Travesías: un alarde de incompetencia y desidia culpable
El doctor ingeniero de Caminos y urbanista, Ricardo Mínguez, muestra en este artículo, con el que coincidirán muchos vecinos de Soria, su creciente sorpresa sobre la capacidad de técnicos y políticos para continuar realizando unas obras en las travesías que en vez de mejorar la funcionalidad de las antiguas carreteras, transformándolas en modernos ejes urbanos, incrementarán su carácter de carreteras-barrera en contra de toda la población soriana.
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Travesías: un alarde de incompetencia y desidia culpable
Me había prometido no insistir en la crítica (constructiva, como toda crítica justificada) a las obras de reforma de las tanto tiempo abandonadas travesías de la ciudad. Avenida de Valladolid y calle Eduardo Saavedra son las principales. Ese abandono por parte de la jefatura de carreteras del Estado, con el silencio cómplice del Ayuntamiento (limitado a reclamar su reparación previamente a su traspaso al mismo), ha justificado los proyectos de reforma que ahora se están ejecutando.
Sin embargo, es tal la contumacia de los responsables de las obras para no corregir los manifiestos disparates de las mismas, que el silencio de la sociedad sería imperdonable a la hora futura de exigir responsabilidades políticas y profesionales. Es por ello que insistiré en aportar algunas de mis opiniones críticas, al proyecto y a la ejecución de las obras.
LOS PROYECTOS
Se trataba de adecuar unos tramos de carreteras, construidos en su momento con unos criterios no adecuados para medios estrictamente urbanos, como son ahora los barrios adyacentes a esas travesías. En mayo de 2023 el secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Transportes presentó en Soria los proyectos, aclarando que ambas travesías se cederían al Ayuntamiento de Soria “al carecer de función de servicio al tráfico de largo recorrido y pasar a tener un carácter eminentemente local”. Y presentó unos planos con la sección tipo de las futuras avenidas.
Pues bien, no serían necesarios estudios de ingeniería ni de urbanismo para comprobar que los proyectos en ejecución son todo lo contrario de unas calles o avenidas locales. En las carreteras prima la seguridad (de ahí las mayores distancias entre intersecciones), mientras que en las vías urbanas, con menores velocidades del tráfico, debe atenderse primordialmente a la movilidad (menores distancias entre intersecciones) y a la capacidad. Es primordial no crear barreras para la comunicación entre los diferentes barrios y posibilitar la creación en éstos de áreas con limitaciones o restricciones al tráfico de vehículos, fundamentalmente el de paso para viajes sin origen o destino en el propio barrio.
Tanto la avenida de Valladolid como la calle Eduardo Saavedra deberían tener el carácter de lo que en el argot técnico se llaman vías colectoras-distribuidoras, ejes con mayor capacidad que las calles puramente locales y que recogen el tráfico de éstas para viajes de medio recorrido en la ciudad o para conectar con las vías principales o arteriales, en el caso de las grandes ciudades, o con las carreteras interurbanas en los casos de ciudades menores como Soria. El arte del diseño de estos ejes colectores consiste en compatibilizar la calidad de vida en los barrios con la necesaria movilidad de vehículos y peatones sin crear barreras entre las áreas urbanas colindantes. Ese arte requiere actuaciones coordinadas en las vías principales y en los espacios urbanos que llamamos barrios.
¿Se consigue lo anterior con las obras en ejecución? En modo alguno. Las obras se limitan a las dos calles principales, futuras avenidas mayores de la ciudad, con carácter de colectoras-distribuidoras, por lo que debieran atender básicamente a criterios de movilidad y, si así se quiere llamarlos, de humanización, ampliando el número de intersecciones, ensanchando las antiguas aceras, protegiendo los cruces con señalización semafórica, disponiendo aparcamientos, estrechando los carriles para el tráfico de vehículos y, siempre que se basen en un plan específico previo o complementario, disponiendo carriles especiales para bicicletas.
¿Y qué se está construyendo? Desde el punto de vista de la movilidad un auténtico disparate, ajeno no ya a los más elementales principios de un cuidado urbanismo, sino contrarios al más elemental sentido común.
Unas calles ajenas a criterios de movilidad y permeabilidad, creando unas auténticas barreras físicas entre barrios, obligando a innecesarios y largos recorridos a todos los vehículos, con atascos garantizados en los accesos a las rotondas, con los consiguientes incrementos de los niveles de contaminación y con generación de tráfico de paso en determinadas calles locales para tratar de evitarlos.
