TRIBUNA / Toponimia: Novi / ercas
Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en el origen de los nombres basados en la toponomía, con el ejemplo concreto de Noviercas.
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TRIBUNA / Toponimia: Novi / ercas
No podríamos vivir sin nombres. Nos va en ello la vida. El Génesis, el Libro (libro de libros y por eso con mayúscula) nos lo dice. ¡Adán, ven aquí!, dijo Dios. Y cuando llegó la hora del recreo, Adán ya sabía el nombre de muchos bichos. Bueno, pues los lugares son como bichos. Tienen nombres (se los hemos puesto) y a su estudio se le pone nombre también. Toponimia.
A veces se nos olvidan. Cervantes, nada más empezar, se olvidó de uno, pero supo sobreponerse, y bien que pudo
Pero lo mejor es recurrir a la toponimia. Verán. En Utrilla lo hicieron. Y lo hicieron así: ante las huestes del Cid hacia el destierro, un utrillano de bien quiso acoger a los cansadísimos guerreros. ¡Elegid! Les espetó. “U Cid u trilla”, esto es, seguid con el Cid al destierro, o sed bienvenidos a esta vuestra honrada casa de pan llevar y de sudarlo en la era, esto es, a vueltas con la trilla. Y así nació, lejos de toda ceremonia y barullo bautismal, el hermosísimo nombre de Utrilla.
Con todo y con esto, sin perjuicio alguno de lo dicho, acabo de tener noticia del origen de otro nombre tan notable, si no más, que no lo creo. Me refiero al nombre de Noviercas. Verán. He podido saber que Noviercas se descompone en “Novi” y “Ercas”. ¿Vale? La dificilísima disciplina toponímica tiene también episodios muy sencillos y al alcance de cualquiera. Un buen ejemplo es la descomposición de algunos nombres, y para muestra un botón. Noviercas se descompone así, ¿vale? Se podría haber descompuesto de otra forma, pero no. Se descompuso así. La escisión toponímica correcta es la indicada según “Novi” y “Ercas”. Y resulta que en algún idioma ancestral protoindoeuropeo, “Novi” es “Nuevo”, así de sencillo, y “Ercas”, de manera inverosímil pero cierta, derivó de “Alta” (o “Superior”) a “Elevada”. El resultado lógico de todo ello es “Nueva Elevada”. Y ya sin comillas, Nueva Elevada. No hay nada más que verlo sin necesidad alguna de pronunciarlo para comprobar el resultado. Resulta ser uno de los nombres mejores y más agraciados del mundo, bellísimo, casi eucarístico, adaptable además para cualquier cosa o circunstancia, ¿vale?. Porque al contrario de lo acaecido en la remotísima edad a la que se refiere el Génesis, aquél principio del mundo en el que la cosa, el animal, era el que recibía el nombre, ahora es éste, el nombre, el que recibe, como Utrilla recibiese a los exhaustos guerreros , el que recibe ahora el hermosísimo nombre de Alta Nueva, digo Nueva Elevada, ya sin comillas, Noviercas es ahora el que se ofrece a que lo llenen de cualquier cosa, que la hospitalidad toponímica no repara en eso. ¿Vale?.
Un inciso, lectores, permítanme un inciso, por favor, acerca de ese “ ¿vale?”, tan, tan insistente, tan inquietante. Antes, en el pasado reciente, “vale” era cosa del niño, del alumno, del aprendiz, en general, del necesitado. Vale, señor. Vale, lo tendré en cuenta, gracias papá, vale, profesor, gracias por su lección. Pero ahora es cosa del empoderado. El empoderado puede ser cualquiera, lo mismo el niño que el papá, cualquiera que necesite de ti pero haciendo como que no, que no es él quien necesita de ti sino que eres tú quien necesita de él. Ahora ese “vale” es cosa del empoderado, del antiguo aprendiz, del necesitado que hace ahora como si el necesitado fueses tú cuando no, cuando tú eres el amo. Entonces el empoderado le pone al antes sumiso “vale” una interrogación, como un antifaz o una mascarilla. Y te suelta el ¿vale? quieras que no, que si aquí hay un amo, ese soy yo. Fin del inciso.
Iremos, pues, a Noviercas para ver esa cosa. La cosa que se ha metido dentro de Alta Elevada, para ver qué príncipe se ha metido en ese palacio encantado.
