La Junta pide préstamo de pinturas de ermita de San Baudelio
La Junta de Castilla y León se ha dirigido por carta a varios museos de Estados Unidos y al Prado para firmar convenios de préstamo de las pinturas expoliadas a comienzos del siglo pasado de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga, en Casillas de Berlanga.
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Según ha avanzado este jueves en la rueda de prensa posterior al consejo de Gobierno el portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, el Ejecutivo autonómico ya ha enviado cartas a museos de Nueva York, Indianápolis, Cincinnati, Boston y al Prado, de Madrid, para poder cerrar acuerdos de préstamo de las pinturas de un excepcional valor y calidad artística para la época (S.XII).
Pero de momento la Junta no ha obtenido respuesta de ninguna de estas instituciones, por lo que Fernández Carriedo ha señalado que, a medida que avance el proceso, irán informado del proyecto que tienen ideado para una exposición de las pinturas, hoy dispersas por varios museos a miles de kilómetros de la ermita.
En 1926, un anticuario italiano -Leone Leví- arrancó y trasladó la mayoría de las pinturas murales de la ermita mozárabe de Casillas de Berlanga tras una vicisitud burocrática, política y judicial -sentencia del Tribunal Supremo incluida- que duró cuatro años.
Los frescos de la ermita de San Baudelio fueron parcialmente expoliados y enviados al extranjero.
Dieciséis pinturas fueron expoliadas en 1926 y solo seis paneles han regresado a España y se encuentran en el Museo del Prado.
Los fragmentos ingresaron en 1957, y constituyen un depósito indefinido del Museo Metropolitano de Nueva York, que a cambio recibió el ábside de San Martín de Fuentidueña (Segovia) durante 99 años.
Tras varias entrevistas con representantes de la Iglesia, Leví descubrió en 1920 que los verdaderos dueños de la ermita eran una decena de vecinos de Casillas de Berlanga, que accedieron a la venta de los frescos interiores por 65.000 pesetas.
Cuando se enteró de la venta el director del Museo Numantino, informó a las altas instancias de Patrimonio.
La Comisión reconoció que carecía de medios “eficaces” para custodiar la ermita porque se hallaba “en despoblado” y recordaba que ya se había desestimado la propuesta de contratar a un conservador del monumento.
El 1 de julio de 1922 comenzaron los trabajos para arrancar las pinturas.
Los lances judiciales y políticos se sucedieron durante cuatro años, que terminaron una sentencia del Tribunal Supremo y el expolio de gran parte de las pinturas.
