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¿Qué fue del supuesto éxodo al mundo rural durante la pandemia?

El portal inmobiliario Idealista ha lanzado un estudio que analiza qué fue, cuatro años después, del supuesto éxodo al mundo rural durante la pandemia. La conclusión es poco prometedora para el mundo rural: el interés se ha reducido.

Han pasado cuatro años desde que el Covid golpeó de lleno nuestras vidas y dio comienzo a un largo periodo de confinamientos y limitaciones a la movilidad que provocaron que despertara en muchos españoles la ilusión por dejar atrás la ciudad y trasladarse a vivir a pequeños municipios.

Este fenómeno llegó a su culmen en la primavera de 2021, cuando el 5,8 por ciento de todos los contactos a anunciantes en idealista se producían en viviendas situadas en pueblos de menos de 5.000 habitantes.

Tres años después de ese pico, con datos relativos al cuarto trimestre de 2023, ese apetito por el mundo rural parece haber menguado, ya que solo el 4,7 por ciento de los contactos son sobre viviendas en estos pueblos, según un estudio publicado por idealista.

De hecho, el peso de estas búsquedas se sitúa por debajo del que tenían en el momento anterior al inicio de la pandemia, en el primer trimestre de 2020, cuando suponían el 5,2 por ciento del total.

Es precisamente en las provincias más despobladas donde este fenómeno más se ha notado, ya que en Cuenca, el 46,8 por ciento de todos los contactos de la provincia llegaron a ser sobre pequeños municipios, y ahora mismo solo suponen el 29 por ciento, 17,8 puntos menos.

Le siguen Teruel (que pasó del 48,8% al 35,9% actual); Huesca (del 48,5% al 35,6% actual); Huelva (del 38,3% al 27,4% actual) y Cáceres (del 27,8% al 17,3% actual).

En el lado opuesto, se encuentran las provincias de Badajoz (donde han crecido del 5,3% de los contactos al 6,5% actual); Jaén (que ha pasado del 7,2% al 8,1% actual); Granada (del 10% al 10,7% actual); Málaga (del 2,8% al 3,3%), Guipúzcoa (del 2,4% al 2,8%) y Sevilla (del 1,1% al 1,2%).

El interés de las familias por vivir en estas zonas parece haber retrocedido hasta niveles prepandemia, ya que en casi todas las provincias el peso de los contactos en pueblos de menos de 5.000 habitantes era superior al actual en los meses previos al inicio de los confinamientos.

 La mayor diferencia se da en Teruel, ya que en invierno de 2020 registraba el 58 por ciento de los contactos en pueblos pequeños, mientras que ahora se sitúa en el 35,9 por ciento.

Le siguen Cáceres (con un 34,9% en 2020 y un 17,3% actual), Zamora (un 27,7% en prepandemia y un 13,5% actual). Soria (un 32,3% antes del covid y un 20,2% actual) y Cuenca (un 40,3% antes de la pandemia y un 29% actual). En Madrid, en el primer trimestre de 2020 supusieron el 1,5% de los contactos, mientras que en la actualidad suponen el 1,3%.

Aun así, en cuatro provincias el interés por las viviendas en pueblos pequeños ha crecido desde ese momento: Pontevedra (pasa del 3,6% en 2020 al 4,6% actual); Valencia (del 6,3% al 7,1% actual); Málaga (del 2,9% al 3,3% actual) y Barcelona (del 1,5% al 1,6% actual).

En estos tres últimos casos, es posible que los elevados precios alcanzados en las zonas más pobladas estén arrastrando el interés de zonas más pequeñas y con precios más bajos.

Zonas con mayor interés por pueblos pequeños

La configuración geográfica y poblacional de cada provincia provoca que haya un mayor volumen de municipios de menos de 5.000 habitantes y que el peso de los contactos en ellos sobre el total de la provincia sea más elevado.

Es el caso de Ávila, la provincia española donde más peso tienen los contactos en pueblos pequeños: el 42,7% del total.

Le siguen Segovia (38,3%), Teruel (35,9%), Huesca (35,6%), Toledo (29,8%) y Cuenca (29%).

Por el contrario, en Las Palmas solo suponen el 0,1% del total, seguido por Sevilla (1,2%), Madrid (1,3%), Barcelona (1,6%) y Santa Cruz de Tenerife (2,3%).

Para Francisco Iñareta, portavoz de idealista, “el supuesto éxodo al mundo rural nunca llegó a producirse, pero sí aumentó de forma significativa el interés particular por establecer el domicilio en zonas alejadas del entorno urbano ya que ofrecían a menor precio viviendas de mayores dimensiones, con acceso a jardines o incluso huertos con los que escapar de la dureza de los procesos de confinamiento y desescalada”.

“Además, parecía que el teletrabajo podía convertirse en una solución mayoritaria que podría permitir alejarse de los grandes centros de trabajo sin bajar el rendimiento. Pero una vez superados todos los baches de la pandemia, las familias han vuelto a poner el foco en el entorno urbano, sacrificando esos metros cuadrados extra o las parcelas a cambio de contar con mejores servicios. Además, el modelo de teletrabajo hibrido, que nos impide alejarnos de forma permanente de las oficinas, ha sido un factor determinante para que muchas de aquellas familias que habían optado por huir al campo hayan tenido que volver a sus ciudades”, ha explicado.

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