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Tierras Altas

Los Casares busca concluir la excavación de una vivienda visigoda-altomedieval

La campaña arqueológica de este verano en el Alto de Los Casares, en San Pedro Manrique, se centra en el objetivo de culminar el plan de investigación 2014-2017, que se ha fijado en una vivienda de cronología visigoda-altomedieval localizada en el sector sudeste del poblado.

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Según el director del equipo científico, Eduardo Alfaro, “en estas tres semanas (23 de julio-13 de agosto) esperamos rematar satisfactoriamente el segundo plan de investigación en el yacimiento, planificado a cuatro años, en el que se ha pretendido y logrado profundizar en el oscuro mundo de transición entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media”.

El yacimiento arqueológico de Los Casares, que ha visitado esta mañana el delegado territorial, Manuel López, es un interesante poblado que capitalizó de forma continuada y sin aparentes rupturas todas las tierras del alto Linares, desde su origen, en la plenitud de la etapa celtibérica, hasta su abandono en la Alta Edad Media, pasando por los tiempos dominados por Roma.

La entidad del poblado y esta proyección temporal, de alrededor de un milenio, se clarificó en las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 2008 y 2013 partiendo de una inicial prospección, el levantamiento topográfico y la posterior de excavación mediante un sondeo de unos 150 metros cuadrados de superficie y una cota máxima alcanzada de cuatro metros de profundidad en la que se superponían los tres niveles culturales: el original celtibérico, del que se documentó la muralla y varias estancias de almacenaje adosadas a ella; el romano, con estructuras más deterioradas como consecuencia de la reutilización posterior de su material de construcción; y el altomedieval, del que se documentó una vivienda. 

Visto el potencial del yacimiento, el equipo científico presentó a la Junta de Castilla y León, a principios de 2014, una propuesta de intervención planificada para ejecutar en cuatro años: 2014-2017. La Consejería de Cultura y Turismo viene colaborando con estos trabajos arqueológicos y, en esta campaña, los subvenciona con 3.630 euros.

En el plan de investigación 2014-2017 se seleccionó un punto situado junto al acceso sudeste del poblado, en el que la fotografía aérea y el crecimiento diferencial de la vegetación apuntaban a la existencia de una gran estructura rectangular dividida en estancias perfectamente orientada al este.

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Durante la primera campaña (2014) se intervino en 70 metros cuadrados, quedando claro ya el carácter de vivienda al localizarse el hogar de la habitación aparentemente principal. De igual manera, los materiales cerámicos -vasos realizados a torno lento y a veces también mediante la técnica del urdido, cocidos generalmente en ambientes reductores y con sus características rayas incisas y onduladas- confirmaron las expectativas que apuntaban para la misma una cronología que pudiera situarse en la tardoantigüedad o, más probablemente, a  momentos altomedievales.

En la siguiente campaña (2015) se amplió 60 metros cuadrados hacia el este, con la intención de completar la documentación de la vivienda y tomar muestras para análisis radiocarbónicos, datación que llevó la vivienda a unos momentos muy tempranos dentro del arco temporal valorado, los últimos años del siglo VII y la primera mitad del VIII.

Estas fechas generaron nuevas e importantes expectativas, máxime teniendo en cuenta que la vivienda apuntaba en su estructura a un orden y una amplitud que se salían de lo esperado para el común de la población, así como alguno de sus materiales más singulares.

Tercera y cuarta

Los 115 metros cuadrados en los que se intervino en la tercera campaña (2016) confirmaron la amplitud de la vivienda, cerrándose por el sur y localizando un patio o corral empedrado de acceso por el este.

A esta amplitud y singularidad de la estructura hay que sumar lo excepcional de algunos materiales, que indican un posible componente militar de sus ocupantes (armamento), rango social privilegiado al que apuntan también los dos fustes de sendas copas de vidrio localizadas, vajilla de cierto lujo que vuelve a incidir igualmente en la cronología visigoda de la vivienda.

Con esta realidad y expectativas se aborda desde finales de julio la presente campaña 2017, con el objetivo de completar la documentación de una gran estructura de habitación con forma de codo, que tiene sus traseras largas al oeste y norte, los flancos más desapacibles, que cuenta con un corral o patio empedrado de cara al sur y este, desde donde se accede a la vivienda a través de un porche en torno al que se ordenan un mínimo de seis habitaciones, contando la más amplia con un gran hogar con vasar.

Se afronta para ello la intervención en 70 metros cuadrados, buscando los cierres norte y nordeste de la estructura. En estas dos primeras semanas, según Eduardo Alfaro, “los resultados inciden en la cronología visigoda, con la afortunada localización de una placa de cinturón liriforme y, la sorpresa, la inhumación de un individuo adulto que parece sellar la estancia nordeste de la vivienda”.

Divulgar lo ya estudiado

El director científico ha adelantado al delegado territorial que, en el próximo año, iniciarán un nuevo programa. Además de mantener la actividad investigadora, el equipo está elaborando un nuevo proyecto, que presentará en las instituciones después del otoño, para divulgar y hacer visitables algunas de las zonas excavadas hasta el momento, tanto la vivienda que ahora concluye, como los niveles celtibéricos del yacimiento excavados entre 2009 y 2013.

 

El proyecto arqueológico ‘Idoubeda oros’ de Los Casares está avalado científicamente por la Universidad de Valladolid (UVA) e institucionalmente por la Fundación Raimundo del Rincón – Nicolasa Subirán. En este periodo de investigación de cuatro años ha contado para su desarrollo con ayudas de la Junta de Castilla y León, la Diputación Provincial de Soria, el Ayuntamiento de San Pedro Manrique y la Mancomunidad de Tierras Altas.

Forma parte de la dirección técnica del proyecto, con Eduardo Alfaro, el codirector y arqueólogo Manuel Crespo. Participan en los trabajos ocho alumnos de Prehistoria y Arqueología de diversas universidades (UVA y Autónoma de Madrid), así como voluntarios locales.

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