TRIBUNA / Cosas nuestras
Ángel Coronado ironiza en este artículo de opinión sobre las aclaraciones ofrecidas por el Ayuntamiento de Soria para la intervención en el cerro del Castillo.
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TRIBUNA / Cosas nuestras
Lo que Usted diga, señor Ayuntamiento. Lo que usted diga. La cuestión no es esa. Es otra. Es lo que decimos los sorianos, lo que a los sorianos importa es el decir, el propio decir de los sorianos. Unos dicen esto y otros dicen lo otro y otros lo da más allá. Hay un grupo muy numeroso de sorianos que estamos muy recelosos con Usted, señor Ayuntamiento. Usted se aclara pero nosotros no nos aclaramos. Me refiero a las aclaraciones que nos expone en su artículo del Mirón, 23/03/2022 cuyo título reza “El Ayuntamiento aclara intervención en el castillo”
Para empezar yo le diría que lo que Usted dice que aclara, aclara en nosotros dos ámbitos opuestos y por eso bien claros. Uno es el de los detalles concretos, otro el de ideas generales.
Acerca de los detalles concretos los entendemos muy bien por eso. Son concretos. Un buen ejemplo es el de retirar las raíces que dañan el paño de la muralla. Otros buenos ejemplos los entendemos igual, muy bien, porque siguen siendo concretos, como eso de cumplir con todas las autorizaciones. Estaría bueno que una autoridad como Usted no cumpliese con las autorizaciones de la autoridad. Como Groucho, el mayor de los tres hermanos, ese genio del humor que rechazaba pertenecer a todo club que le admitiese como socio.
Pero en este detalle, con eso y con todo su ser concreto y además con hacernos reír sana, sonora y limpiamente, no nos aclaramos del todo. Y si usted nos llama tontos por eso, eso por su cuenta. Tenemos claro que también nosotros, aun siendo autoridad anónima, somos autoridad, con perdón. Con perdón porque olvidé recordar que somos nosotros los que no nos aclaramos de la clase de autoridad que somos porque decimos como los gallegos, que no creemos en las brujas pero haberlas haylas, que hay muchos sorianos que votaron en su día lo que votaron, para luego esto, acaso tontos. Es Usted el que detenta la autoridad, decimos humildemente con algo de falsa modestia, pero bastante poca. Estamos un poco recelosos con Usted, señor Ayuntamiento. Las autoridades a las que faltan cosas menos la chapa en el revés de la solapa son como brujas. Son y están, pero sobre una escoba y volando.
Ahora pasaremos a la otra clase de aclaraciones, las de naturaleza genérica o universal, el opuesto al de retirar las raíces que dañan los lienzos de la muralla en la zona del Cerro del Castillo.
Un ejemplo de manual para este tipo de aclaraciones es el de buscar el equilibrio del que Usted nos habla. Por una parte parece una cosa concreta, porque sin equilibrio no somos nadie. Y es que su equilibrio, ese de que nos habla, no es el del circo, el de la red por si acaso, Pinito del Oro mía. Se trata del equilibrio nuestro, señor ayuntamiento. Hablamos de nosotros, de nuestros equilibrios dentro de nuestros recelos. No hablamos de penas ni de culpas. Hablamos de responsabilidad, y la responsabilidad de nuestros equilibrios y recelos es, como su nombre indica, nuestra y nada más que nuestra. Nos jugamos la crisma y nos dirigimos a Usted en muestra de confianza para que sepa que desconfiamos de Usted, señor ayuntamiento. Concretamente, si pienso en las iluminaciones, en sus iluminaciones, se me ponen los pelos de punta, señor ayuntamiento. Se trata de mis pelos y de los pelos de todos a los que se les pongan de punta pensando en el palomarcito de La Dehesa, y en el perro de por allí, y en muchos otros lugares, y sobre todo en la fuente de los colorines y, ya de paso, literalmente de paso, en el tapón peatonal, compréndalo, por favor, que todos somos peatones aquí, en Soria, y que todos buscamos nuestro equilibrio aquí, también en Soria. Porque buscando su equilibrio nosotros nos desequilibramos con el fantasma del Cerro, de paso también. Al de Los Moros le faltaron detalles y le siguen faltando. Ahora igual, pero estamos en otro cerro. En consonancia con aquél, pero estamos en otro, ambos con brujas, ambos embrujados.
“…en consonancia con toda la actuación que el Consistorio ha llevado a cabo en ambas márgenes del río […] y que encara la actuación ahora relacionada con la iluminación”. Y es entonces cuando nos alborotamos, señor Ayuntamiento.
En resumen, que lo estoy mezclando todo, pero es que todo se me mezcla (y todavía me faltan por citar los descomunales autobuses vacíos, por más que tenga claro que nadie puede ser peatón si se sube a un autobús, igual que nadie puede subirse a un autobús sin abdicar de peatón, que si en la rotonda de la fuente de los colorines pasa un autobús justo al lado del tapón, todo se hace un revoltijo mayor aún). Todo se mezcla. Se me mezcla a mí. A más, pero me refiero a mí. A más para que lo tenga Usted en cuenta, señor Ayuntamiento. Porque en lo que a mí respecta lo que le digo es que al Cerro del Castillo ni le sobra ni le falta nada. Quizá le sobrase alguna raíz dañina para “el paño”. No me aclaro bien, porque paño, lo que se dice paño, poco queda del paño de la muralla por el Castillo. Y acerca de todo el paño que ya lleva usted levantado, que sigue levantando y que levantará si Dios quiere, contra más raíces (es una opinión personalísima acerca de la cual asumo todo lo asumible y que fundamento en que no existen amenazas de invasión para tanto paño, a no ser la invasión de las raíces, con lo cual me lío, lo siento, me lío, que las raíces atacan tanto a los restos de las murallas viejas como a las nuevas), contra más raíces ataquen, decía, mejor que mejor, aparte o al tiempo de que toda muralla es, a la vez, señora del tiempo y víctima de las raíces de sus paños.
Está claro, pues. La inquietud y el desasosiego son nuestros y la responsabilidad de buscar empadronamiento en otro municipio, o quedarnos aquí, nuestra también. Todo aquéllo de lo que aquí tratamos es nuestro. Se lo decimos por si acaso pudiese ocurrir lo de quedarnos aquí. Aconsejando. Nosotros aquí, en nuestras casas, inquietos o tranquilos, listos, tontos, de todo habrá, mientras Usted, equipo de gobierno del señor Ayuntamiento, quizá mucho mejor y sin chapas en la solapa, tranquilo quizá, acaso inquieto que de todo habrá, en la suya.
Fdo: Ángel Coronado