SATSE exige al Gobierno la inmediata reglamentación del permiso parental de 8 semanas
El Sindicato de Enfermería, SATSE, ha exigido al Gobierno la inmediata reglamentación del permiso parental de ocho semanas que debe ser retribuido siguiendo la correcta transposición de la directiva europea.
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Sólo así, a su juicio, puede garantizarse la corresponsabilidad, puesto que está demostrado que los permisos sin remunerar los solicitan casi exclusivamente las mujeres.
Para la organización sindical se trata de un permiso clave para eliminar los estereotipos del cuidado.
Se trata de un permiso que se incorporó al texto del TREBEP y al texto del Estatuto de los Trabajadores hace más de un año, pero, ante la falta de reglamentación, se está concediendo tanto por empresas como por administraciones como un permiso no retribuido. Ayer expiró el plazo dado por la Directiva UE 2019/1158, de 20 de junio para remunerar este permiso.
Todo ello por la inoperancia del Gobierno para reglamentar esta cuestión, incumpliendo así, a juicio de SATSE, la transposición de la Directiva Europea (UE) 2019/1158 del Parlamento Europeo y del Consejo de 20 de junio de 2019, relativa a la Conciliación de la Vida Familiar y la Vida Profesional de los Progenitores y los Cuidadores.
El Gobierno quiere ‘camuflar’ la no retribución de este permiso hasta el momento, entendiendo cumplida parte de la Directiva anteriormente expuesta, mediante el argumento de que parte de esas 8 semanas ya están siendo retribuidas con el disfrute acumulado del permiso para el cuidado del lactante menor de nueve meses, cuando son permisos diferentes.
Asimismo, la acumulación por jornadas completas es solo una de las tres formas de disfrute de este permiso, en tanto también es posible hacer uso del mismo con una hora de ausencia del trabajo que se puede dividir en dos fracciones, o la reducción de su jornada en media hora a la entrada o a la salida.
Aplicación arbitraria y desigual
SATSE ha constatado que a lo largo de estos meses se están poniendo muchísimos problemas para que los profesionales ejerzan su derecho sobre este permiso y otros. En este caso las gerencias argumentan tanto ‘necesidades del servicio’ motivadas principalmente por la falta de personal suficiente y falta de cobertura a situaciones frecuentes (bajas por enfermedad, vacaciones, incidencias varias…) o una mayor carga asistencial en determinados momentos, como falta de reglamentación a nivel estatal que viene siendo la excusa más utilizada.
Precisamente por esta falta de reglamentación las diferentes administraciones sanitarias están reconociendo de manera arbitraria este permiso parental a efectos del cálculo de días de vacaciones y asuntos particulares; a la antigüedad, servicios prestados, trienios, acceso a carrera profesional y ofertas de empleo público, así como en el cómputo como trabajo efectivo.
En definitiva, la ausencia de desarrollo de este permiso está teniendo consecuencias negativas en la vida profesional de las personas trabajadoras y está ocasionando que un permiso que fomenta la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, tenga repercusiones muy diferentes según se presten servicios en una Administración u otra, dependiendo de la arbitrariedad de la empleadora que se trate.
Barreras a la conciliación
El Sindicato subraya además que, dentro del ámbito sanitario, y en lo que respecta enfermeras y fisioterapeutas, las barreras a la conciliación son continuas lo que imposibilita la gestión adecuada del tiempo que los profesionales pueden dedicar asu vida familiar y personal.
Las enfermeras y enfermeros se encuentran en la diana de profesiones con mayores dificultades para hacer posible la conciliación de su vida profesional, personal y familiar.
Se trata de un colectivo especialmente vulnerable y sobre el que recae el doble peso de la exigencia del puesto de trabajo y de su entorno de cuidados familiares.
Recordamos que, en el caso de las enfermeras, según el INE (2022), el 84,2 por ciento de las personas colegiadas son mujeres, lo que agrava la situación.
Un hecho, la imposibilidad de conciliar la vida personal y familiar, que está generando el agotamiento de estas profesionales e incluso les está llevando a plantearse su continuidad dentro de la actividad asistencial, en un momento, en el que el Sistema Nacional de salud necesita más profesionales que nunca.