¿Por qué febrero de 2024 es bisiesto?
Este febrero de 2024 tiene 29 días. Es año bisiesto, una anomalía del calendario que tiene su explicación.
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Se explica por el hecho de que la Tierra no tarda 365 días en dar la vuelta al Sol. Tarda exactamente 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos.
Y estas cinco horas y pico se redondean a 6, se acumulan y cada cuatro años se suman al calendario, de modo que forman un nuevo día (24 horas).
Hay que saber que los egipcios ya tenían un año bisiesto de cada cuatro.
Y con la llegada de Julio César a Egipto, los romanos adoptaron la idea del año bisiesto y crearon un nuevo calendario que se llamó calendario juliano.
Esta nueva fórmula tampoco era perfecta, y conllevaba que hubiera que quitar un día del calendario cada 128 años.
Fue el papa Gregorio XIII quién afinó el calendario juliano: en el actual calendario gregoriano, cada cuatro años tenemos un día más, a excepción de los años múltiplos de 100.
Pero, para acabar de cuadrar las cifras, sí que tienen un día más los años múltiplos de 400.
Por lo tanto, el año 1900 (múltiplo de 100) no tuvo un día más, pero el año 2000 (múltiplo de 400) y el 2020, sí.
Normalmente se cree que el día añadido al calendario es el 29 de febrero, pero eso no es exactamente cierto.
Primero, el día que se añadió fue el 24 de febrero.
Por eso el año se llama bisiesto, porque añade el bix sextus dies ante calendas martii (‘repetición del sexto día antes del primero de marzo’).
Fue con la reforma gregoriana con la que se cambió el día añadido, que pasó a ser el último día del mes (el 29 de febrero).
A raíz de eso, las personas que celebran su santo entre el 24 y el 29 de febrero tienen un pequeño cambio dependiendo del calendario que se consulte.
Hay calendarios según los cuales en los años bisiestos el día añadido es el 24 de febrero y, por lo tanto, ese día no se celebra ningún santo.
Pero también hay calendarios que el día que añaden es el 29. Entonces, como el resto del año, solo ponen a los santos que murieron este día, como San Hilario o San Román.
Mitos y creencias
Los mitos y creencias respecto de lo que se podría suscitar el 29 de febrero tienen sus orígenes en la cultura romana. Según su tradición, ese mes correspondía a las festividades de los muertos.
Para los romanos, esta superstición era tan férrea que las puertas de los templos permanecían cerradas y nadie se casaba o quería salir de sus hogares, para evitar alguna situación fatídica.
De ahí nace el dicho que reza “año bisiesto, año siniestro”, el cual atribuye desgracias y tragedias a este día, que no son más que producto de la casualidad.
En Escocia se consideraba de mala suerte que alguien naciera el 29 de febrero, y en Grecia es de mal augurio que una pareja se case en año bisiesto.
Curiosidades de un año bisiesto
Pero no todo está vinculado con la adversidad. De acuerdo con una vieja leyenda irlandesa, Santa Brígida acordó con San Patricio, en el siglo V, permitirles a las mujeres proponerles matrimonio a los hombres cada 29 de febrero.
En algunos países europeos, la costumbre que se ha mantenido dicta que, si el varón rechaza la oferta, debe regalarle a la mujer una prenda de seda.
Las probabilidades de nacer en un año bisiesto son de una en mil 461 y alrededor de cuatro millones de personas en el mundo nacieron el 29 de febrero, quienes solo cada cuatro años celebran su cumpleaños.
Los años bisiestos no tienen buena fama en nuestro refranero y, si atendemos a los sucesos ocurridos en algunos de ellos, puede que encontremos más que justificada esta manía popular.
Este tipo de año está marcado en rojo en muchos calendarios por nefastos acontecimientos como el hundimiento del Titanic (1912), el inicio de la guerra civil española (1936) o los asesinatos de Gandhi (1948), Martin Luther King (1968) o John Lennon (1980).