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TRIBUNA / Aborto y libertad

Mario González defiende en este artículo de opinión que el derecho al aborto tiene que ver con el derecho a la vida de la madre. Otra cosa es, en su opinión, combatir la lacra que supone 100.000 abortos al año en España y que dejan en mal lugar las políticas sociales que se aplican en favor de las familias.

TRIBUNA / Aborto y libertad

Ahora, cuando 13 años después está a punto de promulgarse la nueva Ley del Aborto para sustituir a la primera, a la LO 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo –prueba inequívoca de la politización de los altos tribunales en España-, que estableció una ley de plazos (libre hasta la semana 14 de gestación y, a partir de ahí y hasta la semana 21, cabría un aborto terapéutico por causas médicas como malformación del feto o peligro para la vida de la madre), ahora, digo, parece que el Tribunal Constitucional (TC) está decidido a abordar la compatibilidad de esa primera ley con el Art. 15 CE que reza que “todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra”

Al margen de las ‘ganaderías políticas’ y de la redacción final de la sentencia, todo apunta a que el TC va a respaldar ese sistema de plazos reconociendo, con lógica, su constitucionalidad. Esto ha vuelto a disparar las polémicas sobre dicha institución que se habían ido apagando con el transcurso del tiempo. Una prueba de ello es la extensa defensa del Derecho a la Vida frente al Aborto sostenida por Daniel Rodrigálvarez Encabo en una Tribuna del pasado día 04.02.23 en El Mirón de Soria, recogiendo todos los argumentos tradicionales contra el mismo, desde los biológicos hasta los sentimentales. Entiendo que la cuestión del aborto es muy personal porque viene tamizada por numerosos factores, pero el Ordenamiento Jurídico sólo debería atender a la lógica y a la razón.

A mi juicio, el Derecho al Aborto tiene que ver con el Derecho a la Vida… de la Madre, que no sólo se ve comprometido en un sentido estricto en el momento del parto, sino también en un sentido amplio al sacrificarse a partir de ese momento en beneficio del hijo (así ocurre en la inmensa mayoría de los casos). Y no sólo compromete su Derecho a la Vida, sino que también compromete su Derecho a la Libertad 17 CE (“Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad”) que quedará, cuando menos, condicionado a partir del alumbramiento. Y sin Libertad no hay Vida posible, al menos humana. Sin Libertad no hay nada. Por eso, la decisión de llevar a término el embarazo y dar a luz a un hijo sólo puede ser de la Madre y de nadie más. Así de sencillo. Otra cosa sería quitarla su Libertad, que es un derecho fundamental superior al de la Vida, pues no existe una Vida Plena sin Libertad.

El Ordenamiento Jurídico, no obstante, ha creado una ficción jurídica para proteger también al nasciturus, a esa vida humana ‘en formación’, y de ahí los plazos que podremos discutir semana arriba o semana abajo pero que deben existir a favor de la Madre y con total Libertad.

Lo cierto, además, es que la persona sólo tiene derechos realmente a partir de su nacimiento –a partir de nacer con vida- y no los consolidará hasta que adquiera después la plena capacidad jurídica que le permitirá ser sujeto tanto de derechos como de obligaciones.

Antes del nacimiento con vida puede ser sujeto de unos derechos ficticios, pero los derechos plenos y auténticos como persona no los tendrá hasta la mayoría de edad (siempre que siga con vida). Así que, lógicamente, lo que no tiene vida aún, no puede reivindicar para sí derecho real alguno y por eso el Aborto debería ser un Derecho de la Madre en exclusiva –en la práctica lo es- entrando los derechos del otro progenitor en funcionamiento, junto con sus obligaciones, en el momento de ese nacimiento con vida. Ese “todos” del 15 CE significa eso mismo: que ninguna persona lo es antes de nacer con vida y que, hasta ese momento, no pertenece a ese “todos”.

Otra cosa es combatir esa lacra que, sin duda, suponen los 100.000 abortos al año en España, cifra que multiplica por dos mil a las llamadas ‘víctimas de la violencia de género’ –todo en números redondos- que, sin embargo, acaparan titulares y recursos que bien se podrían destinar, siquiera en parte, a combatir el Aborto, porque el aborto, a mi parecer, nos habla de que los servicios públicos y las políticas sociales no funcionan, porque la decisión de abortar viene, en el fondo y en una parte significativa de los casos, de las condiciones económicas que soportan la mayoría de las familias en España. Por eso, el aborto nunca se podrá combatir con leyes ilógicas y restrictivas, ni con intimidación o coacciones, sino con una auténtica política que impulse a las familias. Cualquier otra cosa será propaganda y tirar el dinero… y eso sí que lo bordan. 

Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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