Markel Irizar: "El ser feliz e intentar sonreir, lo he aprendido de los momentos complicados"
El ciclista profesional Markel Irizar, que superó un cáncer de testículo que le sobrevino en 2002, ha contado su experiencia vital en Soria, en la apertura del tercer ciclo del Aula Olímpica.
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Organizada por el Instituto de Estudios de Ciencias de la Salud (IECSCYL) y la Universidad de Valladolid, con el apoyo de Caja Rural de Soria, la presencia de Irizar ha servido para demostrar que después del cáncer se puede alcanzar el sueño de ser deportista profesional. En 2002, Irizar era un ciclista aficionado y tiempo después de superar la enfermedad ha participado en nueve ediciones de la Vuelta a España, seis del Tour de Francia y tres del Giro. En 2011 ganó la Vuelta a Andalucía. Hoy, a sus 38 años, se ha convertido en uno de los ciclistas más veteranos del pelotón internacional.
Irizar ha asegurado que, cuando le diagnosticaron cáncer de testículo, ya venía entrenado, porque había tenido que afrontar la muerte de su progenitor con apenas 18 años. Así se ha expresado en la entrevista concedida a EL MIRÓN DE SORIA.
- Yo era adolescente y esa fue la escuela de mi vida. No fue fácil pero sí fue mucho más fácil, porque el hueco que me dejo mi padre fue muy importante. Me parezco mucho a él. Mis valores y mis principios se los debo a él. Las cosas vinieron así y he aprendido de todo. Está claro que todo me ha valido para el deporte. No he conseguido grandes éxitos. El ser solidario e intentar trabajar para tus compañeros, el ser feliz e intentar sonreir, lo he aprendido de los momentos complicados.
¿En algún momento se te paso por la cabeza abandonar tu sueño de ser deportista profesional?
- Nunca, nunca. Me pude preguntar si iba a salir para adelante, si iba a ser capaz de tener hijos, pero dejar de ser deportista profesional nunca fue una opción. Como bien decía: soy un privilegiado. Yo siempre decía que no quería que nadie sintiese lástima. Y lo digo ahora: perdí a mí padre, se suicidó, tuve cáncer... y la gente decía pobre chaval. ¿pobre claval? no, soy superafortunado, la vida ha sido muy agradecida conmigo y lo ha sido en forma de dejarme ser padre de tres chavales maravillosos y de tener la mujer que tengo, que es una suerte, y de disfrutar de lo que era mi sueño, el ser ciclista.
- La enfermedad ¿hasta qué punto te dejo sin defensas?
- Sí me dejaba. He estado bajo de defensas pero me iba a entrenar, a hacer esquí de fondo. Y me decía la oncóloga que era malísimo y la respondía que tenía que sentirme vivo; postrado en la cama, me siento que me estoy muriendo. Seguramente no tiene ninguna base científica, pero la forma de afrontar la enfermedad, las ganas de luchar, yo las tenía a tope e intento contagiar ese afán de superación, esa fuerza a toda esa gente que está luchando ahora contra el cáncer.
- ¿Te ha ayudado el deporte a superar la enfermedad?
- Supongo que sí. El ciclismo es un deporte muy disciplinado y es de luchar. Y seguramente ese afán de nunca rendirme me ha ayudado a salir para adelante.
- Le enviaste una carta a Lance Amstrong...
- Y luego me escribió él y fiché por su equipo. Las cosas han ido como han ido. Está claro que lo del doping me hubiese gustado que no hubiese sucedido. Pero por otra parte, Amstrong ha hecho mucho por la comunidad del cáncer. Aunque no soy nadie en el mundo del ciclismo, intento hacer mi pequeña aportación a la gente que está luchando. Siempre digo que el cáncer no es una lucha individual, al final se convierte en una lucha colectiva, porque sacude a toda la familia. A todas las familias que están luchando, intento ayudarles.
- En el pelotón como fue recibida la noticia de que usted padecía cáncer...
- Nunca me ha gustado que nadie me tratara con lástima. Me han tratado con normalidad, como uno más. Y así lo prefiero.
