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TRIBUNA / ¡Eres feo!

Mario González incide en este artículo de opinión, al hijo de la ley Trans, en que la sociedad ha llegado a un punto en el que la realidad ha quedado desdibujada por completo y ha sido sustituida por un sentimiento. 

TRIBUNA / ¡Eres feo!

Detrás del constante ataque a las libertades individuales que estamos viviendo lo que subyace realmente es la mentira. Nos mienten tanto y desde hace tanto tiempo que ahora quieren que nos mintamos a nosotros mismos y que mintamos a nuestros seres queridos. Nadie le dice a su hijo: eres feo… pero es feo. Es muy feo. Todos lo saben. Hasta él lo sabe. Pero mentimos. Es más fácil. Hemos llegado a un punto en el que la realidad se ha desdibujado por completo hasta el punto de ser sustituida por un sentimiento. En ese contexto, llega la ‘Ley Trans’ con un sinfín de aberraciones (autodiagnóstico, terapias de conversión y afirmación, transiciones sociales y médicas, etc…) que no merecen más comentario.

Lo que sí merece comentario es lo que está detrás. La verdad que se esconde: que el sexo no se elige como tampoco se elige el nacer, ni siquiera dónde, ni en el seno de qué etnia, tribu o familia.

El color de piel, de los ojos y de los dientes no se elige, ni tampoco la estatura, el tono de voz, etc… y, sin embargo, cada uno de esos matices son factores diferenciales que nos hacen, a cada uno, únicos e irrepetibles y, por lo tanto, valiosos.

El cuerpo, en definitiva, no se elige, pero forma parte de nuestro ser, carácter y comportamiento. El cuerpo nunca le ha pedido permiso, para materializarse, a nuestra conciencia, por eso todos en algún momento nos hemos sentido extraños en nuestro cuerpo o lo seguimos sintiendo. ¿Es una tara? Por supuesto que no. Es una realidad que debemos asumir para lograr nuestro sitio en el mundo.

Frente a esta realidad, se alza ahora la ‘Disforia de Género’ –ese no estar a gusto con nuestro propio cuerpo-, que no es ninguna novedad, pero sí lo es su instrumentación para intentar darle la vuelta a la tortilla: que nuestra conciencia pueda auto determinar un cuerpo sobre la base de un sentimiento. Se persigue la cuadratura del círculo sin reparar en que, al intentar escapar de nuestro cuerpo real, caeremos prisioneros de mil y una esclavitudes. Se trata, en el fondo, de otra droga para poner fin a las dificultades intrínsecas a la vida. Una droga para escapar de dónde nadie puede escapar.

Y esa droga se inyecta con la ‘Cultura de la Mentira’ instaurada en el seno de nuestra sociedad para facilitar las excusas necesarias para que las personas puedan vivir una carrera de autodestrucción. Y va acompañada de una autocensura que ni siquiera nos permite hacer chistes de tartamudos, gordos, cojos, etc…, colectivos que antes se reían de sí mismos y que ahora, formalmente protegidos, viven peor que antes. Se trata de una trampa política –otra maniobra gatopardista- que vende, bajo la excusa de proteger a personas/minorías con problemas de adaptación, un buenismo irreal que conduce al extremo opuesto. Se trata de populismo puro y duro para esconder una realidad incontestable: cuando la oferta es estatal y gratuita es que el precio eres tú. Esa necesidad por hacerse visible y empoderado, patrocinada por la propaganda de los ministerios, las redes sociales y un falso progresismo convertido en ilusión -léase religión-, provoca un alejamiento de la realidad al tiempo que divide y dispersa a las personas para convertirlas en presas fáciles para un Estado que ya lo controla casi todo. Antes existía la brecha generacional que siempre ha generado problemas, pero ahora hay muchas otras brechas, incluso dentro de una misma familia. Este es el barro donde quieren hacer germinar la reasignación de género ex lege.

La verdad es que nadie nace en un cuerpo equivocado. El Universo -la Física y la Química que lo gobiernan- no se equivoca porque tiene leyes naturales e inexorables. Hasta ahora el maquillaje servía, siendo tú mismo, para potenciar virtudes y disimular defectos, pero eso ahora ya no basta. Lo saben y tienen un nuevo producto listo para la venta: la ‘sublimación trans, con la que, a su decir, podrás sentir lo que no eres –ni nunca serás- en lugar de ayudarte para que alcances el máximo de tú potencial, donde serías, sin ninguna duda, feliz. Frente a esto, te prometen eliminar la fuerza de la gravedad para que flotes por siempre en otro universo a sabiendas de que más pronto que tarde caerás por tú propio peso. Nos quieren engañar con unos ‘barbie y kent personalizados’ y lo hacen tan bien que, mientras rechazamos la selección racial practicada por los nazis, abrazamos esta nueva selección estatal en la que la reasignación del género no es sino otro eslabón en la cadena que conformará una sociedad de auténticos imbéciles, aislados y anestesiados moral y civilmente. Están fabricando ya los ‘avatares’ de los que se servirán en un futuro cercano, apoyados en un cortoplacismo que lo inunda todo y del que es difícil escapar. El heteropatriarcado -que dicen combatir- ha dado paso a la ‘tiranía del sentimiento’, tan caprichosa como deletérea. En suma, estamos ante la apoteosis del ilusionismo y del narcisismo. Las víctimas somos todos, pero los que primero pagarán el pato serán aquellos que ya tenían patologías previas (depresión, esquizofrenia, autismo, etc.…) porque se trata de ilusiones tan letales como irreversibles. Y alevosas: por eso se deja fuera a los padres y a los jueces para que la persona esté sola y tire por la calle de en medio. Y todo en abierta contradicción con el resto de las acciones que quedan limitadas por una normativa excesiva y una burocracia compleja. Lo ‘trans’, sin embargo, tiene vía libre, quizá como una excrecencia de lo ‘indepe’.

¿Dónde está la solución? En decir la verdad caiga quién caiga. En reconocer que eres feo… como casi todos, aunque eso no signifique nada. En que te lo digan y te prevengan tus padres desde el principio, pero incidiendo en que, por encima de todo, eres valioso y tú vida también lo será si apuestas por ser quién eres y potencias tus virtudes en busca de la mejor versión de ti mismo. No necesitas hormonas ni bisturíes sino ser tú mismo para abrirte un hueco, aunque desde luego la familia, los amigos e, idealmente, una sociedad abierta e igualitaria te servirán, por este orden, de mucha ayuda. Al margen de aquellos casos que requieran de una intervención médica prescrita por la ciencia, optar por la ‘Ley Trans’ te sumergirá en un pozo del que será imposible salir o sacarte, al haberte aislado por completo tanto de la sociedad como de tú propio cuerpo. Piénsatelo muy bien.

Mario González. Abogado. MautikoAbogados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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