La historia de los empresarios de Soria que nunca se cuenta
El presidente de FOES, Santiago Aparicio, ha resaltado la entrega y sacrificio de los empresarios de la provincia, una historia que a veces no se conoce. Lo ha hecho en la entrega de los Premios Empresariales FOES 2024.
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DISCURSO DE SANTIAGO APARICIO, PRESIDENTE DE FOES Y DE CEOE CASTILLA Y LEÓN
Autoridades, premiados, queridas empresarias, empresarios, sindicatos, queridos amigos todos…
En el día de la gran fiesta empresarial anual de la provincia de Soria, la fiesta de FOES y de sus empresas, en un momento como el actual, en el que, por encima de la realidad, el relato es el protagonista indiscutible, me vais a permitir que lejos de los discursos de galas anteriores, os cuente una historia.
Una historia, de ésas, que nunca se cuentan…
Había una vez un país mediano, en un mundo grande, y dentro de ese país, un territorio pequeño, muy pequeño, tanto, que muchos ignoraban y pasaban por alto.
No era fértil en titulares, ni abonado por la política, ni mucho menos por las inversiones, pero allí, cada mañana salían a trabajar los personajes anónimos de una historia todavía por escribir.
No vestían capa, ¡no! Vestían responsabilidad.
No empuñaban espadas; firmaban nóminas, firmaban préstamos, firmaban compromisos.
En ese lugar, el empresario no era el héroe, sino alguien que navegaba entre corrientes imprevisibles y tormentas normativas, tratando de construir un futuro; de arribar a puerto, sin saber si al llegar, habría suelo firme bajo sus pies.
En aquella historia, el mundo exterior giraba cada vez más rápido; estaba sometido a extraños vaivenes, y se había vuelto imprevisible:
Donde antes había rutas seguras, ahora había mapas arrugados.
Donde antes había acuerdos, hoy había guerras, aranceles, represalias, sanciones; algoritmos indescifrables, geopolítica volátil, tecnología más veloz que la ley, y meditada e irreconciliable división.
Todo se movía demasiado rápido… A una velocidad intermedia entre lo incomprensible y lo absurdo, demasiado lejos del sentido que, hasta aquel momento, se había dado en llamar “común”.
Y mientras, entre ecos de guerra y disputas imperiales, los reinos lejanos debatían sobre inteligencias que empezaban a pensar por sí mismas. En los salones de mármol, había quienes defendían la energía salida del corazón de los átomos; otros, exigían seguir extrayendo la negra savia de las profundidades, mientras que algunos, clamaban por domar los vientos, por elevar molinos y torres solares que no agotaran la tierra.
En las antesalas del poder, donde hoy, las espadas pesaban más que las coronas, poderosos gigantes trazaban las nuevas rutas del oriente y del occidente y con ello, los nuevos bloques económicos…
Y lejos de los altos conclaves, en el pequeño territorio apartado de los centros de mando, se tejía cada día la novela más olvidada de todas: la de quienes crean riqueza y empleo.
Y nuestros protagonistas, no movían ejércitos, ni sellaban tratados, pero seguían consagrando cada jornada a la dignidad de producir y sostener el territorio; apostando su vida a un contrato, a un producto, a un servicio; entregaban pedidos, como quien defiende un bastión, lideraban equipos como quien alza estandartes… Dándolo todo por una idea, por un proyecto de vida, con pasión,aunque con pocas certezas y con la sensación de caminar sobre una cuerda floja, destensada con desdén por manos que no sabían lo que era arriesgar, y que a menudo, se mofaban de quitar la red…
Porque en esta novela, los protagonistas no siempre eran comprendidos.
Había quienes los miraban con recelo cuando ganaban, con distancia cuando sufrían, y con silencio cuando cerraban.
—"¿Por qué sigues?”, le preguntaban al personaje principal.
Y él respondía:
—"Porque si yo caigo, no caigo solo."
Y la novela, iba girando hacia lo absurdo.
Cada capítulo traía más burocracia y una reforma nueva:
Una más de cotizaciones, una más de “menos horas”, una más de “más impuestos”; de “más obligaciones” que nadie había pedido, pero que todos debían pagar.
En ninguna reforma se preguntaba, ninguna se consensuaba ya…pero todas, exigían más y más.
Cada poco, un titular hiriente, que era recibido con mezcla de incredulidad y rabia contenida.
Cada poco, una sorpresa. Y no precisamente buena.
Como si el mismísimo Kafka hubiese escrito el boletín oficial, y todos los empresarios fuesen Josef K. intentando entender su delito.
Porque en esta historia, no se premiaba la iniciativa, se penalizaba el movimiento.
No se confiaba en el que arriesga, se protegía al que paraliza. Y ocurría que, en aquel lugar, se hablaba mucho de despoblación, pero no se invertía.
