Cuando la política enturbia el fondo de desarrollo rural
con la que está cayendo en España, una parte de la clase política de la
provincia ha preferido estos días tirarse los trastos a la cabeza sobre
el reparto del Fondo de Desarrollo Rural, nueve millones de euros
comprometidos por el Ministerio de Medio Ambiente, y Rural y Marino en
2010 para paliar las necesidades singulares de Teruel, Zamora y Soria,
que según los datos del propio Ministerio, han perdido la mitad de su
población desde 1950 hasta la actualidad. El problema, ciertamente, exigiría mayor sensibilidad y una mayor implicación económica de todas las administraciones para conseguir frenar la sangría poblacional que persigue a estas provincias y a su medio rural en especial. Por ello, resulta lamentable que, después de un año de negociaciones entre la Diputación provincial y la Subdelegación del Gobierno en la provincia sobre el reparto, los tres millones que tenían que estar ya con proyectos en marcha -como sucede en Teruel-, siga avivando la polémica política, con las elecciones generales en el horizonte. Es, sin duda, un triste espectáculo que se podría haber ahorrado la sociedad soriana. Hubiese bastado con un poco más de cordura y sensatez en los representantes políticos y menos desconfianzas, localismos y sectarismos, más cuando todos ellos en principio están para defender los intereses de la generalidad -para eso en principio se les paga- y no solo de los afines ideológicamente. El liderazgo de Ágreda, Abejar y Tardelcuende en los proyectos del cardo rojo, la trufa y la resina exige un apoyo específico, más allá del reparto del Fondo de Desarrollo Rural.