Cinco castillos que conoció El Cid
Por la provincia de Soria discurren dos de las rutas del camino del Cid: “a la búsqueda de un territorio mítico” y “la peligrosa tierra de nadie”. El Patronato provincial de Turismo te invita a visitar los castillos que El Cid conoció en Soria.
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El primer castillo que hay que visitar es el de San Esteban de Gormaz, situado en la margen derecha del río Duero, castillo árabe y castellano, fue alternando como frontera entre ambos contendientes.
El castillo es alargado y estrecho, ubicado sobre la población.
Desde él hay visión directa de otros castillos, como la silueta que nunca perdemos en el horizonte que es la del castillo de Gormaz. Del castillo solo quedan algunos lienzos, restos de estancias y aljibes, muchos fueron los daños que sufrió en 1808 y el deterioro siguió años después
El Cid ya conoció el castillo de Osma en manos castellanas. Esta fortaleza contaba con tres recintos amurallados adaptados a la orografía del terreno, de pronunciadas pendientes de 45 grados, lo que dificultaba el acceso al enemigo y supuso numerosas mofas en las crónicas de guerra.
Fabricado en mampostería y sillarejo. Fue testigo de batallas entre tropas califales y cristianas, pasando de una mano a otra con las consiguientes reformas.
Fue construido en el siglo X a partir de una pequeña construcción y reconstruido posteriormente en el siglo XIV. Cuentan que por aquí pasó disfrazado Fernando de Aragón tras andar por Almazán, camino de sus esponsales con Isabel de Castilla.
El Castillo de Gormaz no solo es una silueta en el horizonte, es el castillo mas largo de Europa en su estilo y época. Fue el punto militar más importante durante el califato Omeya, cuando la capital de la Marca Media estaba en Medinaceli, al sur de Soria. Monumento Nacional desde 1931 y un bastión en la defensa y reconquista del Duero.
La fortaleza cuenta con dos zonas claramente diferenciadas: el alcázar y el recinto amurallado. Fue mandado reconstruir por el general Galib. El recinto amurallado cuenta con 1200 m. de perímetro, 446 de largo y 60 de ancho, y lienzos de muralla de 10 metros de altura. Estos números tan solo son una referencia de un castillo sin parangón en aquel momento histórico, y que El Cid conoció y del que fue Alcaide.
Otro castillo del que El Cid fuera alcalde es el de Berlanga de Duero. Según las crónicas, este señorío le fue concedido por Alfonso VI. El castillo se muestra majestuoso en la distancia, situado en lo alto de un cerro rodeado por unas magníficas murallas. Su enclave, junto al cortado esculpido por el río Escalote, lo hacía inexpugnable.
El origen no está claro, pero las últimas excavaciones lo ubican entre los siglos X-XI y vuelve a ser un punto importante en la defensa de Marca Media y la frontera con los reinos cristianos. El castillo ha sido modificado a lo largo de los siglos y también fue importante en otros momentos de la historia.
El castillo de Medinaceli fue el asentamiento que defendía la Marca Media, trasladada desde Toledo al Alto Jalón en el 946. Es una sencilla construcción en sillarejo y mampuesto de planta rectangular y tres torreones circulares en las esquinas y la torre del homenaje cuadrangular. Desde este enclave se disfrutan los mejores atardeceres.
El actual castillo se ubica en el espacio que ocupó la alcazaba militar, seguramente la reforma que nos queda de él fue realizada durante el siglo XIV por los condes de Medinaceli. En el castillo vivieron los de la Cerda hasta la construcción del Palacio en la Plaza Mayor. De lo que el Cid no vio en la ruta a la que da su nombre, es otro cantar, y de ello hablaremos en otro momento.