Edades
Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre el edadismo que se está extendiendo en la sociedad española, cuando las personas mayores tienen tantos derechos como los jóvenes para vivir en libertad y elegir lo que quieren hacer.
El futuro de Soria
Edades
Cualquiera sabe lo que significa exactamente la palabra “edadismo”, ahora que se aplica mucho en nuestras cortes sociales, y aun sin saber, los que lo aplican, lo que quieren significar con ello, y esperemos que no sea algo en relación a los viejos solamente por su edad. El lenguaje a veces es muy maldito y ya se sacan conceptos del refranero español como que, si no existen en la actualidad, se pueden inventar palabros, por parte de esa juventud on line, en este caso denigrativos para aquellos que, si no se adecúan a su edad, incurrieran en el salto de un delito que, la sociedad, nuestra marchosa y juvenil sociedad (“No es país para viejos”), repudiarían.
De aquí partimos a hacer otra propuesta, en absoluto acorde con la de las movidas juveniles, que, me temo, tiran bastante a la derecha política y la alimentan en esto de los “temas culturales”. Por ejemplo, además, recuerdo a aquel siquiatra, a cuya consulta iba mi persona, que, ante el tema que le planteé, sobre la transexualidad, va y me contesta: “Eso se debe atender en la adolescencia, en otras edades, mayores, es una perversión” (sic)
¿Estamos locos, para tratar a los no jóvenes de otra manera que lo mal que, por parte de muchos, se les trata? Y es que una servidora cree que la edad no es impedimento para muchas cosas o actividades en las cuales, un mayor, quiera disfrutar. Esto es cosa de nazis, desde luego, pero no acaba aquí el asunto, no acaba en que digamos que muchos jóvenes españoles son medio-nazis o así. Se conoce que no vivieron la II Guerra Mundial para que anden vacilando por ahí con sus estupideces. Y una cree, asimismo, que el único Ser que puede poner impedimentos a la edad, es Dios, los hombres de una sociedad no deben poner esos impedimentos, porque, aparte de que no tienen derecho, y menos a instalarse como dictadura, los viejos tienen muchos de ellos, ganas de vivir y que pueden hacer lo que les dé la gana.
No solamente en el campo de lo sexual, sino en muchos otros aspectos de la vida, siempre y cuando les haga ilusión participar en la vida de otra forma a como lo instaura esta sociedad consumista y de mercado y capitalista que tiene la manía –costumbre yanqui- de nombrar todo lo que aparece en el meollo social y que quiere desarrollar su libertad de maneras no consentidas socialmente, pero que al anciano o a la anciana, le pueden parecer válidas para no solo pasárselo bien, sino también para llegar al conocimiento en muchos aspectos que ni los jóvenes de derechas ni el edadismo, puedan reprimir.
Se puede estudiar Historia, se puede estudiar Geometría, se puede uno inscribir en un equipo de futbito, se puede viajar a Tegucigalpa, se puede ser trans, se puede meter en política y se puede participar en una fiesta de disfraces y jolgorio como pueda ser la de un Carnaval. Un viejo tiene multitud de probabilidades de participar en muchísimas cosas que no debiera, el que el participe, sea vista ni como negativa, ni como perversa, ni como inadecuada.
A todo esto, hay que añadir otro asunto, que nos viene al pelo con la palabra “sociedad” actual.
Que va mal, va cojonudamente mal, por los poderes mercantiles que parece que solo trabajan para lo joven, y por las autoridades políticas, que incitan a todo tipo de fobias y que atacan todo aquello que, para ellos, se sale del tiesto. Antaño existía el Senado como lugar de discusión y de poder de las antiguas sociedades clásicas, el Senado en el cual se componía la gente de la ahora llamada Tercera Edad y que podía hacer mucho en el gobierno de un país o de una polis. Ahora… el Senado es un grupo en España de jóvenes que, de alma, son viejos, cuando precisamente aquí está la cuestión: ser jóvenes de alma o ser viejos de alma. Además de que una sociedad de categorías discriminatorias, es un retroceso del Estado del Bienestar, pero como aquí, en España, los facciosos de la Derecha, no tienen interés alguno en el Estado de Bienestar, luego vais y les votáis. ¡Satisfechos os podéis quedar!...
Fdo: Juana Largo