TRIBUNA/ Triste elegía para el Cerro de los Moros
Parece que algunos se van resignando y haciendo a la idea de que no hay más remedio que permitir que llenen de chalés la hermosa llanada que precede al cerro de los Moros. Por ello y con dolor Leonor de Cerro ha escrito esta triste elegía. Seguro que ayer la otra Leonor también estaba triste bajo las flores que le dejaron en su tumba, como esas otras del Cerro, que quizás, pronto ya, no brotaran.
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TRIBUNA/ Triste elegía para el Cerro de los Moros
Altozanos de violeta sobre el Duero
Vuestros días ya contados, de añoranza,
de escarpados y azules horizontes,
llenaréis los recuerdos del mañana.
Pues acechan amenazas de barbarie,
de arrasar desde el llano y hasta el cerro,
los senderos entre oscuros encinares,
y las grises atalayas y roquedos,
por allá, donde el corzo halla refugio,
y se posa entre la niebla el mirlo negro,
amenaza destrozar el hierro infame,
de la tierra, las entrañas a martillo,
y la pólvora allanar, en un instante,
el relieve dibujado por los siglos.
Amenazan nuestras huellas del pasado,
enlosados, edificios y cemento,
tanta historia en estos pagos, quizá oculta,
a la espera de contarnos sus secretos.
Los efímeros birreyes que se imponen,
enarbolan implacables la guadaña,
y no ven que valen más el oro fino,
de la hierba cimbreante de los cerros,
y la plata valiosa que se esconde,
en los ásperos perfiles del roquedo.
Valen más que el guardado en fortalezas,
que el que anhela codicioso el usurero,
o el que rueda entre bolsillos y se roba,
que este otro tiene el brillo de los sueños,
de la espiga de encaje transparente,
del violeta del cantueso y el espliego,
que las luces nacaradas del ocaso
encandilan arrobadas por el viento,
Ese viento cristalino, que acaricia
Las encinas que rubiean en el cerro,
Cuando en Mayo se despliega la hermosura
De las flores por el llano, en gran ejército
Son parajes populares de sosiego
Que comparten deportistas y vecinos
De parejas y de perros saltarines
Que se llenan de alegría y de bullicio
Que serán de privados propietarios,
O de extraños señores que han venido.
Pero más que son de todos los sorianos
Nuestros cerros, centinelas sobre el río.
Fdo: Leonor del Cerro