, el ejército de los Imperiales les alcanza en Villalar. La derrota fue sin contemplaciones ya que no dio tiempo al ejército comunero a organizarse y los Imperiales cayeron sobre ellos. A las pocas horas de empezar, el Conde de Haro proclamaba la Victoria del Rey Carlos.

Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron hechos prisioneros y ajusticiados el 24 de abril de 1521.

Los restos mortales de Juan Padilla jamás volvieron a Toledo, seguramente como venganza del Rey por la persistencia de la ciudad toledana en la revuelta que aun duró unos meses más y que dirigió Maria Pacheco, esposa de Padilla.La noticia de la ejecución de los cabecillas de la revuelta, llegó rápidamente a las ciudades levantadas que fueron rindiéndose una por una, exceptuando Toledo.

En julio de 1522, Carlos I establece su corte en Palencia, con lo que se intensificó la persecución contra los antiguos comuneros, hasta que  en Valladolid, el 1 de noviembre de 1522, el Rey promulgó el Perdón General, donde se amnistía a 293 comuneros exceptuando una sola persona, Maria Pacheco, que murió en Portugal.

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