Cuando las reformas ya no pueden esperar
lA HUELGA en LA FUNCIÓN Pública, con cifras de participación
ciertamente pobres, ha puesto en evidencia que los sindicatos tampoco
se libran de la crisis de credibilidad que sufren las instituciones
españolas ante la sociedad española y los trabajadores y que invita a
un cambio profundo de las propias bases del modelo de Estado y de sus
administraciones públicas.
A lo largo de su historia, la Administración del Estado ha conocido numerosos procesos de reforma y el que está por llegar tiene que acabar con el dispendio que suponen las duplicidades de funciones que ahora se dan entre las diferentes administraciones. Procede una agilización, simplificación y modernización de las estructuras administrativas que fomente la eficacia y la productividad y ajuste plantillas a las demandas reales de la sociedad a las que deben prestar sus servicios. Aunque la teoría recomienda hacer las reformas en tiempos de bonanza, los economistas aseguran que la actual puede ser una oportunidad para mejorar la eficiencia del sistema que pasa por conseguir una serie de objetivos que superan la pendiente reforma de la Función Pública: revitalizar y regenerar el sistema democrático, rectificar los errores del sistema autonómico, reforzar y garantizar la independencia del Poder Judicial; conseguir un Pacto de Estado en materia de política exterior, sentar las bases para un nuevo modelo económico, más productivo y competitivo -lo que comporta una revisión de la política fiscal y laboral-, establecer una política energética realista e invertir masivamente en educación y cuidar nuestra cultura.
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