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TRIBUNA / El mal sueño de una mañana de invierno

Mario González incide en este artículo de opinión, en la politización del Tribunal Constitucional, cuando se cumplen 36 años de la expropiación de RUMASA.

TRIBUNA / El mal sueño de una mañana de invierno 

Para aquellos que quieren entender nuestra realidad escribo sobre el aniversario de la expropiación de RUMASA del que este enero se cumplen 36 años de la publicación en el BOE (03.01.1987) de la STC Nº 166/1986, de 19 de diciembre, que desestimó la cuestión de inconstitucionalidad promovida frente a los Arts. 1 y 2 de la Ley 7/1983 que convalidó el RD-Ley 2/1983, de 23 de febrero, por el que se ejecutó la misma y, todo ello, gracias al voto de calidad del presidente, García Pelayo, que hizo que el TC declarara que “la Ley 7/1983, de 29 de junio, no vulnera en los términos expuestos el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva reconocido por el art. 24.1 de la Constitución puesto en conexión con las garantías de la propiedad privada que establece el art. 33.3 de la misma Norma fundamental”, frente al voto particular, de Rubio Llorente y Truyol Serra, que entendía que las características concretas de esa ley -que en la STC no se analizaron- “hacen imposible que los titulares de los bienes expropiados puedan ejercitar el derecho a una tutela judicial efectiva que garantiza el art. 24,2 de nuestra Constitución”, viciando de inconstitucionalidad dicha expropiación.

El TC está para imponer la fuerza vinculante de la Constitución que es una norma jurídica, tan aplicable como vinculante, y no un programa de acción política o un catálogo de recomendaciones a los poderes públicos y, por lo tanto, debe ser respetada por el Parlamento, concediéndole su primacía antes de promulgar cualquier Ley. Luego, su ulterior defensa necesitará de un gobierno que respete tanto las libertades públicas y los derechos individuales que la Constitución consagra, así como la imprescindible separación de poderes.

Sin embargo, ahora mismo estamos viviendo maniobras políticas de todo tipo con el único fin de controlar el Tribunal Constitucional (TC) que, lógicamente, en algunos han despertado el fantasma del ‘Caso Rumasa’ porque fue el primer caso en el que un gobierno violentó la voluntad del mismo y, particularmente, la de su entonces presidente, García Pelayo, que antes de irse –seguidamente abandonó el TC- propició, con su voto de calidad, que dicho tribunal otorgara carta de constitucionalidad a unas leyes absolutamente inconstitucionales a través de las cuales el gobierno socialista llevó a cabo la expropiación de RUMASA.

Felipe González y Miguel Boyer fueron entonces los protagonistas –haciendo, de paso, famoso a Ruiz Mateos- de ese primer gran manoseo al TC que acabó con su imparcialidad y su neutralidad, alcanzándole con las ‘cuotas de los partidos’ -las ‘ganaderías’ previamente introducidas en el CGPJ- que hacen que quién gane las elecciones se haga a renglón seguido con la mayoría del TC y con su presidencia, con el voto de calidad que la misma comporta (exactamente lo que acabamos de ver con Conde-Pumpido).

Esta fue la zancadilla definitiva para trastabillar a la democracia en España al quebrar los socialistas, intencionadamente, la imprescindible separación de poderes con esa actuación que se sumaba al “Montesquieu ha muerto” del 82 y a la LOPJ del 85 (que acabó con el derecho de los jueces a elegir 12 de los 21 miembros del CGPJ). Lógicamente esto no iba a traer nada bueno y no lo hizo, dando paso al ‘liquidacionismo (ese “al enemigo, ni agua” de Guerra y González) en el que seguimos instalados, sobre todo desde que ZP abriera la caja de Pandora y Sánchez la destapara del todo. Lo peor de todo, sin embargo, llegaría después, con la victoria del PP en el 96 (Aznar ganó por 1,16 puntos y 15 diputados, pero sin mayoría absoluta: 156 escaños), cuando en lugar de empezar a trabajar para corregir los desmanes de la primera era socialista que empezaron ese oscuro 82, se decidió –volitivamente también- confirmarlos.

Así se confirmó el conchabeo con los ‘indepes’, el fin de la representación, la eliminación del mandato electoral… dando a luz a la ‘PPSOE’ con la matrona de la ‘la lista más votada’ que en ese momento necesitaba Aznar para pisar moqueta y escribir en el BOE. Desde entonces ‘todo sigue igual’ como dice la canción, hasta el punto de que estos días vemos a Feijóo suplicando que gobierne la lista más votada tras consultar con su bolita demoscópica.

Todo tiene un principio y éste lo encontramos en el mal sueño de una mañana de invierno en la que el TC autorizó el atropello de la expropiación de RUMASA sucumbiendo a las presiones políticas socialistas que no sólo pusieron ruedas a los bienes de Ruiz Mateos, sino también a nuestro Estado de Derecho y a nuestra democracia, pues no puede haber auténtica democracia sin el imperio de la Ley y sin una Justicia independiente.

Reflexiónenlo.  

Fdo: Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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