Cuando el turismo se valora en su justa medida
LA IDEA DE COBRAR una entrada por visitar los monumentos más destacados
del patrimonio histórico o los espacios naturales más peculiares que la
naturaleza ha dejado en la provincia no es nueva, pero ha vuelto a salir
a la palestra esta semana tras las intenciones manifestadas por la
Mancomunidad de los 150 Pueblos de la Tierra de Soria de regular el
próximo año el acceso a Playa Pita, una de las zonas turísticas por
excelencia del verano provincial.
Conviene que la propuesta no caíga en saco roto -como ha sucedido en otras ocasiones- y, de una vez por todas, las administraciones competentes lleguen a un acuerdo para que determinados parajes naturales de la provincia -hablamos por ejemplo, de la Laguna Negra- tengan una regulación, que permita cobrar una entrada a los visitantes y que los ingresos sirvan para mejorar la gestión de estos espacios naturales, de tal forma que se avance en los servicios que se prestan a los usuarios. El turismo se ha convertido una actividad determinante en España desde los años setenta y también en este tiempo ha demostrado que un uso abusivo e indebido de los recursos -sobre todo si son naturales- puede afectar negativamente a los enclaves turísticos, e incluso ponerlos en peligro. Por ello, las administraciones competentes tienen el ineludible reto de arbitrar medidas -como se ha hecho por ejemplo en Soria para acercar su conjunto monumental a los visitantes- para cobrar por visitar determinados monumentos o espacios naturales, como se hace en buena parte del territorio nacional, sin que nadie se lleve las manos a la cabeza.
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