Época viril
Juana Largo reivindica el papel de las mujeres en el sistema democrático, dirigido en buena medida por los hombres.
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Época viril
Querríamos haber comenzado esta breve tribuna hablando del tema que me salió el otro día con un amigo, sobre el Aurea Mediocritas, que, desde luego, es una situación social que puede tanto ir contra nuestra codicia y ambición desmesuradas como servir de catapulta a aquellos individuos, machos sobre todo, sin querer olvidar a algunas mujeres no alejadas de España, que llegan a, utilizando esta Áurea, la lucha neodarwinista social y se lanzan, sobre todo más que con caballos en contra del dominio francés, como en la Guerra de la Independencia, a hacer sus bravuconadas subidos encima de los mass media, como se ha dado algún caso singular hace poco en España y como siguen porfiando algunos otros con partidos de más allá de la Derecha.
Querríamos haber hablado que, desde la supuesta mediocridad se puede dar el salto a la desmesura de las posiciones supremacistas de las dictaduras, no solo de las locuras artísticas de los poetas, sino también las locuras de los hombres que viven, todavía, bajo la férula del Dictador y que aspiran a un dominio total macho del mundo en España, apoyándose en lo que se apoyen, pero sobre todo apoyándose en el poder supuestamente viril de las sociedades nuestras que, con el tema de la libertad o la condescendencia del liberalismo como paradigma, hacen prevalecer personalidades enfermas de machismo y de poder y de horrorismo en que los hombres dirigen el mundo y lo plantean a su antojo, con supuestos valores no solo supuestamente viriles sino también antidemocráticos y nada moderados modos de vida en los cuales se instalara un poder tradicional y atávico en el cual el “Sistema” (que, a ver lo que es el “Sistema” de veras) fuera dado a la vuelta para ponernos por delante antiguos valores en los cuales esos hombres se hicieran los amos y mientras el resto del mundo, no nacionalista, se queda en el plato bajo de la balanza y es sometido al derecho de pernada y de sometimiento de las mujeres a lo que manden estos señoritos.
Y es muy fácil identificar la democracia con el feminismo, como que fuera malo el feminismo. Y es muy fácil asimismo identificar la democracia con la carencia del poder viril en la sociedad, las mujeres que no solo hemos nacido mujeres, sino que, además, defendemos a nuestras compañeras en el ideario feminista, y sabemos muy bien de lo que hablamos.
Ahora se ha puesto de manera romántica de moda el poder de los hombres, como que se encontraran antes, con la democracia, marginados y ahora reivindicaran un lugar en el espectro político, ¿para qué?...
Para hacer el bruto, como diría La Tía Tula de Unamuno, los hombres siempre son los brutos, y ellos saben bastante el mal que hacen como para que debieran pagar con sus consecuencias, que es lo que desearíamos, que es lo que nos diría Selma Lagerlof (la Premio Nobel de 1909) y que es de sentido común femenino y feminista.
No, el Sistema que queremos muchas no es el de la brutalidad y el machismo, pero ocurre que nos han dejado solas bastante tiempo ya, pero no podemos asumir esa supuesta defensa masculinista que sitúa todo su poder en la competición –a más salvaje, mejor-, la violencia y en la guerra, mientras nosotras estamos debajo.
Mucho tiempo llevamos debajo, y algunas mujeres, que de todo hay, pueden sentirse cómodas así y favorecer a la Reacción, como ocurre en algunos países del mundo, y hay que darse cuenta ya que no es esa situación de inanidades o error que adoptan algunas mujeres (en la II República llegó un momento en que las mujeres de España se dejaron aconsejar por los curas) la que puede salvarnos del monstruo y la jauría de la Derecha.
Son, en efecto, tiempos que algunas y algunos querrían “viriles”, para que se diera “paz” y “prosperidad”, pero desde luego que hay que distinguir la brutalidad del Sistema capitalista y machote de un sistema que no nos dejara a nosotras fuera de la onda de un progreso en el que sí creemos…
Fdo: Juana Largo