El 40 por ciento de la dieta infantil en España proviene de ultraprocesados
El 36 por ciento de los niños españoles sufren sobrepeso u obesidad, según reflela el estudio Aladino 2023 sobre Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad, elaborado por la revista Consumer, medio de comunicación de referencia en el ámbito del consumo.
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Estas cifras alarmantes llegan acompañadas por un fenómeno aún más grave, la aparición temprana de enfermedades cardiometabólicas, como diabetes tipo 2, hipertensión o colesterol alto, que antes eran casi exclusivas de los adultos.
Durante las últimas décadas, la dieta infantil en España ha sufrido un cambio radical y el consumo de alimentos ultraprocesados se ha disparado, pasando del 11 por ciento en 1990 al 40 por ciento en 2023, aunque hay estudios que apuntan a datos aún más altos.
Un estudio publicado en la revista Jama en mayo de 2024 y liderado por un equipo investigador de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (URV) en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) y el Centro de Investigación Biomédica en Red Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), encontró que, de cada 100 gramos de alimento consumidos por los niños, unos 47 gramos eran ultraprocesados.
Pepe Serrano, pediatra de atención primaria y secretario general de la Sociedad Catalana de Pediatría, ha insistido en el cambio de hábitos en las familias.
“Antes predominaba la cocina de la abuela, pero ahora se ha perdido y ha sido reemplazada por una cantidad enorme de alimentos poco recomendables”, ha alertado.
Esta transición hacia un mayor consumo de ultraprocesados ha desplazado las tradiciones dietéticas saludables, como la dieta mediterránea, que se caracteriza por su riqueza en vegetales, frutas, legumbres y pescado, todos frescos y preparados de maneras que mantienen su valor nutricional.
Pero la globalización ha arrasado con la mayoría de las dietas tradicionales, desplazando alimentos saludables y poniendo en su lugar productos con escaso valor nutricional y con un altísimo grado de adherencia por sus características, como su bajo precio o su sabor.
“En la alimentación complementaria, a partir de los seis meses, ya hay productos específicamente diseñados para bebés que son ultraprocesados y poco recomendables, que se venden en supermercados y farmacias y que son innecesariamente ricos en azúcares y sal”, ha explicado el pediatra.
Como ha apuntado Serrano, según la ciencia no existen productos destinados a los niños.
“A partir de un año de vida, un menor puede comer los mismos alimentos que un adulto; la única precaución que debemos tomar tiene que ver con la forma y el tamaño del alimento para evitar que se atraganten”, ha recordado .
El efecto de los ultraprocesados en los menores
Comer alimentos ultraprocesados desde pequeños tiene dos efectos negativos claros, ha apuntado Serrano.
“Un efecto directo, porque aquello que comen no es adecuado por la cantidad de grasas, azúcares o sal, pero también tiene una consecuencia indirecta: los niños se van habituando a texturas y sabores que no existen en los alimentos sin procesar”, por lo que es casi imposible que se sientan atraídos por la fruta o las verduras", ha advertido.
El estudio de la Universitat Rovira i Virgili, investigó el impacto que tiene en la salud una dieta rica en ultraprocesados en 1.500 niños entre los tres y los seis años de diferentes ciudades (Reus, Córdoba, Santiago de Compostela, Navarra, Valencia, Barcelona y Zaragoza), que forman parte del estudio multicéntrico CORALS. “
Aunque se trate de un estudio observacional, la tendencia que hemos visto es alarmante, ha reconocido Khoury, doctora adscrita a todos estos centros e investigadora principal del estudio.
“El consumo de ultraprocesados en la primera infancia ya muestra afectación en los parámetros cardiometabólicos”, ha añadido Nancy Babio, profesora investigadora de la URV y coautora del estudio.
Según los resultados, los niños que consumían más ultraprocesados tenían unas puntuaciones más altas en el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, el índice de masa de grasa y los niveles de azúcar en sangre. También tenían niveles más bajos de colesterol HDL –el “bueno”– en sangre.
“Lo importante no es la cifra, si no que, si ya con tres años vemos esta relación y esto se mantiene en el tiempo, estos niños aumentarán de peso y se presentaran las comorbilidades asociadas”, ha resaltado Babio.
Las elecciones alimentarias que tomamos para nuestros hijos, marcadas por la presencia excesiva de ultraprocesados, están determinando su salud presente y futura.
“En la historia de la humanidad, cada nueva generación ha aumentado su esperanza de vida respecto a la anterior. Las estadísticas nos dicen que, por primera vez en la historia, nuestros hijos vivirán menos que sus padres porque se adelantan 30 años todas las enfermedades del adulto. No solo vivirán menos, sino con menos calidad de vida”, ha concluido Babio.
En las edades tempranas es donde se establecen los hábitos, que se consolidan en la adolescencia.
Esto, junto con las consecuencias nefastas que tienen sobre la salud, nos podría llevar a pensar que lo mejor sería prohibir el consumo de estos alimentos en casa, pero Babio opina diferente.
“Una de las cosas que me gusta decir es que es la restricción conduce al abuso. Un alimento prohibido genera deseo y al final, cuando lo comen, se exagera el consumo”, ha sentenciado.