Treinta años de estatuto y más para nuevos retos
ACABAN de celebrar las instituciones de Castilla y el León el trigésimo aniversario de la aprobación del Estatuto de Autonomía.
La norma básica que ha servido en este tiempo para alimentar el progreso económico de la región más extensa de Europa pero que sigue teniendo muchos retos por delante, en especial encontrar soluciones para el problema demográfico y una mejor vertebración regional que contribuya a mejorar el hoy por hoy deficiente sentimiento autonómico existente entre un buen número de castellano-leoneses. Con el nacimiento de Castilla y León como ente autonómico hace tres décadas se abrió un panorama lleno de incógnitas pero también de esperanzas y ambiciones, que conviene reafirmar de cara al futuro con los necesarios ajustes, siempre con el principio de solidaridad como norte. Conseguido el fortalecimiento de las instituciones autonómicas en Valladolid, conviene ahora abrir otra etapa en la que se incida en mejorar la integración y la identidad autonómicas de los territorios más periféricos de la región, que se sienten en ocasiones -como en el caso de Soria- demasiado alejados de los centros de decisión. En una región tan extensa, es imprescindible realizar este esfuerzo para terminar de una vez con ese sentimiento de orfandad. Mejorar la vertebración regional es una tarea ineludible donde no basta con reconocer el problema, sino que es necesario aplicar medidas correctoras -inversión, a fin de cuentas-, que no pasan por dividirlo todo por el báremo de la población, que condena siempre a las provincias más despobladas.