Monseñor Martínez Varea será el octavo obispo de Osma-Soria
Es el número 112 desde que se fundó la Diócesis de Osma
Concluyen las obras en seis iglesias de la provincia
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El riojano Abilio Martínez Varea se convertirá el próximo mes de marzo en el octavo obispo de la Diócesis de Osma-Soria y el 112 de la diócesis originaria de Osma.
Monseñor Martínez Varea, hasta ahora vicario de pastoral de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, sucederá en Osma-Soria a monseñor Gerardo Melgar.
El nuevo obispo ha recordado que ingresó en el seminario en el año 1976, donde tras ser ordenado se hizo cargo de la parroquia de Aldeanueva de Ebro, y posteriormente en San Pío X, en el barrio logroñés de La Estrella. Ha ocupado además varios cargos en la Diócesis riojana, como Pastoral Juvenil o Apostolado Seglar.
Saludo a la Diócesis Osma-Soria
Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia que peregrina en Osma-Soria: mi saludo más cordial y fraterno. Saludo que hago extensivo a todas las personas de buena voluntad de esta tierra soriana. A todos, la gracia y la paz de parte de Dios, Padre rico en misericordia, de Jesucristo, el Salvador, y del Espíritu Santo que nos anima y nos fortalece todos los días.
El Papa Francisco ha tenido a bien designarme como Obispo de esta diócesis tan llena de historia y de innumerables santos que han dado su vida, lo mejor de sí mismos, en aras de la fe. Agradezco al Romano Pontífice la confianza que ha depositado en mí.
Soy muy consciente de que he sido destinado a pastorear una Iglesia en la que todo el Pueblo de Dios está sumamente implicado en su entrega evangelizadora. Me uno con mi mejor ánimo y puedo aseguraros que pondré todo mi empeño para hacer efectivos todos vuestros afanes apostólicos.
Provengo de La Rioja, de la diócesis vecina de Calahorra y La Calzada-Logroño. Puedo y debo deciros que por múltiples razones pastorales y de otra índole he estado muy cerca de vosotros geográficamente y, sobre todo, de corazón. También peudo deciros que intentaré estar a la altura, dada la circunstancia de que algunos obispos de los que recientemente han regido esta ya para mí muy querida diócesis han sido precisamente riojanos.
He rezado y he pedido al Señor de la mies que me ilumine y me dé fuerza para afrontar esta tarea de pastoreo entre vosotros, y esto lo he hecho desde el mismo momento en que acepté esta importante misión eclesial.
Quiero tener un recuerdo agradecido al Obispo Monseñor Don Gerardo Melgar Viciosa, mi inmediato predecesor, y sobre todo a Don Gabriel Ángel Rodríguez Millán, Administrador Diocesano, que durante estos últimos meses se ha hecho cargo de la Diócesis con tanto acierto y esmero, así como al Colegio de Consultores.
A los sacerdotes y seminaristas les digo que voy a la diócesis soriana con mi mejor ilusión y cariño, y – como no puede ser de otra manera – con mis limitaciones y mis pobrezas. Por eso les pido su comprensión y su ayuda para ejercer bien la misión que el Señor me ha confiado. Quiero estar en comunión con vosotros, totalmente entregado al servicio del Pueblo de Dios, que es la razón de ser de nuestro ministerio. La caridad pastoral, que viene del mismo Cristo Pastor, nos lleva a la plena identificación con Cristo y con la comunidad eclesial que se nos ha encomendado.
También tengo presente a la Vida consagrada, religiosos y religiosas, que desde la oración y la entrega hacen vivo el reino de Dios. Vuestra presencia en medio de estas tierras sorianas es un don del Espíritu a la Iglesia. Vuestro testimonio de alegría hace mucho bien a la Iglesia. Hago mía la expresión del Papa Francisco, tan llena de viveza y donosura: “Donde hay religiosos y religiosas hay alegría”.
Y a todo el Pueblo de Dios, hombres y mujeres de esta Iglesia de Soria, os recuerdo que el Señor está con nosotros en el día a día de nuestras vidas, en sus alegrías y en sus sufrimientos. Mi cabeza y mi corazón se centran ahora en las innumerables familias que en esta comunidad tan viva y tan laboriosa han hecho de la institución familiar un verdadero centro de cariño y preocupación por todos sus miembros, de los que acaban de nacer y de los que ya están muy cerca del Padre, nuestros amadísimos abuelos. No quiero ser un “jefe de empresa” sino un compañero de camino que entrega su vida en el anuncio de Jesucristo buscando siempre el bien de las personas. Y, ¿por qué no decirlo abiertamente? Un empeño importante y principal de mi ministerio lo dedicaré a los jóvenes, futuro de esta para mía ya entrañable tierra soriana. Quiero ayudar a que Dios esté más presente en nuestra vida convencido de que esto es algo bueno para todos.
Un saludo también a las Autoridades locales, provinciales y de la Comunidad Castellano-Leonesa. Sé que estáis comprometidos en la búsqueda del bien común, en el trabajo por el bien de todos. En estos momentos de crisis (y no solo económica), quiero compartir con vosotros el servicio en bien de los más pobres y necesitados