Entre la rotonda de la estación de autobuses y la de acceso al polígono de Las Casas, en la avenida de Valladolid, hay unos 600 metros, y unos 800 metros desde esa última rotonda a la final del Caballo Blanco. Y ni una sola intersección intermedia en ambos tramos, es decir, en vez de aumentar su número se han suprimido las anteriores (antes hasta cinco en el primer tramo). Esas longitudes serán los incrementos medios de longitud de la práctica totalidad de los recorridos de los vehículos sorianos. En el último tramo de 800 metros de longitud ningún cruce ni siquiera para peatones ¡en una vía que se dice humanizar!
Que hay una intencionalidad en ello es evidente. Una vez que se disponen pasos de peatones regulados con semáforos, ¿por qué razón no se han previsto también cruces para los vehículos en unas únicas intersecciones?
LAS OBRAS
Unas breves notas sobre su ejecución.
En las secciones tipo presentadas en su día no aparecen en ningún caso los bordillos que se están colocando para delimitar las jardineras de las aceras. Bordillos que imposibilitan el correcto aparcamiento de vehículos al impedir la apertura de puertas a los vehículos, con el grave riesgo de atropellos al forzar a los viajeros a descender por el lado de la calzada, y que los usuarios ya se están encargando de tumbar. ¿Qué genio ha patentado este despropósito? ¿De verdad figura este “pequeño” detalle en los proyectos?
En las nuevas aceras se está colocando de forma generalizada una banda central destinada sin duda a orientar a los peatones invidentes. Con todo mi respeto para ellos, no sé qué encuestas se habrán hecho por la jefatura de carreteras sobre el número de invidentes empadronados en Soria, ni en qué estudios, normas o recomendaciones figura esta solución, cuya inmediata consecuencia, por la incomodidad que supone para el paseo, es la reducción práctica del ancho útil de acera para el tránsito general. Por ende, la experiencia enseña que los invidentes caminan habitualmente en la banda más próxima a las fachadas y que lo que realmente les es útil es una banda transversal con pavimento diferenciado en los accesos a los cruces o a los pasos de peatones. Véase por ejemplo la acera recientemente reformada en la calle Nicolás Rabal.
Y qué decir de la calidad de la ejecución de las aceras en ambos tramos, sobre todo en la avenida de Valladolid. Baldosas mal colocadas (abundancia de cejas entre ellas), ausencia del obligado recebo entre las mismas, bordillos de las jardineras sin refuerzo en trasdós ni rejuntado de piezas.
RESUMEN
El crecimiento de Soria hace que las nuevas avenidas de Valladolid y de Eduardo Saavedra serán las calles principales de la ciudad en las que convivan vehículos y peatones. Debieran ser modélicas y una auténtica atracción para el paseo. Con las obras que se están ejecutando seguirán siendo dos tramos de carreteras que atravesarán o penetrarán la ciudad, como eran hasta ahora, pero no serán un nexo urbano integrador de los barrios ribereños, y los seguros atascos del tráfico desaconsejarán el paseo por sus aceras.. Su obligada futura adecuación supondrá unas inversiones económicas achacables a los responsables de los proyectos y las obras en ejecución.
Parece que los proyectos de construcción se redactaron por un estudio externo al Ministerio de Transportes. Como todo proyecto oficial, éstos tendrían un ingeniero director responsable último de su concepción y correcta definición de las futuras obras.
Las obras contratadas y en ejecución tendrán una dirección facultativa responsable de su adecuación a los proyectos, o de su modificación si fuere preciso, y de la correcta calidad de su ejecución. Sean una sola o dos independientes, ambas direcciones, de proyectos y de obras, serán responsables de los problemas señalados.
Y por supuesto no puede olvidarse la responsabilidad política del equipo de gobierno municipal, que debiera haber examinado los proyectos y propuesto las oportunas correcciones de los mismos, y, en última instancia, exigir su modificación a la vista de las graves deficiencias comprobadas en las obras en ejecución. Es una grave irresponsabilidad del Ayuntamiento esperar al momento de su recepción para lamentar las deficiencias que, antes o después, le tocará corregir.
Aún es tiempo de “desfacer entuertos”. Está en las obligaciones de los responsables… y en sus sueldos.
Fdo: Ricardo Mínguez Izaguirre, Dr. Ingeniero de Caminos. Urbanista.