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TRIBUNA / La farmacia de Villar del Río

Ángel Coronado incide en este artículo a la farmacia de Villar del Río, que sigue cerrada años después, a pesar de las reivindicaciones de diferentes políticos y partidos.

TRIBUNA / La farmacia de Villar del Río

Leo el artículo titulado “Soria ¡Ya! pide reapertura de la farmacia de Villar del Río” (El Mirón, 27 de mayo de 2022) y me río de las reticencias entre políticos y partidos políticos a la hora de reivindicar cosas como la que dicho artículo expone.

Reivindicar la reapertura de la farmacia de Villar del Río es cosa que honra a quien o quienes la reivindican, y tanto la honran como para no reparar en que, sin menoscabo de la propia petición, sin menoscabo de no entender que la cerradura de una farmacia lleve más de dos años echada en perjuicio de gente que necesita entrar en ella, se reconozca y honre la iniciativa de pedir que dicha cerradura se abra.
Estoy convencido de que nadie echó la llave del local así, como suena.

También lo estoy de que nadie, después de hacerlo, echase la llave al Cidacos.

También me parece cierto que no hay ningún cerrajero que se niegue a efectuar el trabajo de forzar esa cerradura, o de que alguien del propio Villar del Río no quiera darle a la puerta de la farmacia una buena patada.

Cualquiera de nosotros, sin ser cerrajeros y no descalzos pero con buenas botas, abrimos ahora mismo esa farmacia. Pero estoy convencido que no van por ahí los tiros. Y también lo estoy de que nadie piensa que sí.

Me gustaría saber, entonces, por dónde van. Sin dudarlo, creo que por varios caminos.

Vuelvo a repetir: me río de las reticencias entre políticos y partidos políticos a la hora de reivindicar cosas como la que dicho artículo expone.

Y lo repito porque me parece que por el camino de las reticencias que se dice circulan algunos tiros, seguramente no todos pero algunos sí, tiros a los que cabría o valdría la pena adjudicar o atribuir el echo mostrenco y tozudo que se denuncia: existe una farmacia que tiene su puerta cerrada y existen personas que necesitan entrar en ella.

Pedirlo no es, todavía, descerrajar esa cerradura, pero se acerca más a ello. Desde luego más que lavarse las manos o encogerse de hombros. Exigirlo tampoco es destruir la maldita cerradura, pero se acerca más a ello.

Desde luego más que simplemente pedirlo. Y reconocer lo suyo a quien lo pide y lo exige, tampoco es forzar esa cerradura, pero también se acerca más.

Y para terminar: no me dirijo con estas pocas letras a ningún político, pero sí a cualquier persona que, con independencia de serlo, esto es, que pudiese pertenecer o no pertenecer a ningún partido político, a ninguna plataforma, círculo, casino, club o grupo, me refiero con todo esto a cualquier persona fácil de reconocer, incluso a través de una gracia o de un chiste como este, irrespetuoso, irreverente, quizá grosero, pero directo como una flecha al centro de la diana: me interesa comunicar con cualquier persona que no estuviese de acuerdo en que, bajo el supuesto de que la mierda tuviese valor, apostase a que los pobres naciesen sin culo.

Fdo: Ángel Coronado

 

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