Vinuesa se cita por San Roque con su Pinochada
Protagonizada por las cofradías de Nuestra Señora del Pino y San Roque
Casi trescientas mujeres participan en la "Pinochada" de Vinuesa
Vinuesa honra a su patrona la Virgen del Pino
Vinuesa celebra mañana martes, 16 de agosto, festividad de San Roque, la Pinochada, fiesta declarada de interés turístico regional y una de las más vistosas en el calendario festivo de la provincia.
La Pinochada rememora la lucha entre Vinuesa y el pueblo cercano Covaleda por un pinar cuya posesión se disputaban, resultando vencedora Vinuesa merced de la intervención de sus mujeres en el combate, bien como recuerdo de la pugna de los dos pueblos por la posesión de la Virgen del Pino, aparecida en un pino de adscripción dudosa a uno u otro municipio, porque las raíces pertenecían a Vinuesa y las ramas a Covaleda.
Otras teorías consideran la Pinochada como una reminiscencia del matriarcado, habida cuenta de la autoridad y mando temporal que en esta fiesta tienen las mujeres, tal vez relacionado con las Aguedas que se celebran en muchas localidades de la Península Ibérica en el mes de febrero.
Incluso hay quien ve en esta fiesta una pervivencia del culto de los pueblos celtas al pino, o una fundación de los visontinos que habían tomado parte en las guerras de Flandes.
Cofradías
Dos son las Cofradías que organizan y participan en la Pinochada: la de Nuestra Señora del Pino, formada sólo por casados y la de San Roque, exclusivamente de solteros.
Ambas se rigen por unos estatutos aprobados por Fernando VI en el cuarto año de su reinado, que establecen que todos los cofrades tienen la obligación de asistir a la procesión, misa mayor y demás funciones.
Cada hermandad cuenta con sus propios personajes de capitán, alférez y sargentos.
Mañana martes, 16 de agosto, a las 10 de la mañana, en comitiva por las calles, el pueblo se encamina a la plaza donde está la Iglesia; las mujeres pertenecientes a cada bando van ataviadas con el traje típico de piñorra, y llevan en una mano los pinochos (ramas de pino) que posteriormente emplearán como arma de combate.
Después de entrar en la Iglesia con el fin de bendecir los pinochos, la batalla comienza con el enfrentamiento, en primer lugar, de los hombres.
Se sitúan en fila, agarrados uno a otro y con el sable desenvainado y la rodela o escudo de protección.
La música toca entonces el paso de ataque que inicia el combate, que consiste en dar vueltas cada bando alrededor de la plaza, juntándose en momentos determinados para atacar descargando sablazos sobre los adversarios; unos y otros se protegen con los escudos.
La ceremonia se repite por tres veces, quedando victoriosos en la lucha los casados.
Es costumbre que, una vez concluida la batalla, las mujeres comiencen a repartir inesperados pinochazos a los hombres, indiscriminadamente, y que éstos, no pudiendo huir, se sometan al castigo, dando gracias y contestando " de hoy en un año".