TRIBUNA/ El cerro del Castillo
Ángel Coronado ironiza en este artículo de opinión sobre el cerro del Castillo , un paraje querido por muchos sorianos, y las obras que cambiarán su fisonomia en los próximos meses.
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De cualquier otra cosa vaya Ud. a saber, pero de mala intención no. En el Cerro del Castillo, y de parte de nuestro alcalde, mala intención no. Podrán pensar lo que ustedes quieran. Por mi parte pienso que no. Podremos ver como lo destruye como el niñito mal criado que destruye un juguete que le trajeron Los Reyes Magos, pero que nadie me venga diciendo que nuestros alcalde es malo. Veremos cómo destruye su juguete cinco minutos escasos. Poco respetuoso sí. De cualquier otra cosa vaya usted a saber, pero poco respetuoso sí. Podrán pensar lo que ustedes quieran, naturalmente que sí, pero poco respetuoso sí.
Estoy abierto a cualquier idea que se pueda tener acerca de lo que se quiera decir, hacer o incluso pensar en torno al sentido de cualquier palabra, por ejemplo, de la palabra “respeto”. Creo que dicha palabra tiene siete letras y no caben más. Tampoco menos. Siete letras puestas en ese orden. Invariables, inamovibles, tercas como siete mulas dispuestas así, como una estatua de bronce de veinte toneladas anclada en un pedestal de cemento. Sólo el tiempo podría con ella. Con la estatua y con esas siete letras tal cual se nos ofrecen ahora. Vaya usted a saber cómo estarán y lo que de ellas quedará cuando pasados los siglos alguien las diga o las lea. Hasta la estatua de bronce habría que verla de seguir ahí, anclada en la tierra. Eso es el tiempo. Y me refiero al poco respeto que nuestro alcalde muestra con respecto al tiempo. A esa clase de tiempo, que no al tiempo del día, al tiempo del hombre del tiempo, del tiempo punto es, la web del tiempo, alta tecnología del millón de datos analizados en medio segundo para decirnos, y acertar, que mañana mal tiempo. Esto el alcalde lo sabe.
Pero cuando el tiempo de la historia destruya una muralla o un castillo, y quiera usted ponerle remedio, nunca se le ocurra avisar a nuestro alcalde. Sin mala intención, desde luego, se apuntaría el primero a una subvención sostenible. Agarrado a ella y cantando (hay una cancioncilla de alegre tonadilla que acompaña esa letrilla que te pillo que te pilla, que te pilla con esa emoción que rima con construcción y que, llegando a un punto que no me la sé entera, dice pegadiza y a su vaivén), baila cantando así:
“Para el albañil,
Para su peón,
Para el ferrallista,
Oel encofradooor.”
Luego culmina con otra estrofa de otros cuatro versos. Lo siento. No puedo dar cuenta de los dos primeros. Los dos finales resuenan clamorosos. Ni Wagner.
“……, ……., …….
……., …., ………
Para los amigos
De la construcciooooooon”
Agarrado a ella y cantando a lo David Cruz, decía, (porque David Cruz es el intérprete de la ópera pegadiza del vaivén) va y te construye una muralla, un castillo y lo que haga falta, que para eso estamos, digo que dirá. Te la construye otra vez sin respeto alguno a ese tiempo paciente de los siglos que hace las delicias de los arqueólogos, de los historiadores, de los amigos de la historia y dentro de los mismos, de los amigos del Museo Numantino. Yo soy amigo del Museo Numantino, tú eres amigo del Museo Numantino, … y no sigo declinando porque no hace falta. Todos somos amigos del Museo Numantino, incluso nuestro alcalde lo es. Entre nosotros no hay nadie mal intencionado, repito. Que algunos se agarren de bailoteo con las subvenciones y sean poco respetuosos con la historia puede ser, lo que no quita para lo otro.
Y como es a lo otro a lo que quiero ir, hago devotamente votos para que a nuestro alcalde, ¡ah!, y también a todo su equipo, que un alcalde solo no hace nada y que si nos referimos a él solo es por eso de la representatividad, y también porque a todos nos interesa esto, a todos los amigos de las buenas intenciones, y también a mí mismo me dirijo para colaborar en todo este tinglado, que la mejor forma que veo de hacerlo es decir esto que estoy diciendo, que a nuestro alcalde se le ocurra pasarse por el Museo Numantino a preguntar, o que pregunte al embajador de la Junta de Castilla y León en Soria para estos casos, o que se pase por Almazán, que también anda a cuestas con su muralla. Creo que allí, en cuanto ven algo sospechoso, van y lo denuncian al primer arqueólogo que encuentran, detienen las obras si hace falta, y sobre todo, que a los amiguetes de la construcción les quiten las guitarras y les tapen la boca de momento. De momento, en Almazán, han descubierto algo que ya sabíamos. En Almazán se fabricaban cacharros de barro y un tipo de loza que para qué quieren que se lo cuente. La fama se la llevará Villafeliche (Zaragoza), pero Almazán, a la chita callando y atenta en el estudio de sus murallas, tiene que ver ahora en todo ese asunto de las mismas y tuvo que ver con toda esa loza de Villafeliche, vaya que sí.
Señor alcalde, señor Ayuntamiento de Soria. Cuidado con el Castillo. Que lo del Cerro nos tiene de los nervios. Estudien ustedes lo que tengan que estudiar, que no se limita tan solo al Cerro del Castillo. También al resto de la muralla que, todavía libre de canturreos y de peonadas (¡¡oiga, que no existen amenazas de invasión!!), guarden acaso algo que a los amigos del Museo Numantino, como al Ayuntamiento de Almazán y a todos en general (en Madrid mismo, hace poco y entre las ruinas de sus murallas, dicen, encontraron algunos huesecillos de Lope de Vega) gustase tener. A todos nos encantaría guardar algunos en nuestro museo, y aunque no fuesen de Lope nos daría igual, estaríamos conformes con algún recuerdo de las huestes del Cid o del propio Campeador. Se imaginan, ¡una falange del Campeador!
Y sobre todo, que no se diga que Almazán le gana a Soria. Eso nunca. Amamos Almazán, pero más a Soria. Y al Ayuntamiento de Soria en pleno, al nuestro, más que al otro.
Fdo: Ángel Coronado