Cuando el proceso se convierte en una carrera
SE CIERRA ESTE FIN DE SEMANA, con la constitución de los ayuntamientos, un proceso electoral que ha estado jalonado también en Soria de episodios poco edificantes, en la que los principales partidos políticos -los que gobernarán buena parte de las instituciones- nos han demostrado que la legalidad no siempre se da la mano en sus discursos y decisiones con la ética y la moral.
La despoblación que sufre buena parte de la provincia y la falta de compromiso de los pocos moradores que mantienen abiertos los pueblos no deben ser excusas para incentivar una profunda reflexión en las formaciones políticas sobre la representación política necesaria y los valores que deben presidir cualquier acción, no ya sólo política sino humana. No tiene ni pies ni cabeza la parsimonia demostrada en retirar de la lista a un candidato que estaba inhabilitado por los tribunales de Justicia para ejercer la cosa pública, ni presentar una candidatura de paracaidistas -deprisa y corriendo, horas antes del cierre del plazo oficial- porque podía gobernar el rival político, ni que éste acuse de fraude al contrario, cuando él ha presentado una cuarentena de candidatos con los mismos perfiles en pequeños pueblos, con el primordial objetivo de conseguir un puñado de votos más, en esa carrera por conseguir mayor representación en la Diputación provincial. Los partidos políticos tienen que reflexionar sobre todos estos episodios de los que han sido en buena parte protagonistas y, sobre todo, tomar medidas para nuevas convocatorias. Recuperar el sentido común -el menos común de todos- puede ser un buen camino.
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