TRIBUNA / Un opaco vacío en Soria
Saturio Hernández de Marco invita a reflexionar en este artículo de opinión sobre la lucha contra la despoblación, lo que requiere, y la realidad del día a día, a veces salpicada de reconocimientos.
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TRIBUNA / UN opaco vacío en Soria
Diría algún autor que el …”fenómeno de la despoblación está presente en buena parte de España e incluso en múltiples áreas de la Europa rural (Foss y Juvkam, 2003, pp. 24 y 41). Y cuenta ya con serios diagnósticos, análisis y estrategias políticas. Hay un alto nivel de consenso en torno a dos tipos de soluciones prioritarias: la diversificación económica en las zonas rurales, más allá de las tradicionales actividades agropecuarias; y la accesibilidad efectiva a servicios públicos y privados, en condiciones comparables con las áreas urbanas (Collantes y Pi-nilla, 2019, pp. 76 y 230).
También hay un cierto consenso, tanto académico como político, en que la lucha contra la despoblación requiere de gobiernos locales fuertes y sostenibles (Esparcia, 2021, p. 94). Aunque este enunciado convive de facto con estrategias de ordenación territorial de alcance autonómico (y poco protagonismo local) y con múltiples planes y estrategias estatales y autonómicas, donde los municipios y provincias son, básicamente, perceptores y gestores de subvenciones para la ejecución de políticas supralocales contra la despoblación.
Así, las múltiples actuaciones contra la despoblación previstas por el actual Plan estatal de Recuperación, Transformación y Resiliencia se están desarrollando a través de numerosas convocatorias de subvenciones (muchas de ellas territorializadas en las comunidades autónomas) para los concretos objetivos o acciones fijados en cada convocatoria.
Todas estas medidas sin duda que pueden tener efectos directos y positivos contra la despoblación. Pueden estimular la actividad económica y la prestación de servicios en las áreas rurales. Pero no están promoviendo gobiernos locales robustos y sostenibles que puedan diseñar sus propias estrategias de sostenibilidad. La debilidad institucional de los municipios locales rurales tiene múltiples causas.
Una es su escaso tamaño en muchas regiones, como Castilla y León (López Ramón, 2021, pp. 29-51). Otra es la deficiente configuración jurídica del nivel supramunicipal de gobierno local (las provincias), de las entidades de cooperación intermunicipal y de la iniciativa económica local.
A esta lista hay que añadir un sistema de financiación local que beneficia a los grandes municipios urbanos y perjudica a una buena parte de los municipios rurales, aunque no a todos (Muñoz y Suárez, 2018, p. 19; Cordero et al., 2022, p. 126).
En especial, a los municipios rurales medianos que vertebran la actividad económica y los servicios de su espacio comarcal. A este resultado se llega, fundamentalmente, porque el régimen de transferencias regulado en la Ley de Haciendas Locales (Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales: LHL) no tiene una función niveladora o ecualizadora.
Asegura primariamente la sostenibilidad financiera de los muy grandes municipios, y presta una atención secundaria a los municipios medianos y pequeños. De un lado, la cláusula de status quo (art. 120.1 LHL) asegura a los municipios muy grandes la financiación más favorable que ya les proporcionaba la LHL de 1988 (Arrieta, 2010, p. 9934). De otro lado, los arts. 111 y 122 LHL establecen transferencias separados e incomunicados: uno para los grandes municipios (de más de 75.000 habitantes y capitales de provincia); y otro para el resto de los municipios (lo que incluye a todos los municipios rurales).
Entre estos dos grupos de municipios no hay ningún instrumento de nivelación. Solo en el seno del segundo grupo, el de los municipios comunes, hay una cierta nivelación o compensación interna, entre los municipios con mayor y menor capacidad financiera, porque para la distribución de la cantidad total anual destinada por el Estado a este grupo de municipios se tiene en cuenta la capacidad tributaria de cada municipio (art. 124.1 c) LHL) lo que normalmente beneficia a los municipios pequeños y rurales, que cuentan con menores ingresos tributarios propios (porque las bases imponibles de sus tributos son más pequeñas)…”.
Ahora con este texto, recogido de un sesudo comentario de revista, tendría que preguntar a los que hayan empezado a leer esta Tribuna, pero han entendido algo; está bien, o mal, da igual, que no me entiendan a mí cuando escribo sobre el Cerro de los Moros, o sobre otras cuestiones, pero tampoco en este caso, pues eso, lo transcrito anteriormente, está alejado del día a día.
El día 20.1.2023 se publica en el País “Las Farmacias de las zonas rural ayudan a frenar la despoblación”, con la firma de Andrea García, y con la advertencia de que la falta de personas las hace o puede hacer muy irrentables.
El día 21.1.2023, Javier Jérez, en Cartas al Director en el Mirón de Soria se publica con el título de “Precariedad Laboral”, la falta de atención de los poderes públicos en el empleo de Soria, lo que hace un notable abandono de empleo, cada vez es menor el comercio que se mantiene, muchos negocios acaba cerrando y “ni el Ayuntamiento, ni la Junta, ni la Diputación ponen remedio a la escasez de empleo”.
El 12.1.2023 el País semanal publicaba el artículo de Juan Navarro sobre “El joven que guarda la memoria de la España vaciada” y el mismo es David Ortega, al que consideran un “poco abuelo”, tiene 26 años y va contando el articulista lo que hace y que su madre le dice que “a ver cuándo terminar-saca la oposición”.
Pero claro, mientras no se asiente la población el incremento de lo opaco y de la despoblación irá en aumento.
Y cómo hacerlo; pues no se hace, se observa, con pequeñitos premios ocasionales que no continúan en el tiempo, y eso por la poca población limita la rentabilidad y los efectos positivos de un asentamiento duradero y sin asentamiento duradero, nada.
Fdo.: Saturio Hernández de Marco