Los zarrones, una tradición de interés turístico regional

La misa celebrada en la iglesia de San Pedro y la posterior procesión dieron paso al mediodía de ayer al día más esperado en el calendario festivo adnamantino, con la salida de los zarrones, en la que el público asistente ha focalizado todas sus miradas para seguir sus carreras a los jóvenes y sus "zambombazos" a los más atrevidos.

El grupo de jóvenes que se han animado a exponerse a los "zambombazos" cuando se agachaban para recoger algún puñado de caramelos, del total de 160 kilogramos repartidos en el recorrido, han lucido en buen número la camiseta del Atlético de Madrid.

Hoy, la ceremonia se repetirá a partir de las 12:30 horas en la iglesia de San Pedro, con la posterior salida de los zarrones, para perseguir a los jóvenes más atrevidos que se acerquen a recoger los caramelos.

La fiesta de los zarrones está declarada de interés turístico regional en el 2000.

Los zarrones lucen todos ellos barba, recordando la figura del pastor que se afeitaba cuando llegaba a sus casas, después de largas temporadas fuera de ella.

El presidente de la cofradía de San Pascual Bailón, Andrés Esteban, ha resaltado a la importancia de haber llegado el año pasado a cumplir doscientos años de una tradición que se ha venido heredando de padres a hijos.

La cofradía, que organiza la fiesta, cuenta actualmente con más de 1.700 socios, aunque sólo uno es actualmente pastor, lejos de los orígenes donde los que practicaban este oficio fueron sus promotores.

Almazán y su comarca vivía hace dos siglos de la ganadería, la agricultura y la alfarería.

La función original de los zarrones era controlar a los jóvenes que molestaban a los cofrades en la procesión en honor a este santo zaragozano (1540-1592) que fue pastor desde los siete años y que vistió el hábito franciscano en su juventud.

Los zarrones representan a los pastores que cuidan el rebaño, escenificado por los danzantes, y visten recordando a los antiguos pastores de la zona, con zamarra de piel, zahones o calzones de cuero marrón, polaínas y albarcas.

Un sombrero ancho cubre su cabeza, tocado con plumas de buitre o águila y rabos de zorro colgando por la parte posterior.

En la mano llevan una zambomba o garrote unido por una cuerda a una funda alargada de lona o de cuero rellena de lana y portan también una colodra -cuerno de buey con tapadera de plata- en la que conservan la soparra, pan remojado en vino con azúcar y canela.

Una tradición, en definitiva, que si no la conoce, debería hacerlo.