Cuando la política local reproduce la situación nacional
AMENUDO LOS HIJOS SE NOS PARECEN, canta Serrat en una de sus composiciones más celebradas. Y el estribillo parece pensado para reflejar la situación política que vive el Consistorio capitalino, donde por más declaraciones y pronunciamientos de colaboración que realizan los grupos políticos, los concejales se afanan en buscar argumentos para justificar su falta de solvencia para alcanzar consensos y acuerdos, siempre necesarios y ahora imprescindibles en tiempos de crisis económica. Los grupos políticos reproducen miméticamente lo peor de sus formaciones nacionales, incapaces de ponerse de acuerdo, ante el cansancio general de los ciudadanos -y contribuyentes-, en asuntos vitales para la organización de la cosa pública. En el caso del Ayuntamiento capitalino, el último episodio vivido es el plan de ajuste, que se ha quedado limitado a 1,4 millones de euros en 2010, cuando, a poco que hubiese habido voluntad sincera de negociación y altura de miras, se podría haber doblado el ahorro para las arcas municipales. En una negociación, es requisito imprescindible que todas las partes acudan con disposición para ceder y con alternativas y argumentos. Cuando así no ocurre, el acuerdo resulta ciertamente imposible. En un plan de ajuste lo más fácil es recortar el sueldo de los empleados públicos; lo difícil, lo demuestran los hechos, es reducirse en su justa medida los gastos que afectan a los propios bolsillos o a los de los profesionales del entorno. Lo peor de todo es que, a diez meses de las elecciones municipales, el acuerdo parece cada día más lejos.