Se hablaba de conectar, pero las conexiones no llegaban.
Se hablaba de industria, pero faltaba potencia eléctrica.
Se hablaba de voluntad, pero no se quería…
Y mientras nuestros protagonistas libraban su jornada en silencio, en otros capítulos de la novela, desde los pasillos del poder, (más allá de las propias fronteras), minorías con voz sobredimensionada, imponían condiciones y lograban privilegios y prebendas, que a ellos, nunca jamás se les permitirían.
Y los problemas de nuestros protagonistas, no encontraban solución en las altas instancias. Solo en la realidad, donde cada día, tenían que tomar decisiones, sin garantías, pero si, con consecuencias.
Aun con todos los obstáculos y dificultades, en esa tierra pequeña, austera, discreta y resistente, excluida de los cruces de caminos, y en la que el tiempo se doblaba como una rama seca, aún germinaban ideas.
Allí, los empresarios hacían más con menos, levantaban negocios y sostenían empleos, como quien protege el fuego en medio del vendaval.
Allí no había unicornios, ni fondos soberanos, ni repúblicas imaginadas..... Pero había arranque, fiabilidad, compromiso con el territorio; había palabra que valía más que un notario.
Allí, los empresarios no pedían milagros, pedían justicia, y promesas que no fueran escritas con tinta invisible.
Pedían ser escuchados, pues en esta historia los empresarios hablaban con hechos, pero muchos tribunos preferían el eco de sus propias palabras, antes que el sonido incomodo de la realidad.
Allí, el empresario no era solo empresario. Conectaba personas, abría caminos donde no los había, sostenía el pulso de los pueblos, que, sin su impulso, perderían
su latido.
Y aunque nadie lo decía en voz alta, cuando un empresario cerraba, algo se apagaba más allá de su negocio.
Porque seguir haciendo empresa en esta pequeña tierra, no era una cuestión sólo de rentabilidad, sino de voluntad…Y de identidad.
Allí, cada contrato firmado, era una declaración de permanencia.
Cada proyecto iniciado, era un grito silencioso que decía: “Aquí seguimos, aunque a nadie parece importarle.”
Y como en toda novela coral, los protagonistas colectivos se convirtieron en nombres concretos. En nombres reales, en personas que madrugan, que dudan, que arriesgan, que enseñan, que despiden (si no hay más remedio), pero que antes han
intentado todo lo posible para evitarlo.
A ellos, este relato no solo los menciona: los honra.
Porque son los que han demostrado que ser empresario no es EXPlotar, sino EXPonerse.
Que no se trata de ganar, sino de sostener y sostenerse.
De creer y de crear, incluso cuando el marco legislativo no acompaña, cuando las reglas se tambalean; cuando la ley parece escrita por quien jamás ha abierto una empresa, y por quien desconoce el significado del esfuerzo, del coste y del riesgo.
Y la historia, como decía, dio nombres a los protagonistas, a ésos que no salen en los libros de texto, aunque deberían. Que no escriben leyes, pero las padecen. Que no dan discursos, pero los justifican con sus hechos. Personas que construyen este país…
JOSÉ MIGUEL GIMENO ESPADA, DE EUROPEA DE VIVIENDAS DUERO, es uno de ellos.
Premio FOES al Empresario Soriano 2024 y Premio CEOE Castilla y León. Su historia es la de quien no ha dejado de mirar hacia adelante, aunque el camino cambiara bajo sus pies.
Más de cuarenta años construyendo hogares —no solo edificios— con una equilibrada mezcla de calidad, diseño y personalidad. Visión, adaptación y constancia: tres palabras que suenan bien, pero que José Miguel ha convertido en realidad, una obra tras otra, hasta hacer de su empresa, un referente.
¡Enhorabuena José Miguel! Eres fiel reflejo del espíritu empresarial que tanto merece ser reconocido en esta pequeña tierra.
Al igual que VIRREY PALAFOX, PREMIO FOES EMPRESA SORIANA 2024.
Un nombre que ya no es solo una marca: es una parte viva del alma de El Burgo de Osma y también de nuestra provincia.
Durante 50 años, sus Jornadas de la Matanza han sido más que un evento gastronómico. Han sido motor económico, espejo de identidad, y escaparate de Soria ante el
mundo. Una empresa que no solo genera empleo: genera pertenencia. Un ejemplo de cómo la tradición, bien cuidada, puede ser una forma moderna de
progreso.
¡Felicidades a la grandísima familia del Virrey Palafox! Habéis hecho que vuestra tradición, sea un orgullo no sólo para vosotros, sino para todos los sorianos
Y cruzando fronteras sin abandonar sus raíces, nos encontramos con CONSERVAS CELORRIO, PREMIO EMPRESA SORIANA EN EL EXTERIOR 2024.
Desde los años 60, y desde Cigudosa en las tierras altas de Soria, esta empresa ha demostrado que la excelencia no tiene fronteras si se trabaja con constancia y visión.
