En el sistema constitucional de derechos y libertades que nos hemos dado
-con sus virtudes y también con sus defectos, que los tiene- la
posibilidad efectiva de decidir sobre la continuidad o relevo del poder
político es uno de sus rasgos distintivos y que depende de unas
elecciones donde el voto es libre, universal, igual, directo y secreto, y
donde los ciudadanos tienen en sus manos la posibilidad de decantar el
futuro inmediato sin perder de vista lo que ha ocurrido en la última
legislatura. Llegan estas elecciones municipales y autonómicas en un clima político ciertamente confuso y revuelto, marcadas por una situación económica para la que hacen faltan más soluciones y compromisos. Los electores tienen el 22 de mayo la posibilidad de reflejar su indignación o preocupación y de otorgar su confianza a los que consideran que tienen la mejor respuesta política para atender sus problemas, desde la falta de empleo, los jóvenes sin recursos ni alternativas, hasta la carga impositiva que soportarán o los proyectos que podrían llegar a Soria o quedarse de nuevo en el camino. Es hora, ciertamente, de ejercer la responsabilidad del sufragio universal para que la representación en las instituciones locales y autonómicas salga fortalecida con la participación de los electores. Luego sólo habrá tiempo para lamentaciones y para que los partidos políticos valoren, con la suficientes dosis de autocrítica, el mensaje que les ha dejado las urnas. Si tiene entre las cejas libertad, no hay que perder más el tiempo en mirar y criticar. Es tiempo de participar y decidir lo que queremos.