"Soria le aportó una plenitud de vida"
entrevista de cerca Elena Diego MarínHIJA DEL POETA GERARDO DIEGO
Su padre es uno de los mejores poetas que ha dado las Letras españolas en toda su historia. Elena Diego nos habla de su progenitor y de su vinculación con Soria, a la que siempre quiso volver.
Un tesoro por crecer
Radio vida
Habla pausado, en voz baja, pero a la vez muy claro. Y con la emoción de recordar a su padre y sentir que sigue siendo querido en Soria.
Su padre está unido a Soria para siempre...
Como nos recordaba Esther Vallejo en el trabajo espléndido que ha hecho, está el poeta como la ninfa en el laurel. Soria y mi padre, entrañados, realmente me llena de emoción el recordarlo y de gratitud el ver que Soria es plenamente consciente de ello, que mima a sus poetas, que los recuerda, que los celebra. Hay pocos lugares en el mundo, y por supuesto en España, en donde suceda.
Su padre nunca renunció a su Santander natal...
Santander mi padre lo llevaba en el alma. Hay un libro que podría compararse con Soria Sucedida, que es Mi Santander, mi cuna, mi palabra, lleva recuerdos santanderinos, de paisajes, de amigos, de lugares. Realmente no es necesario y sería totalmente falso y nefasto incluso, el renunciar a las raíces, por complacer otro lugar. Creo que todos caben y que se complementan en muchas cosas. El espíritu de mi padre era suficientemente abierto, amplio, curioso y explorador, como para descubrir y asimilar todo.
Estuvo apenas dos años en Soria, pero le marcó. ¿Qué le aportó?
Fue una estancia muy breve pero realmente repetida luego en cuanto podía. Lo que le aportó fue una plenitud de vida. El poder personalmente ser independiente con su trabajo, con su porvenir, cosas que un joven no siempre tiene claro, sobre todo si decide estudiar Letras. Por otra parte, en Soria encontró un ambiente de personas capaces de comprender, acompañarle, complementar, discutir con él, y ser amigos del alma para siempre. Y luego un paisaje y un entorno tan distinto al que él conocía, que también fue muy enriquecedor.
¿Hasta qué punto su padre era una persona con inquietudes?
Era una persona, desde el punto de vista social, liberal, muy firme en sus convicciones, pero muy respetuosa con la de todos los demás. Creo que es la esencia del liberal. Y partiendo de ahí, era una persona con un espíritu muy abierto hacia los demás y lo demás, con una inmensa curiosidad por todo, con un entusiasmo tremendo. Era una persona muy tímida y con un sentido del humor tremendo. Y con mucho genio, también.
Otra de sus facetas era la música ¿De dónde le viene su afición?.
Música y poesía van muy unidos. La afición fue temprana, desde niño. Empezó a estudiar solfeo en la escuela de don Quintín. Su hermano José fue el que le enseñó a tocar el piano y nunca tuvo una educación musical reglada. No fue al conservatorio ni tenía ningún título, pero tenía una inmensa pasión por la música. En una ocasión dijo que él era poeta porque no podía ser músico. El recuerdo de mí padre es siempre al lado de un piano.
Soria, tierra de poetas... ¿Desde fuera se la identifica con este marchamo?
Creo que sí. Claramente. Pronto es el centenario de Dionisio Ridruejo, otra ocasión de celebrar un poeta y éste, soriano. Fue amigo de mi padre. Creo que es una tierra muy especial y con una atención muy poco usual hacia los poetas y la poesía. Eso hay que conservarlo, mimarlo, para que siga siendo un ejemplo.
Tenemos muchos grandes poetas en España pero faltan lectores ¿Es un espacio muy reservado?
Yo creo que falta silencio en el mundo en el que vivimos. Hasta que no sepamos hacer silencio, hasta que nuestra sociedad no sepa callar, escuchar, mirar, disfrutar y entrar un poco en sí misma, creo que la poesía tiene poco espacio para florecer. Es como si le hubieran destrozado el terreno. La poesía es el misterio de la hondura de la palabra. Mi padre lo decía: los poetas dicen cosas más hondas que los filósofos.
de familia
Soria, decisiva en su creación literaria
Elena Diego Marín es la mayor de seis hijos que tuvo Gerardo Diego con Germaine Berthe Louise Marín, a quien conoció durante un curso para extranjeros poco después de un viaje que realizó en agosto de 1929 a Soria. Catedrática de Lengua Francesa, se encarga desde su jubilación de dar a conocer la obra y la vida de Gerardo Diego, desde la fundación que lleva su nombre. Recuerda que su padre inició en Soria una etapa decisiva de su creación literaria, además de encontrar la felicidad personal. Llegó el 1 de abril de 1920, con apenas 23 años, para tomar posesión de la cátedra de Literatura del Instituto General y Técnico, su primer destino. Se trasladó, dos años después, a Gijón.