Día de Castilla y León: simbolismo, pertenencia y realidad económica y social
Cada 23 de abril, Castilla y León celebra desde 1986 su Día de Castilla y León, una fecha cargada de simbolismo histórico que conmemora la Batalla de Villalar, ocurrida en 1521, durante la Guerra de las Comunidades de Castilla y que busca fomentar el orgullo y conexión emocional de los castellano-leoneses con su tierra, hoy más despoblada que ayer.
Dos de cada tres castellano leoneses, preocupados por dificultad para acceder a vivienda
Hace dos décadas el sociólogo Alfredo Hernández publicaba un libro donde se recogían las claves del bajo sentimiento regional en Castilla y León a principios del siglo XXI y lo argumentaba en que las regiones en las que no existía este sentimiento regional cuando se realizó la transición de la dictadura franquista a la democracia en España, el incremento o la disminución de la conciencia regional dependía del desarrollo económico y de la modernización social.
La Autonomía de Castilla y León se justificó a finales de la década de 1970 y hasta que se aprobó el Estatuto de Autonomía en 1983 diciendo que era un instrumento para que esta comunidad alcanzara niveles de desarrollo económico y de modernización social semejantes a la media española.
Casi el 48 por ciento de los castellanos y leoneses en el año 2002 manifestaban que
las diferencias de prosperidad o de riqueza habían tendido más bien a aumentar.
Dos décadas después, sigue el debate de fondo mientras se asiste a una nueva celebración del Día de la Comunidad, asentada en un hecho histórico que transciende la propia Castilla.
La Batalla de Villalar, librada el 23 de abril de 1521, fue un enfrentamiento decisivo entre los comuneros, ciudadanos castellanos que se levantaron contra la política del joven rey Carlos I (futuro emperador Carlos V), y las fuerzas realistas leales al monarca.
Los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado fueron derrotados, capturados y ejecutados al día siguiente, el 24 de abril.
Estos tres capitanes se convirtieron en símbolos de la resistencia del pueblo frente al poder central.
Aunque la Guerra de las Comunidades afectó a gran parte de Castilla, muchos de sus principales focos estuvieron en lo que hoy conocemos como Castilla y León.
La celebración del 23 de abril busca honrar el legado de los comuneros y los ideales de justicia, libertad y autogobierno que representaron. Es una forma de recordar la identidad castellana y su papel en la historia de España.
¿Cuáles fueron las causas de la revuelta comunera?
Dentro de su gran complejidad, existieron básicamente unos motivos políticos y otros sociales.
Desde la óptica política, uno de los hechos más sobresalientes fue la llegada al trono de un rey excesivamente joven y al que en Castilla y León se consideraba en ese momento extranjero: Carlos I había nacido en 1500 en Gante, hijo de Juana la Loca y de Felipe El Hermoso, y en Flandes recibió su educación hasta alcanzar los 17 años.
Cuando llegó apenas sabía balbucear algunas palabras castellanas, y apareció rodeado de cortesanos flamencos que parecían ávidos de cargos y riquezas.
Comenzaron a producirse hechos que agravaron la cuestión: la concesión a estos extranjeros flamencos de cargos importantes, puestos en la dirección de la Administración del Estado, por ejemplo.
Para empeorar la situación, el rey Carlos I fue nombrado emperador, un cargo que hacía presagiar largas ausencias del monarca, y la posible subordinación de los intereses castellanos a los de Flandes o a los del Imperio.
Este rechazo hacia la política y la figura del Rey procedía especialmente de las ciudades de la meseta castellana, que tenían miedo de las complicaciones que podría acarrear a Castilla el verse inmersa en una política internacional donde el paso lo marcase el Imperio alemán, así como por la posible pérdida de autonomía de su Gobierno.
En cuanto a problemas sociales que motivaron las Comunidades, son difíciles de explicar.
Cada grupo de los que componían la sociedad castellana del siglo XVI aprovechó el clima de rechazo al joven monarca para hacer valer sus reivindicaciones particulares.
La alta nobleza quería conservar sus privilegios y no estaba conforme con la pérdida de poder político; la nobleza media deseaba recuperar el protagonismo que iba perdiendo a favor de los comerciantes y burgueses; los grupos sociales medios de las ciudades buscaban una cierta participación política, algo de lo que sólo disfrutaba la nobleza urbana.
A todo ello se le sumaba la pugna entre los grandes comerciantes y los industriales de la época.
Villalar
El levantamiento, que tuvo su desenlace en Villalar, comenzó en Toledo.
El escenario central completo comprendía una extensa área: Tordesillas, Torrelobatón, Valladolid, Zamora, Salamanca, Toro, Segovia, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Ávila... y Villalar.
El movimiento se localiza en las zonas urbanas castellanas. El norte de España, poco urbanizado, y el sur, dominado por la alta nobleza, apenas participaron.
Los representantes de las ciudades sublevadas se unieron en Ávila, donde formaron la "Junta Santa", y desde allí enviaron al Rey un memorial de sus quejas. Carlos I logró atraerse a muchos nobles, y en Villalar, el 23 de abril de 1521, derrotó a las huestes comuneras, que estaban formadas por los menestrales (artesanos) de las ciudades y los labriegos del campo.
La caballería imperial causó cerca de 500 muertos y consiguió hacer prisioneros a los principales capitanes que habían promovido la sublevación del movimiento comunero, Juan de Padilla, toledano; Juan Bravo, segoviano, y Francisco Maldonado, salmantino.
Un juicio sumario al día siguiente, después de haberse declarado ellos mismos responsables de sus actos, supuso su condena a muerte.
La Junta de Castilla y León, en 1986, decidió fijar por ley la fecha del 23 de abril como el "Día de la Comunidad", en vista del carácter festivo que la conmemoración de Villalar había ido adquiriendo.
El texto legislativo se encarga de recordar las tradicionales aspiraciones de la conmemoración, que quiere que la fiesta sea "a la vez homenaje a los antepasados y promesa antes quienes sigan en el afán de mejora de las condiciones de vida de los castellanos y leoneses (...)".
Esta fecha, continúa la ley, "ha permanecido en la memoria colectiva del pueblo que, consciente de la trascendencia que tuvo para la determinación de su evolución y desarrollo, ha reivindicado siempre como fecha ilusionada para la recuperación de su libertad y autogobierno en la solidaridad y unidad de España".