Cuando la nueva EDAR retrata a la clase política
SORIA QUIERE MIRAR al Duero pero la falta de diligencia de los políticos de una y otra orilla parece que contribuiría una vez más a que, si no hay un rápido acuerdo, se pierda financiación europea en la nueva estación de aguas residuales de Soria y su alfoz y con ello persistirán los malos olores y la deficiente imagen de una zona de esparcimiento cada día más utilizada como las márgenes del Duero, que tendría muchas posibilidades desde el punto de vista turístico, a poco que afinarán los gobernantes en sus decisiones.
Los últimos episodios vividos con la planificación, inversión y financiación del túnel de la nueva EDAR a ubicar aguas abajo de la presa de Los Rábanos -la considera mejor desde hace una década en el Ayuntamiento de Soria, como bien saben sus técnicos- pone en serio riesgo la ejecución de una infraestructura necesaria para Soria que, de no cambiar radicalmente las intenciones, será muy cara sin gastar un euro. Perder cincuenta millones de euros de inversión -como puede terminar sucediendo- debería sonrojar al menos, a poco que hubiera vergüenza torera, a los políticos y los técnicos que han convertido la tramitación de la nueva EDAR en un camino de minas, donde ha faltado confianza mutua entre las diferentes administraciones en la que asentar un proyecto necesario desde hace tiempo para los ciudadanos y donde han sobrado partidismos y diatribas, en busca de rendimientos electorales que, la experiencia nos dice, sólo sirven para enturbiar o frustrar proyectos e iniciativas que la sociedad demanda, una ciudadanía convertida en auténtica pagana y sufridora de tanto despropósito y tanta negligencia.