San Leonardo disfruta con sus danzas del paloteo
San Leonardo de Yagüe, en Soria, ha vuelto a rendirse este viernes, en la festividad de San Blas, a sus danzas del paloteo, de origen celtibérico, una tradición que es toda una seña de identidad en este pueblo pinariego y que sigue esperando que la Junta de Castilla y León la reconozca como fiesta de interés turístico regional.
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La iglesia parroquial se ha vuelto a llenar de público, como lo hizo ayer, para presenciar al estas danzas que llenan de contenido las fiestas de las Candelas y San Blas y que este año han recuperado la plenitud de todos sus actos, tras un año suspendidas por la pandemia y otro en el que se celebraron parcialmente.
La alcaldesa de San Leonardo de Yagüe, Belinda Peñalba, ha señalado que la declaración de estas danzas del paloteo como fiesta de interés turístico sigue “en las mesas” de los despachos de la Junta de Castilla y León.
Además ha resaltado que las danzas, de origen celtibérico, se celebraban inicialmente fuera de la iglesia y sólo se han dejado de bailar durante estas fiestas en la Guerra Civil española y un año durante la pandemia.
Las once danzas del paloteo -palo a modo de espada y cobertera a modo de escudo- han sido bailadas por ocho danzantes en el altar mayor del templo parroquial, en un momento de religiosidad y devoción silenciosa, que se rompe en jolgorio y celebración cuando termina la última danza.
Los danzantes han ido saltando, cambiando de posición, se han ido entrelazando y se han enganchado según los pasos de cada danza y siempre al ritmo del sonido seco y fuerte del palo y la cobertera, armonizados por la gaita y el tamboril.
Mariano Sanz, que lleva 23 años de danzante, ya piensa en enseñar a su hijo Alvaro, de 11 años, los pasos de estas danzas del paloteo, que pasan de generación en generación.
Sanz ha resaltado que estas danzas son la seña de identidad de San Leonardo.
“Para mi es una fecha señalada en el calendario. En todos los sitios en los que he trabajado lo primero que he dicho es que estos días los tengo que coger libres”, ha asegurado.
Sanz ha asegurado que los ocho danzantes no necesitan ensayar muchos días antes, porque los movimientos son muy parecidos y sólo se acelera el ritmo en las dos últimas, aunque es en la que menos se mueven, un paso adelante y otro atrás.
Recuerdo
Los danzantes han portado este año un lazo negro en señal de duelo por el fallecimiento, a mediados de diciembre, de Teodoro de Miguel, vecino de la localidad y gran impulsor y conservador de la cultura de la localidad pinariega, al que este viernes han dedicado sus danzas. Una imagen de Teodoro ha presidido las danzas.
Los ocho danzantes han ido ataviados con pantalón rojo, calcetas blancas, camisa blanca, corbata negra, mantón en la cintura, chaquetilla de flores y un pañuelo en la cabeza.
El estudioso de la historia y folclore de San Leonardo, Carmelo Rubio, recogió en un libro que estas danzas son posiblemente de origen celtibérico y, con el paso del tiempo, se convirtieron en danzas religioso-guerreras.
Los señores de San Leonardo, Juan Manrique de Lara y su esposa Ana Fajardo, transformaron en el siglo XVIII estas danzas, "por la gracia del rey Felipe II, en vasallaje, gala o servidumbre de su misma casa y vistieron a los danzantes con la traza e indumentaria de majos de este siglo que han conservado hasta la fecha.
Estas danzas, según ha dejado escrito Mercedes Rubio Condado en su estudio "Tradición de Pinares: San Leonardo" reconocido con el primer premio del Certamen "José Tudela", son celtibéricas y fueron repartidas mediante la carretería Duero abajo hasta Palencia, Valladolid, Zamora y Salamanca.
San Leonardo demuestra su firme arraigo desde siempre a esta tradición, al haberla mantenido firme pese a tantas prohibiciones eclesiásticas y civiles como ha habido en la historia, entre ellas, la más tajante, la de Carlos III en el siglo XVIII, que prohibía bailar en el interior de los templos.
En los tiempos actuales las danzas han sido representadas en las propias festividades y en otros escenarios como el Palacio Real de Madrid, ante el presidente de la República. Niceto Alcalá Zamora, en 1932; y en acontecimientos tan significados como la Feria del Campo de Madrid.