Ya allí. No salgo de mi asombro. Ya en la cosa no salgo de mi asombro. Lo dejo todo en sus manos, lector. Me aparto para que juzgue. Tal cual. Me aparto tal cual los dos ilustres al fondo de un cuadro, el de Las Meninas, al mismo umbral de la puerta lejana y llena de luz en el que dejan al pintor, nada menos que a Velázquez, pincel en mano con las meninas, tal cual, lo dejo todo en sus manos. Me voy. Volveré con ustedes pero ahora me voy. A la vuelta del Prado nos iremos al prado en el que actualmente todos, como ovejas, pastamos. Al prado de la Web. Busquen en ella el qué, cómo y cuándo de Nueva Elevada. Después de haberme marchado vuelvo. No sé que hacer. No salgo de mi asombro sin pasar antes por una serie de beatíficas sensaciones. De su presidente, noviercano de pura cepa, de profesión ligada con el ladrillo, la Web, no repara en alabanzas. No descansa. El amor por su tierra lo empuja como un vendaval y no desperdicia ocasión de enaltecer a su pueblo elevándolo como un atleta olímpico medalla de oro en levantamiento de peso. Admirable. A su vez tierno. Al Mirón (día 10 de los corrientes) declara estas enternecedoras consideraciones:
“Como ya hemos comentado, nuestro pueblo está menos poblado. Quienes buscaron el pan fuera de Noviercas no volvieron, quienes se quedaron a sudar el pan en el pueblo ya no viven aquí, salvo alguna excepción. Con esta perspectiva, miro mi castillo, mi teleclub, mi campanario, mis orígenes y lloro. Tal vez esto me ayuda a impulsar la Asociación como si se tratara de la última oportunidad. La despoblación soriana es una noticia sin información, es decir, todo el mundo lo sabe. La noticia sería que se reconozca y se haga lo que sea para repoblar nuestros pueblos sedientos de vida.”
De vida y esperanza, presidente, esperanza de nuevos hijos y de la vuelta de antiguos. Admirable. No puedo decir más. Yo es que lloro. Eso sí, contigo, presidente, yo es que lloro también. Resignado pero al tiempo suspicaz, destrozado por la duda. Dices que vale “cualquier cosa” para Noviercas, cualquiera, con empuje industrializante y competidor: “hay que pensar en modo empresario”, dices. Una especie de desasosiego circula por todo mi sistema venoso. Tengo algo que decir, pero no lo veo. Un algo que no veo. Lo dejo aquí para otro rato. Estoy que me marcho de nuevo. De mi parte, y ahora, me limito a dejar desde aquí unos cuantos y emocionados recuerdos para ti, presidente y para nuestro alcalde. Digo nuestro. Nuestro alcalde porque nuestro es. Me siento noviercano. Por algo, presidente de Nueva Elevada, declaras tu incondicional comunión de intereses con él. Os une ese “vínculo sincero” que dices, oh presidente. Vuélvanse a ver tus declaraciones al Mirón. Vuélvanse a la Web. Me siento inquieto, pero al fondo noviercano. ¡Ah!, ¡oh! ¡Cuántas cositas, presidente, cuántas cositas y qué bonitas. Nueva Elevada, Nueva Elevada, bendita seas por siempre y alabada.
Y de pronto la tragedia como un golpe seco en la nuca.
¡¡A nuestra espalda!! ¡Nos atacan por la espalda como a Julio César! ¡¡A puñaladas!! Solo acierto a pronunciar, como César a Bruto, eso de tú también, hijo mío.
Y no puedo más. Me vuelvo a ir. Delego en algún narrador neutral, un escribano, un fiel de fechos que firme declarativamente y que levante o eleve acta.
Y éste dice: Ante mí, fulano de tal y tal, siendo tal hora del día tal y tal, me persono en el propio lugar de los hechos, localidad de Noviercas, provincia de Soria. Levanto acta. Con paso firme, un hombre que dice llamarse Señor de Odieta y Caparroso (Navarra), o por lo menos eso dice su DNI, hombre que venía merodeando por los alrededores de Noviercas según me informan varios testigos, ataca por la espalda. De lo que doy fe, Señor alcalde, señor presidente de Nueva Elevada y afiliados y noviercanos en general. Y firmo y sello en el propio lugar citado y en esta hoja de papel del Estado de referencia E45730005 y con esta mi firma y rúbrica (no me interrumpan, por favor, que si me atranco en la rúbrica no acabo. Es una cosa mecánica en la que la mente humana no interviene para nada). Y el fiel de fechos desencapuchó la pluma estilográfica, firmó y rubricó para que constase ante terceros.
Fdo: Ángel Coronado