De la mano de su fundador, Ángel Celorrio, y después con Félix, su hijo, la conserva se convirtió en embajadora, y hoy está presente en más de 40 países. Innovación, sabor y solvencia: las tres banderas con las que esta empresa con
ascendencia soriana, ondea por el mundo.
¡Enhorabuena a Conservas Celorrio! ¡ Aun cuando estáis fuera de nuestra provincia, nos sentimos orgullosos de empresarios como vosotros,!
no podía faltar la sangre nueva. La chispa del futuro.
Los HERMANOS MATEO ANGULO, SERGIO Y DANIEL, Premio Joven
Empresario FOES 2024, son prueba de que la vocación aún se cultiva, incluso en los sectores más exigentes.
Desde La Milana, crearon en 2017 Gestión Agropecuaria Soriana para dar servicios reales a un sector clave como el ganadero. Y en 2021 fueron más allá, fundando El Cerdito Azul, una empresa especializada en desinfección y bioseguridad en granjas. No esperaron a que nadie hiciera algo por ellos. Lo hicieron ellos, por todos.
Enhorabuena Sergio y Daniel, por ser parte importante de nuestro presente, pero también, ¡no tengo ninguna duda! de nuestro futuro.
Y como en toda saga que se honra, hay que volver al origen.
A los que empezaron cuando no había apoyo, ni mercado, solo ganas...
Por eso, la MENCIÓN ESPECIAL FOES 2024 “TODA UNA VIDA” ES PARA J.J. CALABAZA, una empresa que empezó en Gómara en 1925 y que hoy, tres generaciones después, sigue siendo esencial para el campo soriano. Un siglo de
maquinaria, de esfuerzo y adaptación tecnológica.
Una historia que no necesita relato, ni maquillaje, pues su sola duración, ya es una lección para todos.
¡Felicidades familia Calabaza por vuestra trayectoria, capacidad de adaptación y perseverancia! ¡Enhorabuena, y a por los próximos cien!
…………
Cada uno de nuestros protagonistas, a su manera, nos recuerda algo esencial:
Que detrás de una empresa hay personas que arriesgan, que proyectan a largo plazo, en un momento en el que, por desgracia, solo se piensa y se legisla a corto.
Que mientras otros hacen ruido, ellos construyen.
Y que mientras muchos hablan de futuro, ellos, lo hacen posible.
Gracias a a todos por encarnar esta novela. Gracias por demostrar que hacer empresa en Soria, no solo es posible, sino que
además es valiente, necesario, y profundamente admirable.
José Miguel, Familia del Virrey Palafox, Sergio, Daniel, Felix, Paco, Chus, y Visi… personas concretas, con proyectos concretos, que un día decidieron que no querían ser personajes secundarios de la novela de otros. Que no bastaba con ver pasar lavida. Que iban a construir algo.
Que iban a ser protagonistas de su propia historia.
No por gloria, sino por deber.
No por ego, sino por impulso vital.
Y estos hombres y mujeres están escribiendo la historia con sudor, con inteligencia y con corazón.
Gracias a ellos, este relato no termina en punto final, sino en puntos suspensivos llenos de promesas… Promesas de las buenas, de esas, que se convierten en
realidad… Historias de éxitos, de alegrías; pero también de fracasos y de problemas…
Historias de empresas, SÍ, pero sobre todo historias de personas que las hacen posibles: de hombres, de mujeres, de trabajadores y de trabajadoras… Historias de un país. De un territorio pequeño…
Porque detrás de cada factura, hay un sueño.
Detrás de cada riesgo, un acto de fe.
Y detrás de cada empresario y de cada empresa… una novela no escrita, que sostiene su pequeño-gran mundo sin pedir nada a cambio.
Gracias por no rendiros.
Gracias por ser los autores de una historia imprescindible que no se cuenta en tertulias, ni se aprende en facultades.
Una historia hecha de contratos, de pagos, de reuniones, de llamadas… de lunes difíciles y de viernes sin certezas.
Una historia que merece ser escrita con dignidad y contada con orgullo, y éste es el verdadero objetivo de esta Gala…
Porque sin empresas no hay bienestar.
Sin empresarios, no hay futuro.
Y sin condiciones estables y de mercado, sin un marco justo que privilegia a unos territorios, mientras castiga a otros, no hay continuidad posible…
Gracias por ser esas personas, por ser los protagonistas, sin buscar serlo.
Gracias por seguir y por demostrar que, mientras unos redactan normas, otros sostienen países y territorios.
Y
SOBRE TODO, ¡GRACIAS POR ESCRIBIR - DÍA TRAS DÍA- ESTA GRAN HISTORIA, QUE NUNCA SE CUENTA!
Fdo. ¨Santiago Aparicio, presidente de FOES