CARTA AL DIRECTOR / Vamos a salvar el Cerro de los Moros

CARTA AL DIRECTOR / Vamos a salvar el Cerro de los Moros

Dice el Ayuntamiento que está negociando con esfuerzo para preservar el Cerro de los Moros. Cuesta creerlo, cuando la empresa ha presentado una modificación del proyecto en Septiembre u Octubre y, teniendola desde entonces encima de la mesa, hasta ahora no han informado de ello ni a su sombra, ni han objetado nada, dejando pasar los plazos en beneficio del promotor. 

Estaría bien saber el objetivo de sus propósitos negociadores, a qué se refieren cuando hablan de salvarlo, si es al Cerro o al Cerrito, como alguien hace poco calificaba.

En un pleno hace muchos meses, el  alcalde mostró el plano de una propuesta que creo era muy parecida a la modificación actual,  que concentra en el espacio 1.304 viviendas que ocuparían unos 50 bloques de seis plantas y sus zonas de equipamiento. 

Con este plan el Cerro quedaría reducido a Cerrito pero, según dijeron en aquel pleno, eso estaría muy bien porque rematarian la ciudad y, una vez perpetrada la mutilación, podrían protegerse los restos.

Entonces habría que cambiar el nombre de Cerro de los Moros, evocador de monte, paisaje histórico y legendario, un poco inadecuado para la corrección política de ahora, por el de parque del Cerrito o quizás jardín de los regidores, cuando conviertan ese paisaje magnífico en otra alfombra verde con farolas y paseos rodeando los bloques. 

Son emblema de ciudades privilegiadas, además de los monumentos que tengan, sus amplios paisajes periurbanos, magníficos y personalisimos de cada ciudad,  históricos o boscosos, culturales, geológicos o fluviales, o de todo. Aquí en Soria tenemos Valonsadero, como en Madrid  tienen el monte del Pardo y la Casa de Campo; París, sus bosques de Bolonia, y nosotros también el Cerro, de los Moros, al menos por ahora. 

El paisaje no es un jardín, es algo extenso, que se proyecta al horizonte, hasta la lejanía de las sierras y abismos, sin interrupción de desórdenes por medio. El paisaje tiene la personalidad de la ciudad y de sus gentes, tiene raigambre y alma antigua que te conecta con la naturaleza y la mirada de aquellos que dejaron sus huellas tiempo atrás y que lo vieron antes que tú y también con la mirada de otros que vengan.

Los paisajes no tienen por qué ser verdes, también pueden ser magníficos, pelados o mutantes y hasta grises o marrones, tampoco son marcos visuales de un monumento determinado, que también, son sobre todo el alma de la tierra y sus gentes, también belleza y ensoñación y un emblema de las ciudades, que es reclamo y riqueza, prestigio y un recurso económico duradero y sostenible. 

Fdo: Blanca Casado