Travesías: Santa Lucía traicionada
Ricardo Mínguez, doctor ingeniero de Caminos y urbanista, vuelve a escribir sobre las travesías de la ciudad, que han suscitado muchas quejas sobre las mal llamadas obras de humanización. Uno de los aspectos que han sorprendido a la mayoría de los sorianos son las baldosas acanaladas que recorren todas las nuevas aceras. En este artículo trata de mostrar lo justificada que está esa sorpresa al poner en evidencia la irregularidad (¿ilegalidad?) que supone su uso generalizado.
Abandonarse al dolor sin resistir; es nuestra mayor debilidad
Travesías. Santa Lucía traicionada
No voy a referirme aquí a la evidente torpeza de los proyectos y las obras realizadas en las travesías de Soria de las carreteras nacionales N-111 y N-234, que han creado unas absurdas barreras entre los barrios de la ciudad, con las negativas consecuencias ya expuestas en múltiples artículos periodísticos, ni a las condiciones de inseguridad que han creado con la disposición de los nuevos carriles para bicis en las nuevas carreteras, que eso siguen siendo las antiguas travesías.
Expondré solamente la atrocidad que se ha cometido con la disposición generalizada en todas las nuevas aceras de esas tiras de pavimentos negros acanalados. Y lo que sigue vale igualmente para las nuevas aceras realizadas por el Ayuntamiento en la avenida de Valladolid y en otras calles sorianas.
Se supone que la intencionalidad de esos pavimentos diferenciados será el establecimiento de unas condiciones mínimas de accesibilidad para los viandantes con discapacidad visual, cualquiera que sea su grado de ceguera.
Se supone también que los responsables de los proyectos y las obras deberían conocer y haber aplicado en su ejercicio profesional las Recomendaciones técnicas de la Guía de Accesibilidad en los Espacios Públicos Urbanizados, V.1.0, del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que desarrolla la Orden TMA/851/2021, de 23 de julio, del mismo Ministerio, de obligado cumplimiento en todas las nuevas obras de urbanización. En esa Guía se presta especial atención al tratamiento que debe aplicarse en los itinerarios peatonales para garantizar la accesibilidad a las personas con discapacidad visual en condiciones de máxima seguridad.
Pues bien, lo que se ha construido es justamente lo contrario. En dicha Guía, realizada con la participación y el consenso de las organizaciones dedicadas a la protección de esas personas en todos los ámbitos de su vida ordinaria, y en concreto a facilitar su movilidad y su seguridad, en dicha Guía digo, se establece (Artículos 5, 45 y 46) que debe disponerse una franja o guía longitudinal con pavimento táctil (baldosas acanaladas en sentido longitudinal) cuando la acera no sea colindante con la línea de fachada de las edificaciones, o bien con un bordillo lateral que sirva como referencia de las edificaciones a nivel del suelo.
Es decir, la norma atiende a la evidencia de que esas personas con reducida visión utilizan como guía las edificaciones existentes junto a las aceras; sólo en los casos en que éstas no cuenten con esa referencia física, sólo en esos casos, debe disponerse como elemento supletorio esa franja longitudinal de pavimento especial acanalado (táctil para sus bastones) como guía segura para los peatones con dificultades visuales.
¿Qué se ha hecho en las nuevas aceras, tanto en las del Estado como en las del Ayuntamiento? Es patente y demoledor comprobar que en las nuevas aceras se ha hecho todo lo contrario a la filosofía y a las medidas concretas de obligada aplicación que se establecen en la Guía de la Orden Ministerial citada.
Con la generalización de las franjas de pavimento táctil diferenciado se crea en las personas invidentes la duda de en qué situación se encuentran, inclinándoles a caminar por el centro de las aceras cuando lo suyo sería hacerlo, en mejores condiciones de seguridad, junto a las fachadas. Sólo se me ocurren dos posibles explicaciones de tamaño disparate. O bien se ha copiado un proyecto de aceras para alguna carretera sin edificaciones adyacentes, o los responsables de los proyectos y las obras son unos incompetentes en cuyas manos, sea cual sea la explicación, nunca debió estar la responsabilidad de su ejecución o dirección facultativa. Algo tendría que decir el Director de las obras del Ministerio de Transportes (Jefe de Carreteras del Estado en Soria) y algo tendría que decir el responsable de las obras municipales, sea técnico o político. Santa Lucía, diría mi admirada Leonor del Río, se habrá sentido traicionada por la desidia ignorante de los responsables de las obras.
Sin duda que lo anterior debiera ser un aspecto más a considerar por la Dirección General de Carreteras del Ministerio de Transportes en la solicitada auditoría de las obras.
La Guía define con detalle los pavimentos diferenciados que deben construirse en los cruces y pasos de peatones o puntos en que se requiera un aviso especial de atención a los viandantes con discapacidad visual. De todo lo ejecutado solamente se salvan los tratamientos de los pasos de peatones.
También impone la Norma en las nuevas aceras un ancho mínimo de 1,80 metros libre de obstáculos, sin incluir la banda de pavimento táctil cuando ésta deba establecerse. (No estaría mal su aplicación en el infame “embudo” del Paseo del Espolón). Son intolerables los puntos de las aceras en que entre la banda de baldosas acanaladas y los bordillos de las jardineras quedan apenas unos 30 centímetros libres que garantizan, cuando menos, el tropezón de los peatones invidentes (acera Norte-Este en la rotonda de la Estación de Autobuses). Como es intolerable que junto a la banda de baldosas acanaladas, delante de la misma Estación de Autobuses, se hayan colocado dos paneles publicitarios (ya denunciados, sin resultado, por Regino Páramo) como auténticas trampas para los viandantes con discapacidad visual. Pero, ¿quién ha podido autorizar semejante dislate? ¿En qué manos ha estado la “humanización” de las travesías? ¿O se trata de una broma de mal gusto?
Con los referidos dislates sólo se ha propiciado una injustificada incomodidad para el conjunto de los peatones y un elemento de inseguridad para los supuestos beneficiarios de la medida. Torpeza e ignorancia de los autores, que costará más de un disgusto a los viandantes con discapacidad visual y un mayor coste, sin duda, de tan inútiles obras. Unos errores de semejante calado debieran tener consecuencias para los responsables de los mismos, y, sobre todo, debieran dar lugar a un compromiso público de cómo y cuándo se van a corregir.
¿Cuál será la actitud del Ayuntamiento a la hora de aceptar el traspaso de la titularidad de las travesías, con la correspondiente obligación de atender a su explotación y a su mantenimiento? Poco cabe esperar, ya que calló cuando se sometieron los proyectos a su informe y observaciones. Una oportunidad para recibir, sin coste alguno, unas nuevas avenidas urbanas, modélicas en lo funcional y en sus acabados, devendrá, con toda probabilidad, en el trágala de unas carreteras en las que será precisa una importante inversión municipal para transformarlas algún día en auténticos ejes principales urbanos.
Fdo: Ricardo Mínguez. Dr. Ingeniero de Caminos. Urbanista.