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Toc, toc! ¡Abre la puerta, Saturio! 

Martes, 14 Octubre 2025 08:27

Ángel Coronado reflexiona sobre el agravio que para algunos sorianos sufrió el patrón de Soria, San Saturio, en la procesión de su día festivo, con motivo de la concentración propalestina y los gritos proferidos al paso de su imagen.

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Toc, toc! ¡Abre la puerta, Saturio! 

Es frecuente caer en el error de confundir a las personas con las ideas que acaso pudiesen tener o hubiesen tenido, incluso eso, porque siempre sería posible volverlas a tener. Las personas somos continentes y las ideas contenidos, igual que una jarra es continente y no por eso la confundimos con el agua o con el vino. 

Nadie tiene, aunque lo pueda tener, una jarra solo para el agua, otra solo para el vino y otra para la sangría o el tinto de verano, y que nadie nos diga que no podemos dejar la tetera en paz y llenar esa jarra, la única que tenemos y hace falta, con té, y que nadie nos diga que no podemos llenarla de sopa, porque podemos. Nunca lo hicimos, pero algún día podrá llegar en el que al plato sopero llenemos de agua y sedientos, bebamos a cucharadas o con la misma lengua, como los perros. 

Tampoco nos sirve que nadie nos diga que una jarra puede estar vacía, pero la cabeza no. Es posible, pero eso le pasa también al depósito de gasolina de un coche, o a las baterías, que no pueden estar vacías. Que nadie nos diga eso, porque con dejar el coche en el garaje, asunto arreglado.

Con dejar de pensar (cuando conviene) pasa igual. Abrir las puertas del pensamiento para que las ideas, como chavalines a la hora del recreo, salgan a correr, a reírse por nada y a jugar. O también, dejamos la jarra en paz. No bebemos. Asunto arreglado. 

A todo este montón de nimiedades no añadimos otra que acaso dijesen ustedes falta. ¿A la jarra? A la jarra vino, porque queremos cogerla. Pero a eso decimos que no. No es a eso a lo que nos referimos porque eso es otra cosa, mariposa. No sería la primera vez, y acaso todavía no hemos llegado a coger la última cogorza, pero ahora no queremos referirnos a eso. Ahora estamos en decir que una cosa es el vino y otra la sopa, y que ninguna de ambas ha de apartarse de la jarra ni tiene porqué unirse a ella (ojo al deseo). Solo estamos en decir que también los errores pueden ser bobos sin perjuicio de sus graves consecuencias. Muchas calamidades se podrían evitar. No acabamos de entender que por cosas tan sencillas se paguen precios tan altos cuando justo en la tienducha de enfrente se vende barato. 

Tenemos la costumbre, como buenos sorianos que somos, de hablar de vez en cuando con nuestro santo patrono Saturio.  A veces te queda lejos acercarte hasta la ermita, aún cuesta abajo, pero luego a la vuelta la pagas subiendo. Y no te digo si tienes que disfrazarte de alcalde, corregidor, maestre y autoridad competente para la solemne ocasión y ponerte al habla ni a saber con quién, que hay quien baja por allí nada más que para eso y poco más, que no lo hay. 

Pero como a nosotros nos duele que a un niñito pequeño se le mate, y si se mata a un niñito pequeño hay que decirlo gritando, y como no hay para eso momento ni turno ni vez ni cita ni espera ni demora sino tan solo alta voz a grito vivo, hemos hablado urgente y directamente con Saturio porque dicen voces autorizadas que últimamente ha sufrido un agravio y está muy disgustado. 

Saturio, nuestro santo patrono, es algo callado y reservón. Nunca le veréis irse de la boca. Cuando habla, serán palabras lo que dice, pero no lo parece, o mejor dicho, habla en silencio, porque lo primero que hace, antes de hablar, es abrir las puertas del pensamiento para que las ideas, como chavalines a la hora del recreo, salgan a correr. Luego cierra la puerta y te mira, pero en sus ojos, como si se tratase de dos pequeños espejos retrovisores, solo te ves a tí mismo y te ves hablando contigo mismo pero, claro está, en silencio. 

Y como a nosotros, a Saturio y a nosotros ocurre, nos duele que a un niñito pequeño se le mate, tanto si es negrito como si blanco o amarillo, tanto rubito como moreno, nos duele que a un niñito se le deje solo entre los escombros de su casa buscando algo que no encontrará ya jamás, hemos abierto las puertas del pensamiento para que las ideas, como chavalines a la hora del recreo, salgan a correr, a jugar al escondite y a la pelota y a reír por los siglos de los siglos sin decir nunca jamás amén. 

Saturio, nuestro santo patrono, no está agraviado, porque Saturio sabe priorizar el deseo, y agraviado todo el mundo por ese niñito al que nos venimos refiriendo, ni Saturio ni esa criatura ni nosotros estamos solos. Y el que lo esté, que levante la mano de forma inmediata, incluso a gritos, sin cita previa ni espera de ninguna clase ni turno ni demora. Sabremos desagraviarle 

Fdo. Ángel Coronado

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