Criaturita recién nacida. Hace caquita y hace pis
Ángel Coronado reflexiona sobre el fenomeno de la despoblación y los enclaves elegidos por los seres humanos para asentar sus vidas, algunos construidos en zonas inundables, que terminan generando problemas y éstos se repiten en la historia.
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Criaturita recién nacida. Hace caquita y hace pis
No pienso hacerlo al revés, pero sí (mientras el cuerpo aguante, y el cuerpo aguanta, lo sabes y lo sé), pienso en darle vueltas a la hoja, ahora la cara, luego el envés. Pero nunca el revés. Nunca de vuelta por la misma senda, Pulgarcito, no sea que algún pajarito te la juegue.
Ocurre a veces que, sin saber a ciencia cierta por qué, el revés de una hoja se nos oculta. El botánico recurre entonces al envés que, por otra parte, no es el derecho pero tampoco el revés, como todo el mundo sabe. Parece que las cosas, juguetonas ellas y jugando al escondite, quisiesen hacernos jugar para vernos correr. Y nosotros como si nada, corriendo, jugando, pero ya digo, como si nada, dejándonos ver. ¡Cuidado!, por eso digo. Nunca del revés, nunca volver a las andadas, nunca volver (ojo, la Tradición no es volver)
A nosotros se nos oculta el por qué, desde hace no más de doscientos años (muchos para el reloj, aunque tampoco tantos para la Historia), esta cosa que ahora llamamos vacía (aquí la llamamos así, la España vacía, pero en el País de las Maravillas la llaman País de las Maravillas vacío), se nos oculta por qué, habiendo estado llena, se nos haya quedado vacía, como sin querer. Esto se nos oculta. Ese “querer” se nos oculta. Se nos trasforma en “sin querer”. Nadie ha querido vaciar nada, se nos ha vaciado sin que nadie la vaciase. Nadie puede decirnos cómo la vació. Y como nadie nos lo dice, no lo sabemos, y como no lo sabemos nos lo inventamos
¿Cómo?
Pues corriendo al revés.
Pues no. Ni nada se vació al revés para llenarlo todo a lo derecho, ni nada se hizo a lo derecho para empezar ahora del revés. No, que mientras el cuerpo aguante, podremos darle vueltas a la cosa. No volvamos a la cosa vacía por la senda que trazaron al dejarla los que se fueron, nuestros padres, abuelos y tatarabuelos, que ni podemos volver a cagar (usted perdone) como lo hicieron ellos, en la cuadra o en el campo por ahí, ni tampoco queremos hacer lo mismo entre atascos y a golpe de sirena o de silbato como lo hacemos nosotros ahora y aquí, los hijos, nietos y tataranietos de aquéllos. Ni podemos ni queremos esa tradición (ojo, la Tradición no es volver. Se hace camino al andar)
Algo se nos oculta. Será que un “revés” no es un “envés” (aunque rime), y la rima, tan fecunda en la poesía, nos la juega cuando sale de su casa. Algo se nos oculta, pero a lo lejos, y si pones la palma de la mano por encima de las cejas de visera mejor, algo se podría medio ver. Aquí en el desierto yo no veo nada. Me voy a lo lejos, me voy a la ciudad. Aquí en la ciudad me aturdo. La ciudad me aturde. Se cuenta (Ferris, autoridad en M. Hernández), creo que Ferris cuenta que pasando por la Gran Vía un día de entreguerras por allá de los años treinta del pasado siglo XX, con un saco de naranjas a cuestas camino de la casa de su amigo Vicente Aleixandre, enfermo en cama, Miguel Hernández se para delante de la Telefónica, (17 plantas bajo el pingorote que hace de sombrero). Se para y mira hacia lo alto: ¿Rascacielos? Qué rascacielos ni gaitas, ¡Rascaleches!
Imagino un rascaleches desgranándose piso por piso, casa por casa, deconstruyéndose ordenada y laboriosamente, convertido al final en trescientas o cuatrocientas cositas, casitas. He soñado algo así.
¿Autocaravanas?
Vale. Casitas prefabricadas. Casitas que se mueven. Oficinitas, tiendecitas, barecitos, cafecitos, kiosquitos, vale, vale autocaravanas. Imagino tubos de escape como chimeneas. Imagino a la bahía del Hudson y a Manhattan desgranada en cientos de miles de casitas que se mueven, millones de casitas con ruedas, millones de caravanas desparramándose por las praderas vacías de la cuenca del Misisipi desde Nueva Orleans hasta Minnesota, para nunca jamás apelotonarse unas encima de otras, como empujadas por una cosa que no es una Dana pero que, si no se nos ocultase la forma en la que el País de las Maravillas Vacío y la España vacía se vaciasen y creciesen amontonadas en Telefónicas y rascaleches (Chicago, Hong Kong, Manhattan), si no se nos ocultase eso, ¿qué sería eso? ¿a qué nombre respondería eso? Lo he soñado.
En este Levante nuestro se acaban de superponer varias cosas y sólo conocemos el nombre de la primera: DANA, Un fenómeno natural. El nombre de la última se desconoce. Recién nacida, es una criatura todavía sin bautizar. Y entre la DANA y esa criatura recién nacida, solo Muerte, Dolor y Barro. ¿Lo hemos soñado todos?. Despierto, pienso en ese sueño colectivo. ¡Socorro! Se necesitan campanas. Necesitamos un despertador.
Algo se nos oculta. Verá usted. Le podré contar nuevos detalles, pero aún sin bautizar, esa criatura recién nacida patalea y chilla. Desnudita, hace caca y hace pis. De improviso suena una campana. Suena una sirena. Suena el despertador. Punto y aparte.
En Guardamar de Segura (Alicante), “con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar sino vuela, un velero bergantín.”
¿La Canción del Pirata? ¿Espronceda? ¿Se refiere usted al poeta? ¿Al Romanticismo en general?
No, me refiero al Ayuntamiento de Guardamar de Segura y me refiero a la fecha de esta semana, 12/11/2024, aunque también tengo noticia de otras clínicas de maternidad en las que más criaturas desnuditas …, caca…, pis. Parece ser que una zona inundable, próxima a la desembocadura del río Segura, se destina para la construcción de 1.000 viviendas según proyecto y presupuesto vivitos y coleando. Y se quiere hacer a la mar ese navío, viento en popa. A toda vela. Suenan las sirenas, pero a media voz. Dada la DANA con toda su Muerte, Dolor y Barro, ya digo, a 21/11/2024 se discute todo esto a media voz. La criatura, todavía sin bautizar, demanda nombre. Se discuten nombres. Hay pañalitos más caros y más baratos y se discuten pañales. La cunita. Hay cunitas de cuatro ruedas y otras solo tienen dos. Se discuten cunitas. Hay leche natural en las tetitas y leches sintéticas en el biberón. Se discuten leches. Por todas partes se discuten leches y leches.
Cambio y corto. Estoy despierto. Tengo los ojos como platos.
Fdo: Ángel Coronado