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CARTA AL DIRECTOR / El catoblepas

Ángel Coronado incide en esta carta al director en la defensa del Cerro de los Moros y sus defensores, calificados como "machadianos" por el alcalde. 

CARTA AL DIRECTOR / El catoblepas

Al heraldo de los Dioses, otro Dios, Grecia y Roma llamaron Hermes y Apolo. Al otro extremo de la escala, al heraldo del alcalde llamamos hoy pregonero. El Heraldo de nuestro alcalde dice que se le ponen los pelos de punta. En efecto, todavía reciente la tinta publicaba en El Heraldo de Soria esto: : “No hacía falta el rodeo para hablar del urbanismo y las 1.200 viviendas que permite el planeamiento, no diciendo cómo salvo por una ordenación detallada que no vincula y cuyo plano pone los pelos de punta. Para estar preocupado por tal desbarajuste no hace falta alertar de que vienen los machadianos

Al Heraldo de nuestro alcalde llamaremos ahora y aquí el pregonero. Al pregonero se le ponen los pelos de punta. Y a nosotros, los machadianos, también. A los que no queremos manchar el cerro con cemento llamaremos, como lo hace el pregonero y presuntamente también nuestro alcalde, los machadianos. Pregonero y alcalde se refieren a nosotros como “los machadianos”. Por otra parte, machadianos o no, y todos a una, con los pelos de punta. Y entre tanto barullo alguien que suponemos frío, calculador, siniestro, impasible como el amo Corleone de Sicilia o de Calabria o de Nueva York, empuñando su arma letal, envenenada, 1.200 viviendas como 1.200 balas, taca- taca- taca- taca- taca- tacatá. Alguien de cuya estirpe no conocemos nada excepto que siendo el dueño de un buen trozo del Cerro que no es de los moros sino de él, se nos ha pintado así, empuñando el PGOU como si de un fusil ametrallador fuese y taca-taca, nos tiene a todos con los pelos como escarpias. Escuchen: “Las 1.200 viviendas que permite el planeamiento” El pregonero no dice lo que impone, ordena o manda el PGOU sino lo que permite. Lo digo porque de la orden al permiso separa un trecho

Permítaseme una pequeña digresión. Cuando las ciencias de la naturaleza y entre las mismas la zoología no había llegado al punto de perfección en el que ahora estamos (ahora, que estamos destruyendo especies que ni siquiera hemos llegado a conocer vivas y todavía calientes, que no fósiles, enterramos como extintas), existían los llamados “bestiarios”, conjuntos o directorios de animales imaginarios entre los cuales uno, el Catoblepas, rivalizaba con todos, especialmente contra los basiliscos. Desprovisto de toda agresividad como el basilisco que siempre furioso y agresivo, escupía fuego por boca, nariz y ojos, era la viva estampa de la indiferencia y la pasividad. Pero mientras a basiliscos y dragones cabía defenderse e incluso vencer, y si no que se lo pregunten a San Jorge, la propia pasividad y mansedumbre del Catoblepas era su arma letal. Nadie sabe lo que pasaba si el Catoblepas, con su mirada inactiva y perezosa, te miraba, pero si tú cruzabas la tuya con la suya, ¡Ay Carmena, Macarena! ¡Pobre de ti! Eras sin remedio hombre perdido y muerto.

Pasivo, callado, frío pero con todo su potencial mortífero intacto, el propietario de buena parte del Cerro de los Moros, ahora suyo, empuña el PGOU y nos amenaza taca-taca. Tememos mirarlo. Nos jugamos la vida en ello. De ahí los pelos de punta. Solo que, aun con los pelos así, una especie de San Jorge secundado por su pregonero en especie moderna de Roberto Alcázar y Pedrín, nuestro alcalde y su pregonero luchan dando estocadas a ciegas, por si acaso, y obviando ese trecho insondable, el que separa una orden de un permiso. Tiene prisa Roberto Alcázar. Quiere convocar el Consejo Sectorial de Urbanismo con el cadáver del Catoblepas colgado de la percha como el cazador cuelga el conejo de su percha o el matador saluda montera en alto y en redondo al tendido mientras las mulillas arrastran a la fiera fuera de la plaza.

Mi querido Roberto Alcázar y apreciado Pedrín. El Catoblepas no es nadie solo. Necesita de tu mirada. Y mata. Sin embargo se ha descubierto modernamente que las miradas, como los virus, sufren trasformaciones y mutan. Una presunta mutación en la forma de mirar, variante soriana, parece haberse producido. Ignora la diferencia decisiva que separa una orden de un permiso. Y a los machadianos, atrincherados entre cárdenas roquedas, se nos ponen los pelos de punta con estas cosas.

¿Ay Valonsadero? Veo mucho peor al Cerro. Ay! Cerro. Taca-taca-taca.

Fdo. Ángel Coronado

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