El comercio del centro urbano de Soria languidece. La que podría bautizarse como la milla comercial de la desolación pone en evidencia que hay mucho por hacer.
El alcalde de Soria, Carlos Martínez, reafirmaba hace unos días el compromiso del Ayuntamiento por fomentar el perfil cultural de la ciudad y deseaba que el centro cultural Gaya Nuño se conviertiese en la "punta de lanza" de otros muchos centros "en la milla de la cultura", en alusión a las planificadas dotaciones culturales en la antigua sede del Banco de España -cerrado en 2008- y el recién adquirido Palacio de Alcántara, situados en la misma plaza.
En Soria, lejos de titulares grandilocuentes, se observa la dura realidad que vive el comercio de proximidad, en otra milla, la de la desolación, que refleja la profunda problemática del sector y la ineficacia de las medidas adoptadas por el Ayuntamiento.
Desde la iglesia del Salvador hasta la plaza Mayor, recorriendo la calle ferial, el céntrico Collado y la calle Estudios, el ciudadano se encuentra hasta con una veintena de locales vacíos y que buscan inquilinos, ya sea en alquiler o en propiedad.
Soria abrió a finales de marzo de 2017 las puertas de su nuevo mercado municipal de abastos en un acto en el que el alcalde Carlos Martínez animó a seguir avanzando en el modelo de transformación de la ciudad.
El nuevo mercado de abastos, que se ha construyó durante cinco años, supuso una inversión superior a los 10 millones de euros, financiada con fondos europeos, de la Junta de Castilla y León y del propio Ayuntamiento de Soria, con un objetivo que todavía hoy no se ha conseguido: revitalizar el centro de la ciudad.
La nueva dotación comercial abrió con 12 de sus 17 puestos en uso y pendiente de ocupar la segunda planta, dedicada a hostelería y ocio. Más de tres años y medio después, la planta superior sigue esperando uso.
Se hablaba entonces, como se venía hablando dos décadas antes, de que el nuevo mercado se convirtiese en revulsivo para que los sorianos volviesen a mirar al centro y al casco histórico. Pero la realidad lleva un camino muy diferente al de las palabras y discursos.
