Cuando el tren no termina de llegar a la provincia
Desde aquel lejano verano de 1892 en el que la sociedad soriana salió a la calle para festejar la llegada del ferrocarril ha habido pocas ocasiones para seguir celebrando la existencia de este medio de transporte que simbolizaba el desarrollo.
Es más: desde la década de los ochenta, la sociedad soriana se ha acostumbrado a convivir con la paulatina reducción de servicios ferroviarios. La línea Soria-Torralba se ha salvado finalmente de la amenaza de cierre que pesaba sobre ella, en el plan de racionalización aprobado por el Gobierno de España, por su baja rentabilidad económica pero queda todavía mucho trabajo por realizar para acabar con la incertidumbre sobre el futuro de este servicio en la provincia y que pasa, ineludiblemente, por invertir lo justo y necesario para hacer competitivo este medio de transporte respecto a la carretera. Para ello, dada la despoblación que arrastra la provincia, es imprescindible sumar otros destinos recuperando, por ejemplo, el corredor ferroviario que unía hace unos años Madrid con Castejón, en Navarra, pasando por Soria, y conseguir que la vía también pueda ser utilizada para el tráfico de mercancías. Con una mejora de los horarios para los viajeros, unos precios razonables y un tiempo de viaje adecuado, el ferrocarril puede recuperar de una vez por todas la importante misión que desde hace años no cumple: servir de cohesión territorial. Es el reto ineludible que tienen las administraciones, los partidos políticos y la sociedad sorianas con el ferrocarril, un medio de transporte que desde hace más de un siglo no termina de llegar a la provincia.